VII

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Vlad Bellmont mordió la uña de su pulgar, moviendo el pie de manera incesante, ansioso.

—¿Vlad? —volteó a ver a Adrian, quien sostenía unas telas en sus brazos—. Haz estado con la correspondencia como por media hora. ¿Qué no van a entregarla? —preguntó, con el ceño fruncido.

—Sí, pastelito. —sonrió, algo tenso—. Ahora mismo voy. —Xander enarcó una ceja al escucharlo, pero Vlad lo ignoró.

Adrian asintió, y sin más, se fue al pequeño estudio para ver a Lev.

Vlad se relamió los labios, y guardó la carta debajo de su camisa. Le entregó la correspondencia a Xander, para que la entregara.

—Eres un sol, Xander. No le digas a nadie de esto. —se despidió del mayordomo, y se fue a su habitación lo más rápido que pudo.

Cerró la puerta sin mirar atrás, y rompió el sello sin pensarlo dos veces.

Sus manos temblaban mientras sostenía el papel en sus manos.

No sabía qué esperar. ¿Qué esperaba? Dioses, no sabía qué esperar.

Tomando un respiro tembloroso, se dispuso a leer:

«Querido joven Bellmont,

Nuestro contacto desapareció desde aquel día en que me pidió que no le dijera nada a mi hijo sobre la estadía en la residencia Bellmont y su persona. Me disculpo, en primer lugar, por escribirle tan de repente. He mantenido mi promesa, pero Luca ha ido recuperando sus recuerdos poco a poco, como de seguro habrá escuchado, por lo que no sé por cuánto más tiempo sea un secreto su convivencia en la mansión de su padre.

Joven Bellmont, debo serle honesto, nunca antes me había preocupado tanto por Alucard desde que despertó, como ahora.

Mi hijo últimamente se ha visto más desolado que nunca. Incluso me dijo algo que no pensaba que jamás me diría.

Mi Luca se ha dado por vencido, Joven Bellmont. Mi hijo, quien suele brillar, se ha ido apagando poco a poco.

Estoy preocupado por él, y no sé qué puedo hacer. Usted era un muy buen amigo de mi hijo cuando eran niños, y me temo que no me siento en plena confianza para preguntarle esto a otros de sus amigos, y menos con todo lo que ha estado ocurriendo en la Unión de la Tierra. ¿Qué cree que pueda hacer para que Luca levante sus ánimos?

Sé que han pasado muchos años, pero realmente no sé qué puedo hacer.

Pronto partiremos para la coronación de la princesa Alyssa, y no me gustaría que Luca se sienta incómodo de ningún modo.

Por supuesto, queda a su criterio si contestarnos o no. Agradecería que así fuera, por supuesto, pero no es mi estilo obligar a los demás.

Mis mejores deseos para usted, joven Bellmont.

Atentamente,

Jan de Clenmett»

Vlad dejó la carta sobre el buró, con la vista fija en un punto muerto.

¿Alucard... se había dado por vencido? ¿A qué se refería el Rey?

Recordó la brillante sonrisa de Alucard, y su corazón se apretó.

¿Qué pudo haber pasado para...?

Vlad levantó la cabeza, jadeando.

No podía ser su culpa, ¿o sí?

Alucard no podía recordarlo, exactamente. ¿Cómo podría hacerle daño?

Incluso si él era la persona a la que Alucard decía buscar, él no podía amarlo de verdad, ¿verdad?

Historia de un Amor Perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora