El salón de los Harden, amplio y espacioso, exhibía una sucesión banal de objetos hasta en los recovecos más insospechados. Atiborrado de mobiliario desprovisto de utilidad, daba la sensación de estar en una tienda de decoración de pésimo gusto.
El abogado de los Harden había colocado en el centro de la estancia unas cuantas sillas para que los invitados estuvieran más cómodos. Aylen, la viuda Kelly y dos de los trabajadores más allegados al difunto componían el pesaroso grupo. Fue una sorpresa para todos cuando Ellery atravesó la inmensa puerta doble de roble oscuro junto a Albus Boher.
—¡Abuelo! —profirió Aylen estallando en llanto. Corrió hacia el anciano y lo envolvió en un tierno abrazo.
Ellery, sonriendo ante el reencuentro, se percató de lo que Aylen lucía en el cuello: la joya de su madre, el falso colgante de diamantes. Al levantar la cabeza del regazo de su abuelo, la abogada advirtió los ojos de Ellery recayendo en la reluciente pieza. Aferró en un gesto nostálgico el zafiro entre las manos.
—Necesitaba recordar a mis padres en un momento tan duro como este —manifestó.
El escritor cabeceo ligeramente.
—Vamos, abuelo. —Aylen lo acompañó hasta el asiento contiguo al suyo.
—¡¿Cómo permites que este hombre, asesino de mi marido, esté en el mismo lugar que nosotros?! —Kelly impuso su presencia levantándose y señalando al pobre anciano.
«¡Vaya! —pensó Ellery—. ¡Qué rápido cambia esa mujer de culpable!».
—Mi abuelo no es ningún asesino —le defendió Aylen. Instintivamente, se situó como muro protector, obstaculizándole su visión.
—Eso dices tú, pero le tenía tirria desde mucho antes de que yo me casara con él.
—Y la tirria se multiplicó por dos —confesó el anciano. Ellery rio por lo bajo.
—Voy a llamar a la policía —amenazó con voz sibilina.
—Hazlo y te echo de mi casa. Te recuerdo que sigue siendo mía.
La mujer hundió en ambos su enojo, luego centró los ojos en Aylen y, por último, en el colgante de diamantes.
—No por mucho tiempo, pequeña ladrona.
—¿Cómo me has llamado?
—Bonito colgante —señalizó soltando una risita.
La joven Harden se llevó la mano al collar, protegiéndolo de la mirada aquilina de su madrastra.
—Tranquila, cielo —el tono malicioso volvió a formar parte de su particular acento—, es precioso y me quedaría perfecto, pero yo, a diferencia de tu madre, no llevo joyas falsas.
A metros de distancia, Ellery observaba el espectáculo sin inmiscuirse en el asunto, atento a cualquier detalle que rellenara las lagunas de su teoría.
—De acuerdo —intervino el abogado para calmar la pelea entre las dos mujeres—, si no hay más interrupciones, comencemos.
Mientras el abogado abría el sobre con el testamento de James Harden, ninguno de los presentes medió palabra.
—Comenzaré a leer el testamento —anunció.
<<Yo, James Harden, en pleno uso de mis facultades intelectuales y derechos, libre de toda coacción y violencia, deseo designar a:
Mi hija, Aylen Harden, como heredera del hogar familiar de la Calle 22 Oeste, así como del tercio de los ahorros depositados en el banco bajo mi nombre>>.
ESTÁS LEYENDO
[4] Ellery Queen: Copias Casi Perfectas
Misterio / Suspenso🏆||Historia ganadora Wattys 2021 en la categoría Fanfiction||🏆 Años 50, Nueva York. Ellery, escritor de novelas de misterio y detective aficionado, se encuentra en el pueblo costero de Bar Harbor para unas merecidas y breves vacaciones que lo ale...