Parte 1

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A decir verdad yo era un poco tonto, llegar a donde estaba ya era un mérito fuera de mi liga y no faltaban las personas dispuestas a recordármelo, supongo que tenía suerte. El trabajo era sucio, aún si no querías ensuciarte, no era para todos, los pies dolían por los zapatos necesarios para que te tomaran enserio y la lluvia constante de la época no ayudaba a nada al humor de los compañeros y la gente en general a la que tenías que interrogar contra su voluntad, vaya que era cansado y por si no fuera poco, mi cuerpo ya no era el mismo de antes, las heridas y los años se encargaron de oxidarme, la buena noticia es que tenía una mente más tranquila que la mayoría y este trabajo, demanda una.El caso de mi compañero es uno que aun hace ruido en las mentes más activas, en un veterano como yo, solo consigue molestar. Recuerdo haberle dicho:- Algunas cosas en este mundo no las puedes explicar – mientras encendía mi cigarrillo – y debes dejarlo así.- Ric, solo dices tonterías, debe ser la vejez.- Mocoso estúpido – susurraba para mí mismo casi todo el tiempo, aun lo hago.Llovía, que novedad, Carlos tocaba la puerta con fuerza, tal vez nuestras cabezas no se mojaban gracias a los fedora, pero el grueso saco pesaba y comenzaba a ponerse frio. La puerta se abrió pasados unos minutos, la cara de una hermosa mujer rubia nos recibió, el cutis perfecto de la mujer estaba ampliamente manchado con una cicatriz enrome en la frente, algo muy duro había golpeado contra su cráneo o al contrario; con placa en mano irrumpimos rápidamente empujando la puerta, comenzamos a sacudirnos en el recibidor sobre una alfombra color rojo con adornos dorados, me recordaba al color del whiskey; colgamos nuestros sacos y sombreros en un perchero, me arrepentí de haberlo hecho, mis articulaciones comenzaron a quejarse a los pocos segundos.- Señora, llamó a la policía hace unos días debido a unos apagones ocurridos en su calle y su casa – comenzó mi compañero, siempre hablaba, una molestia de verdad.- Si, vinieron unos policías, no creí que hubiera necesidad de mandar detectives – la señora sonaba inquieta, casi asustada, llevaba un camisón delgado y casi entallado, su estremecimiento fue visible, sus mejillas rojas desaparecieron durante un segundo.- ¿Le molesta? – dije mostrando mi cigarrillo a punto de encender.- No, en absoluto – no me miró a los ojos.- ¿Podemos pasar a la sala? – preguntó mi compañero, buena idea, idiota.- Claro adelante, pasemos a la sala – elevó un poco la voz, ¿hay alguien escuchando?- Bien, ¿Cuál fue el motivo de su llamada? – saco su estúpida libreta, no recuerdo a cuantos policías han matado por el contenido de sus libretas personales.- Por los apagones, me preocupa que la calle sea tan oscura y más en estas épocas – ya lo había contestado, a decir verdad, su respuesta no era nada por lo que sospechar.- ¿Cuál es su nombre? – por ahí debió comenzar.Los Whels, estaba escrito en la entrada, la sarta de preguntas hechas por mi compañero eran cuestiones que ya habían sido contestadas, o por lo menos yo ya sabía su respuesta, mi cigarrillo se apagaba y Carlos no dejaba de hablar, encendí un segundo cigarrillo y saque mi cantimplora para sorber un trago de mi licor barato, carraspeé fuertemente y me senté derecho, mi compañero se calló de inmediato.- ¿Por qué no llamó a la compañía de electricidad? ¿Quién le dijo que somos detectives? ¿Dónde están los niños? Aun son las siete y cuarto, muy temprano para ir a la cama y usted ya está en pijamas – comencé a disparar mis preguntas con una voz áspera y grave, gastada por el cigarrillo y el alcohol – señora Whels, facilite nuestro trabajo y díganos ¿Quién la amenaza?- No sé de qué habla – su voz tembló aún más y su cuerpo se estremeció.- Bien, haremos que se despache un electricista a su calle, que tenga buena noche.Me levanté lentamente, mi compañero terminó de escribir unas notas y me siguió al pasillo, al ponerme el saco y el sombrero puse atención en una repisa, sin inmutarme observe una fotografía, en ella habían tres personas, la señora Whels y lo que podía asumir eran su esposo y su hija, los reportes policiacos nos informaron que había un niño y una niña en la casa, me extrañe un poco al no ver al niño en la foto, detrás la misma estaba el puente de Brooklyn siendo inaugurado, baje la vista y salimos de la casa.- ¿Estaba siendo amenazada? – preguntó mi compañero ya en el auto.- No, diría que ella estaba amenazando a alguien – dije recostando mi cabeza en el respaldo del asiento copiloto.- ¿Por qué nos despacharon a esa casa, Ric? – preguntó más inquieto.- No hagas preguntas sobre cosas que no quieren que la respuesta se conozca, Carlos – dije sin inmutarme – llévame al bar.- Ya llegamos, Ric ¿qué paso ahí dentro?- No lo sé, tal vez solo era la foto, la señora Whels estaba en la inauguración del puente de Brooklyn – dije bajándome del auto – no estoy seguro, pero creo que ella ya debería estar muerta o no debería verse tan joven y la niña, bueno la niña probablemente también este muerta a estas alturas, no me hagas caso, son delirios de un viejo lobo.- ¿De que estas hablando, Ric? ¿Cómo sabes que era ella?– pregunto sin apagar el vehículo.- Por la cicatriz ¿En qué años estamos? – pregunté solo para escuchar la respuesta.- 1936 – dijo Carlos con un poco de miedo.- Bueno, déjalo así chico, no vale la pena, lo más probable es que esté equivocado – cerré la puerta esperando que él apagara el auto y se bajara.Ninguna de las dos cosas sucedió, Carlos rechinó las llantas del auto y salió a toda velocidad en la misma dirección por la que llegamos, fue la última vez que vi a Carlos. El electricista alegó que lo mandaron a una casa abandonada. Cuando me cuestionaron sobre lo de Carlos yo dije todo, nadie me creyó y fui despedido de la policía al comprobar que no podían probar mi culpabilidad en la desaparición de mi compañero, así que continúe mi trabajo como detective privado, tal vez si no le hubiese dicho a Carlos lo que pensaba todo seguiría igual, pero ¿qué va a saber un viejo de setentaicinco años?, solo una cosa queda en mi memoria como remordimiento, recuerdo a la señora Whels y recuerdo la inauguración del puente de Brooklyn, lo que mejor recuerdo es que Sue Whels murió aplastada ese mismo día.

El Detective de BrooklynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora