00 | Introducción

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La alarma aún no está por sonar, faltan exactamente siete minutos y TaeHyung está más que despierto, le gusta ser puntual, organizado y pulcro, de la infinidad de cosas que le gusta ser, responsable es su prioridad.

Lunes, eso significa: ropa interior azul marino, es adolescente, romper las reglas es algo natural en él, le emociona ir en contra del sistema estudiantil, el reglamento escolar claramente especifica ropa interior blanca, pero qué importa, romper las reglas de vez en cuando no está mal.

Su desayuno está servido a tiempo —gracias a su progenitora—, su mochila está lista, sus utensilios escolares en orden y su merienda va de acuerdo con su calendarización, con todo en orden puede abandonar su hogar sin problemas.

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La estúpida alarma no lo deja dormir en paz, lleva atosigándolo desde hace una maldita hora, aún le quedan unos minutos más para seguir durmiendo, llegar temprano a clases jamás ha sido su prioridad, sólo se vive una vez, es el lema favorito de JungKook.

Inicia otra maldita semana, cuánto falta para salir de una buena vez del sistema educativo, necesita vacaciones.

Como siempre se despierta tarde, eso significa que no le queda tiempo para desayunar y opta por llevarse una manaza para el camino.

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Con veintiún minutos antes de la primera clase del día tiene tiempo para tres actividades: ir al baño, organizar su casillero y llegar al aula, siete minutos exactos para cada actividad.

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JungKook corre como alma que lleva el diablo ¡Lo va a lograr! Sólo un par de cuadradas más.

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Faltan diecinueve minutos para la primera clase y los pasillos están repletos de estudiantes ¿Qué les pasa? No entiende cómo pueden perder el tiempo en lugar de usar cada minuto en algo productivo, así como lo hace él.

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Su alarma aún no ha sonado ¡Victoria! Cruza la calle y tan pronto lo hace cada individuo del cuerpo estudiantil que se cruza en su camino lo saluda, después de todo es el famoso Jeon JungKook.

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Diecisiete minutos y contando, los murmullos de la extirpe femenina han comenzado, nuevo récord para el idiota; no quiere ser victima de una posible estampida de hormonas féminas por lo que opta por el pasillo más largo.

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Atraviesa la entrada principal y su alarma le recuerda que va tarde, otra vez. Saluda como puede sin llegar a ser grosero y se apresura en perderse entre la multitud, debe correr sino quiere empezar con el pie izquierdo la semana.

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A pesar de ser temprano en la mañana no confía en la higiene de esa clase de lugares; con sumo cuidado toca las superficies necesarias con una toallita húmeda y para su desgracia la puerta del cubículo no sirve, demonios.

—No otra vez —cierra los ojos, lamentándose de su propia alma en pena; por eso odia los baños públicos. Se escucha que alguien hala la palanca del mingitorio y no le queda de otra que mendigar ayuda, algo que definitivamente odia hacer —. ¿Hay-hay alguien ahí? —Pregunta tímido, hacer amigos, socializar, interactuar con otras personas o cualquier otra cosa que involucre personas que no sean parte de su relación consanguínea, es un infierno, claramente no es lo suyo, nació para vivir entre las sombras.

— ¿Aló?

Por la ciencia... que no sea él. — ¿Eh? Sí, aquí —frunce los ojos con fuerza, rogándole al universo que no sea el idiota.

¿Princesa? —Se escucha tras la puerta, con un evidente tono socarrón.

Rayos. — ¡Sapo! —Nombra con un fingido todo efusivo. Por qué no le sorprende, el universo jamás está de su lado.

— ¿Se te ofrece algo? —Pregunta tras segundos que parecen horas de incomodo silencio.

—Sí —contesta borde hasta que recuerda que él es el del problema —. La puerta no abre.

—Bien por ti, nos vemos.

— ¡No! ¡Espera! —Por mucho que no lo soporte lo necesita.

— ¿Sí?

Claramente el idiota está feliz de su desgracia. —Necesito tu ayuda —comenta obvio — ¿Podrías abrir la puerta?

—Hm... no.

— ¡¿No?! —Los segundos siguen corriendo, no quiere llegar tarde —. ¡¿Por qué no?! —Él jamás llega tarde.

— ¿Qué obtengo a cambio si te ayudo?

—No sé, tal vez... la satisfacción por haber hecho una buena obra —habla sarcástico.

—Paso.

— ¡Jeon JungKook!

—El mismo.

— ¡No estoy jugando!

—Voy —TaeHyung no puede ver al chico, pero está seguro de que ha rodado los ojos, algo típico en él —. Listo —informa y seguido la puerta se abre tras un click —. ¿Feliz?

—Sí —va increíblemente tarde.

—En momentos como estos uno espera al menos un gracias como muestra de agradecimiento.

— ¿Alguna vez has escuchado que nunca hay que esperar algo a cambio?

—Te salvé la vida.

—Por favor, sólo abriste una torpe puerta ¿Qué con eso?

—Te salvé de una inminente crisis existencial, lo mínimo que pido es un gracias.

—Gracias —comenta hipócrita, lo que menos quiere es interactuar con ese sujeto, en cada ocasión que lo hace puede sentir como su IQ disminuye torrencialmente.

—Podrías hacerlo mejor.

—Podría.

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Su interacción se convierte en una especie de duelo de miradas que termina tras otra de sus alarmas. La victima de la puerta se despide con una sonrisa hipócrita y abandona el baño sin mirar atrás, perfecto, su celular no pudo escoger mejor momento para interrumpir que ese. Desliza el dedo por la pantalla del teléfono celular y descarta su alarma "Casilleros", duda que Kim TaeHyung esté ahí.

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Angel baby | KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora