Capítulo 7: Primer cliente

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En la mañana siguiente... entregué el dinero para la inscripción a miss Collins, ella los recibió gustosa, sin preguntarme de dónde lo saqué ―anduve con una mirada triste ese día―, salí de su oficina, cabizbaja, encorvada. Agarrando los cinturones de mí bolso. Oficialmente era universitaria ―suspiré profundamente―, noté que en el pasillo se encontraba Anastasia y su grupito de amigas de élite. Cruzamos ojeadas... y... hubo una tensión entre nosotras que no podía soportar..., odio..., desprecio ―caminé lo más lejos que pude de ella, casi recostándome contra la pared del pasillo―; Anastasia seguía clavándome una mirada iracunda, tenía el rostro tenso... y los dientes apretados.

Desde ese momento... supe que ella y yo no seríamos amigas.

[...]

Entré al salón.

La mayoría estaba charlando entre sí ―hice una mueca―, todos hablaban hasta por los codos. Mucho ruido. Caminé con la cabeza agacha entre las mesas de estudio ―busqué con la mirada algún puesto vacío―, y, en la segunda fila, detrás dos chicos, encontré a Papi sentado, recostando la cabeza en la palma de su mano, codos sobre la mesa ―el puesto al lado de él estaba vacío―, ¿debería sentarme?

Mordí mi labio inferior. Quedé inmóvil ante tal escenario, debatiéndome si agarrar el puesto o buscar otro lejos de él ―Papi me miró por la comisura de su ojo izquierdo―, jugó con el aro negro de su boca, ciñó la vista sobre mí y despegó sus carnosos labios para hablar.

―¿Te vas a sentar... ―torció la boca―, o te quedarás mirándome ahí toda la clase? ―murmuró en tono mordaz, sarcástico.

―Ah... ―mis mejillas se ruborizaron―, y-yo...

―¡Papi! ―una chica chocó hombros contra mí, se me adelantó y se sentó al lado de él―, ¿Cómo estás?

»¡Me hacías falta en clases! ―cruzó su brazo por con el de él, y, recostó su cabeza en su hombro―, Menos mal que no falté... ¡Así sí provoca venir a estudiar! ―susurró y comenzó a frotar sus mejillas contra Papi.

Suspiré.

Avancé hasta el fondo del salón y encontré un puesto vacío. Me senté allí ―en la mesa estaba escrito "Perra", supongo que lo hicieron con un cuchillo―; dejé caer mi bolso al suelo, y, agaché la cabeza.

―¡Buenos días, clase! ―entró la profesora, tenía el pelo largo y rizado. Además de unas feas gafas que la hacían verse más vieja de lo que era―; Adivinen a quién me encontré afuera.

Ninguno habló. No había interés en contestar...

La profesora se cansó de esperar respuesta y abrió la boca.

―¡A la mejor de mis estudiantes en décadas! ―extendió a su brazo izquierdo hacia puerta―, ¡Démosle la bienvenida a Anastasia Chrisenhall!

Comenzó a aplaudir con entusiasmo, algunos de mis compañeros se levantaron y aplaudieron también, otros lo hicieron sentados ―menos yo―, la presencia de esa mujer no me alegraba para nada... ―ella entró triunfante al salón, con las manos en la cintura, contoneándose con goce, como si esto fuera una pasarela y ella una supermodelo de victoria secrets―, si no fuera tan mala... tendría mi voto para el miss universo. Porque de verdad que es bellísima, hay que aceptarlo.

Aunque su arrogancia le resta puntos...

―¡Hola a todos! ―giró hacia nosotros―, Espero que Dios los haya bendecido a todos ustedes con una bella mañana ―esbozó una sonrisa amplia.

Hice una mueca. ¡Falsa!

―Es bella ahora que te vimos, muñeca ―un chico le mandó un beso con la mano.

Sexo Después De ClasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora