único

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A veces para Byulyi, Yongsun es algo así como los primeros susurros del otoño.
(Con ojos castaños teñidos de melancolía y tan lejanos como las hojas caídas que el viento arrastra algunos kilómetros y cabello tan oscuro como una perpetua noche de luna nueva).

Es como pétalos secos de cerezos escurriéndose entre sus dedos, al igual que su enigmática presencia cuando llega el amanecer. Era como hojas quebradizas idénticas a las risas que emite cuando está en el garaje que Sujeong les facilitó para ensayar su baile algunos días a la semana. (Byulyi sabe que aquellas apenas audibles risas son falsas. Ella conoce las verdaderas, esas que resuenan en la pequeña habitación que comparten hasta que el sol sale, esas que hacen que su nariz se arrugue sus ojos se empequeñezcan y el dolor de los años antes de conocerse en su pálido rostro desaparezca por algunos segundos y que se sienten como el viento de la primavera).

Es como inviernos fríos derritiéndose en su presencia. Cuando sus dedos ardientes recorren hasta el último recoveco en su piel, Yongsun quién es frívolos vientos del ártico se convierte en humo cuando ellas gimen y gruñen en las noches. Entonces llega el día y el humo vuelve a su estado ártico natural y antes de irse (como siempre), es totalmente impersonal. No hay abrazos, tampoco hay fugaces besos depositados en sus mejillas, y ni una sola palabra sobre un nuevo encuentro al atardecer y así el frío doloroso se apodera del apartamento de Byulyi antes de abandonarla unas horas después para encontrarse nuevamente con la dueña de las pupilas castañas en otro día de ensayos.

Luego, mientras calienta un poco sus músculos para otro día de duros ensayos y audiciones fallidas, a un par de metros de distancia de Yongsun, puede distinguir como poco a poco se diluyen los vestigios de la felicidad infinita que las invadió la noche anterior, cuando el amor se desliza por sus yemas mientras la toca bajo las sábanas (y duele). Entonces cuando sus miradas se cruzan ve como la máscara tambalea, y su sonrisa se rompe.

Y vuelve a doler, tanto como duelen las espinas clavándose en sus pulmones. Porque sabe que ella es la responsable de las sonrisas rotas, del leve temblar de su cuerpo cuando tiene que dirigirse a ella, de la tristeza en los marrones ojos cuando se entrecruzan antes de bailar y del quebradizo timbre de su voz cuando debe hablarle porque es Byulyi quién no desea que su relación se sepa, ella la prefiere entre las sábanas, entre el brillo de las estrellas que eran silentes testigos de la entrega y la oscuridad casi infinita de los segundos antes del amanecer.

El amor es como florecer. Su madre siempre se lo decía. Ahora, ella misma lo sabe porque cuando está con Yongsun siente que en cada anochecer florece y cuándo el sol aparece, vuelve a marchitarse.

Ella piensa también que el amor no es solo florecer. El amor es como estrellas titilantes en una perpetua noche de brillante luna. Es como pájaros contra el viento alejándose sin saberlo. Era como las flores en primavera y como las olas del mar rompiendo en los roqueríos. Era como los murmullos de las luciérnagas en noches semi oscuras.

Entonces, ocurre, Yong se levanta del asiento en el que está tomando una botella de agua y suelta una excusa tan poco creíble que hasta Sujeong (que nunca parece entender nada de lo que ocurre a su alrededor si el asunto en cuestión no tiene que ver en lo absoluto con su baile o la música en general) está frunciendo el ceño. Hyejin segundos después de que Yongsun abandona el garaje se encoge de hombros y murmura algo que suena a "ya se le pasará", Wheein también desestima la dramática salida de su compañera y procede a practicar algunos pasos de alguna coreografía que Byulyi no recuerda y solo ella y Sujeong quedan pasmadas en su sitio sin tener una puta idea de que hacer, sin embargo, luego de algunos segundos Sujeong parece salir de su trance y también se decide por la indiferencia y continúa allí hablando con Wheein sobre algo que no logra entender.

Suspira. Momentáneamente, cree, que no debería ser ella quién traiga la apacible calma a los almendrados ojos de Yongsun cuando fue ella, en primer lugar, quién los perturbó tanto como para huir del garaje de Sujeong. Pero, luego, recuerda que es su voz la que siempre trae de vuelta a Yongsun después cualquier episodio de sobre stress. Incluso habían noches en las que contaba cuentos en voz alta para que Yong conciliase el sueño sin pensar demás en asuntos de todas ellas intentando encontrar su lugar en el mundo del entretenimiento coreano.

FLORECIENDO (Moonsun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora