La dulce luz de luna chocaba a través de la ventana contra aquella joven de piel rosada. Ella era su amiga, o al menos eso creía.
Para él, la situación era complicada.
Tras meses de acercamientos extraños y momentos en los que, definitivamente dos amigos no deberían estar, Eijiro Kirishima se preguntaba sobre la situación de su relación con la chica.
A pesar de todo lo que habían vivido juntos, aún no habían dado el paso, el tan anhelado paso. El héroe apodado como "Red Riot", no terminaba de comprender su situación.
Ella bailaba suavemente, movía su cadera al ritmo de la balada que sonaba de fondo en la sala común de la clase 1-A.
Eijiro solo la miraba de pies a cabeza, escuchando con atención la letra de aquella melodía.
La chica movía sus hombros en forma de círculos, sus movimientos dibujaban un dulce vaivén que electrizaba al pelirrojo.
Usaba sus ojos oscuros para atraer al joven, buscaba seducirlo para que se uniese a ella en ese baile.
— Ven a bailar conmigo — soltó en un susurro discreto, lo suficiente para que solo ellos dos escucharan.
Era la noche de baile en los dormitorios de la clase 1-A, todos (a excepción de cierto rubio) se reunieron para celebrar que habían aprobado un exámen muy importante.
— ¿Crees que sea buena idea? Después de todo, no sé bailar tan bien como tú — contestó.
— Si te mueves bien en el campo de batalla, te mueves bien en todo lo demás — sonrió con picardía.
La piel de Eijiro, contrario a lo usual, se puso de gallina. ¿Había entendido bien ese comentario o solo lo estaba malinterpretando?
Ashido se acercó lentamente sin dejar de bailar. Sus ojos estaban clavados sobre los del chico frente a ella.
Kirishima suspiró, no podía evitar sentirse seducido por Mina y sus trucos. Sin duda, la chica le parecía atractiva.
Como si su cuerpo se encontrase en piloto automático, respondió a la invitación de la chica.
Se encontraba engatusado por la sensualidad que desbordaba.
Kirishima no era la clase de chico que pensara en esas cosas, Ashido tampoco era el tipo de chica que le interesara levantar o provocar esas sensaciones, pero entre los dos, era diferente.
Tenían una conexión profunda y una confianza más allá de cualquier otra. Confiaban tanto el uno en el otro que, al mirarse a los ojos, dejaban a todo el mundo en un segundo plano.
Eijiro tomó con suavidad el brazo de su compañera y la atrajo hacia él. Escondió su rostro en el cuello de la chica y pudo percibir un aroma dulce, uno que despertaba sensaciones que no lograba comprender en ese momento.
Por su parte, Ashido se aferró con fuerza al cuerpo fornido del joven. Podía sentir como sus músculos habían crecido desde que se habían conocido a principios de año.
Colocó la mano del chico en su cintura y comenzó a guiarlo.
La respiración del chico se había vuelto pesada, estaba por experimentar sensaciones completamente nuevas para él.
— Solo sigue mi ritmo, ¿Bien? — soltó en un susurro.
Él asintió y acató la orden. Ambos comenzaron a bailar.
Al principio no lograban conectar del todo, pues Eijiro era un inexperto en cuanto a baile se refiere. Con la ayuda de Ashido y la pasión que ambos desbordaban, poco a poco se fueron entendiendo, bailaban como si lo hubieran hecho toda su vida.
Ella entendía lo que sucedía. Sentía la necesidad de estar cerca de él desde hace mucho tiempo. No como los buenos amigos que eran, si no, como algo más.
Kirishima empezó a sentir desesperación, no sabía el por qué, pero sentía una necesidad de algo y era bastante grande.
El estar tan cerca de él la comenzaba a volver loca también, todos sus sentidos volaban y le gritaban que diera el siguiente paso, pero ¿Cómo hacerlo? Estaba frente a toda la clase.
— Kiri... — soltó tras un jadeo imperceptible.
— ¿Sucede algo, Ashido? — cuestionó extrañado.
La chica permaneció en silencio mientras bailaban, no estaba segura de que era lo que debía hacer.
El sonido de las trompetas y los violines le provocaba una sensación rara, quería seguir pegada a él y bailar hasta el amanecer.
Sentía una pequeña brisa en cada una de sus extremidades (probablemente de las ventanas abiertas del edificio), rozando su piel y provocando que se erizara al tacto del viento.
Habían otras parejas en ese lugar, bailando con la misma conexión que ellos, pero él solo tenía ojos para Ashido. Sus ojos rojos estaban clavados sobre el negro y dorado de los de la chica.
Cada movimiento, por más pequeño que fuera, le volvía débil. Mina sabía como moverse y eso le ponía los nervios al cien, pues, quería estar lo más cerca de ella en esos momentos.
Era como si supiese como hacerlo querer explotar con cada una de sus acciones, como si conociese la manera de llevarlo a su límite.
Ninguno de los dos podía soportar esa presión mucho más, uno de los dos debía tomar el paso.
Cansado de todo esto, finalmente actuó.
— ¿Te gustaría ir a un sitio más privado?
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Sway || Kirimina
Romance"Cuando el ritmo de las marimbas comienza a sonar, ellos bailan. Cómo si se tratase de un océano perezoso chocando la orilla" "Una fiesta, un baile, una canción." "Él puede escuchar el sonido de violines mucho antes de que comiencen, espera a que l...