🪶CAPÍTULO 32: La traición de las letal🪶

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Los pasos del arcángel resonaban por el pasillo, mientras se dirigía al encuentro con sus hermanos, luego de varios años.

Abrió la puerta de par en par, revelándose ante ellos, quienes ya lo esperaban y miraban con interés.

Solo había una razón para que Raguel regresara, y esa era que Semyazza haya vuelto. Pero necesitaban escucharlo de su propia boca, pues existía también la probabilidad de que él volviera solo a dar una mala noticia, ya que era el único autorizado para permanecer en la tierra durante un tiempo indefinido. Pues Raguel no solo cazaba a Semyazza, sino a todos los grigoris.

Raguel se colocó frente a ellos y miro directamente a Miguel.

—Él ha vuelto —expuso—. Semyazza ha sido detectado en la ciudad de luz.

—Debemos ir por él —propuso Uriel.

—Hay algo más —dice Raguel—, la naturaleza está unido a él.

—Sabía que ese grigori iba a causar problemas, padre, no debí permitir que regresara —murmuro Gabriel.

Todos comenzaron a dar opciones, de que hacer ahora, Semyazza había causado muchos problemas durante su transcurso en la tierra, no podía andar libre, era hora de que pagara por sus cometidos.

—No haremos nada por el momento —intervino Jofiel, quien era el único que había permanecido en silencio—. Si la naturaleza está a su lado, es porque padre le ha ordenado que sea así.

—Parece que olvidas tus deberes —expuso Miguel.

—Como tú olvidas a quien tiene la autoridad y la última palabra —dice, refiriéndose a su padre—. No sé lo que planea papá, el porqué está actuando sin informarnos, pero no debes ser un obstáculo. Nosotros tenemos una misión, la naturaleza, la suya, respetemos eso y no intervengamos.

—Como no intervenir, si cruzamos camino —dijo con cierta ironía Miguel—. Padre por alguna razón nos dio la misma misión que él, no entiendo por qué, pero la cumpliré.

—Miguel, entiendo tu indignación hacia la naturaleza, tu descontento por la decisión de padre de aceptarlo de nuevo, pero quizás Jofiel tenga razón en esta ocasión —expuso Uriel—. Dejemos que la naturaleza se centre en Semyazza y Calix, nosotros hagámoslo sobre el resto de los grigoris, porque no solo Calix es el peor peligro en este momento, también lo es Samael. Porque este caos, este desequilibrio no es nada a lo que se avecina si Samael consigue obtener la Luz de Luzbel —voltea a ver sus hermanos—. Sé que la mayoría está en desacuerdo con mi propuesta, pero la naturaleza nos dio ya sus razones por sus acciones, no está haciendo nada que vaya contra las reglas, ni tampoco está cometiendo traición de nuevo, por lo tanto, dejemos de ser su obstáculo, y centremos en Samael —mira a Raguel—. Hermano, regresa a la tierra y vigila las dimensiones.

—Pero los grigoris...

—Nosotros nos encargaremos de eso, ahora tu misión es que estas no sean tomadas y manipuladas por Samael. Ese grigori es muy audaz, puede manipular con facilidad a los que tienen el cargo en cada reino. Porque, aunque el príncipe hada parezca a hora su líder, si todos los reinos se unen contra él, no será más que una simple hada.

—Pero nadie se atrevería a dañar al príncipe hada o desafiarlo. Es el reino más antiguo, y las letal son su escudo —expone Gabriel.

—Si mis sospechas son ciertas, ya hay infiltrados en su reino que planea un complot contra él. Recuerden que no todo ser de luz porta la luz, ni todo tenebris la oscuridad y maldad, por lo tanto, debemos mantener vigiladas las dimensiones.

—Bien, me hare cargo —dijo Raguel.

Uriel pocas veces expresaba sus sospechas, pero cuando lo hacía era porque tenía las suficientes pruebas para afirmar lo que podía ocurrir si no intervendrían.

Cuando Raguel se marchó, al igual que sus hermanos, el permanecido en su lugar, pensativo.

—Uriel —lo llamo Jofiel, quien había regresado al darse cuenta de que —su hermano no iba detrás de él— ¿Estás bien?

—Tú también lo sabes, ¿no? —pregunta—lo sospechaste desde un principio.

No le dio repuesta, pero entendía lo que él le quería decir. Y sí, había sospechado, desde un principio, que aquellos que se podrían en contra del príncipe hada sería su propio reino, y el resto se vería obligado a unirse a las letal, porque le temían más que al príncipe.

🪶🪶🪶

El príncipe hada, contempló con detenimiento a Semyazza, había escuchado mucho de él, pero jamás visto. Y, aun así, no le agradaba.

—Sí buscas protección en mi reino, lamento decirte que te equivocaste de lugar.

Semyazza se cruzó de brazos e inclino sobre la mesa, haciéndolos reposar.

—Si mal no recuerdo, la ciudad de luz abre la puerta a todo aquel ser que busque refugio —expone.

—Eres un grigori.

—Y un ángel —menciona—, pero en todo caso, tú no eres quien decide quien entra y quien no, porque la ciudad de luz no solo te pertenece a ti, sino a todos los reinos. Pero si me quieres echar busca la aprobación de todos, aunque dudo que tengan tiempo de una reunión dada la situación.

Matis lucio enfadado por sus palabras. Semyazza tenía algo que lo sacaba fácilmente de sus casillas.

—Casi matan a dos seres a causa tuya, al ser detectado aquí.

—En ese caso, culpa a las letales, por no hacer muy bien su trabajo —expone.

Matis perdió el control y tomo a Semyazza de la camisa y pego contra la pared con fuerza.

—Hadas, siempre tan sensibles —murmuro— pero admito que fue mi culpa, no debí mostrar desinterés en la conversación, y provocarte —eleva su mano y coloca sobre la de Matis—. Y como ya me he disculpado, agradecería que me liberaras, porque a mi lado no eres nada príncipe hada, y tus letales tampoco, porque aquel quien las entreno, no fue más que uno de mis aprendices, por lo tanto, sigo siendo el mejor.

La puerta se abrió de golpe, capturando la atención de ambos seres.

—Matis, tenemos un problema —la voz de Anyi se apaga al encontrarse con un ser que jamás pensó volver a ver—. Semyazza —murmuro.

—Padre —dijo en casi un susurro Esteban a lado de Anyi.

—Hola, cuanto tiempo sin verlos.

Esteban era incapaz de comprender, porque su padre estaba vivo, y luciendo igual que hace siglos.

Matis libero a Semyazza, y entendió que frente a él estaba el padre de Azul, pero eso era lo menos importante ahora, debía saber por qué Anyi decía que tenían un problema.

—Anyi, ¿Qué pasa?

La chica salió de su sorpresa y volteo a ver a Matis, regresando a ella los nervios y temor.

—Se trata de las letal —dice—. Han hecho una reunión con los encargados de todos los reinos, en el palacio del reino de las hadas, de ahí que el grigori entrara sin ningún problema a la ciudad y atacara a Mariza y Martin. Matis —da un paso a él— ellas abandonaron su guardia aun estando tú aquí.

—Eso no es todo —intervino Esteban—. El recluso 33, Brawen han escapado.

—No escapo —dijo Anyi— fue liberador por Calipso, he revisado las cámaras.

Matis empuño sus manos. Así que volvió hacer, debió matarlo en vez de torturarlo.

—Donde están los chicos.

—Ya se han trasladado al palacio de las hadas. La naturaleza va con ellos —informo.

—Bien, puede que la naturaleza las haga entrar en razón —volteo a ver a Semyazza—. Vamos, también te necesito presente en esa reunión.

—¿Por qué debería ir contigo?

—Porque quieres salvar a Calix, así que, si quieres que ella este a salvo, debes unirte a nosotros.

Ante sus palabras, Semyazza cedió y avanzo a la puerta. 

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Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora