XVI

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XVI
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Adler

Tenía los ojos vendados y sentí mis muñecas y tobillos amarrados.

-Esto ya no es gracioso, muñeca.- Siseé.

-Me temo que la muñeca, está dormida en estos momentos.

Giré mi rostro adonde provenía esa voz, era de un hombre.

Giré mis muñecas varias veces y la venda fue arrancada de mi rostro, dejándome ver a 2 personas.

-No te cansas eh.- Me burlé.

Sus ojos verdes me miraron con furia, demasiada para ser verdad.

-Acabé con tu padre Adler, acabé con el padre de la puta y tampoco me importa acabar con ustedes dos!

-Ortega, no me interesa lo que me hagas. Mataste a nuestros padres y eso fue bajo hasta para ti -lo miré a los ojos.- Ah cierto, fue Iván quien te mató a la esposa, los hijos y la perra de Vanessa.

De un tirón me quité las cuerdas de las muñecas, sorprendiéndolo.

-Mira imbécil, vas a soltar a Arlette si no quieres que te mate en este jodido instante, ¿oíste?- Dije quitando el amarre de mis pies.

Él miró detrás de él, Arlette estaba atada a otra silla y el otro sujeto le apuntaba en la cabeza.

-No.

-Supe que cuando quisiste acabar con Iván e Isla te volviste a casar y te amenazaron con matarlos también, aquí la cosa es diferente, yo no digo, yo actúo.

Su rostro palideció y me apuntó antes de sacar su celular y hacer una llamada.

-Tus hijos estaban junto a tu esposa en Canadá, ahora están muertos.- Dije sin más.

Los ojos se le llenaron de lágrimas con lo que le dijeron al otro lado del celular y lo que le dije yo.

Saqué mi arma y rápidamente maté al tipo que le apuntaba a Arlette, ella se encontraba igual a como llegó, solo que un poco despeinada y desmayada.

-¿No te es suficiente?- Me burlé.

-Juro que los mataré a ambos, y no solo tienen a la policía detrás...también tienen a enemigos, muchos de ellos. Recuerda que antes de ustedes hubieron 2 generaciones y dejaron muchos enemigos, Adler.

Solté una risa burlona.

Caminé hasta él y le di un puñetazo en la nariz, rompiéndola en el proceso y logrando que cayera al suelo, me subí sobre él y empecé a golpearlo, lo dejé sin aire.

-Dime nombres, maldito hijo de puta!

Me dio un puñetazo en las costillas que me hizo toser y aprovechó para levantarse, pateé su abdomen y miré detrás de él un segundo antes de asentir.

Corrió hacia mi y me agaché antes de levantarlo y tirarlo al suelo, lo levanté y crucé mi brazo en su cuello haciendo presión y ahorcándolo.

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