❧Capítulo XXXII

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Samuel

Envió el mensaje antes de guardar el aparato en el bolsillo del pantalón.

Camino sin prisa hacía el departamento, disfrutando de la belleza, estilo medieval, de las calles de Alemania. La puerta sede ni bien llego y me adentro al lugar que he abandonado por meses.

Y todo por el desequilibrado deseo de estar a su lado.

Compre el pequeño departamento cuando papá murió, necesitaba espacio, alejarme de todo lo que significa ser un Wolf.

Era mi lugar seguro, donde me sentía realmente yo, sin cadenas que me atasen a nada. No era la gran cosa. Un pequeño ambiente de una habitación, un baño y cocina comedor.

Era acogedor, la decoración de los cuadros y muebles le daban el toque casero que tanto me gustaba ya que la palabra hogar había muerto con el hombre que me dio la vida.

La luz del celular se enciende al dejarlo sobre la barra y no soy capaz de ver su respuesta, prefiero esperarla. Si viene es porque están igual de colada que yo, si es lo contrario terminare con tanta jugarreta.

Los minutos siguen pasando y como un tonto, lo único que hago, es verificar si todo está en orden. No soy un principiante, por lo que no entiendo mis propios nervios.

El timbre suena y las manos me tiemblan mientras giro la perilla de la puerta principal, ni siquiera hace falta comprobar de quien se trata.

Ella está ahí, del otro lado, con esa inusual inocencia que se carga, encendiéndome todo por dentro. Nunca sentí tanto deseo sexual como siento por la mujer de mi hermano.

Nuestras miradas se encuentran cuando la puerta se abre y la invito a pasar con un movimiento de cabeza.

Ingresa dudosa, firmando el pacto que nos hará arder en el infierno. Cierro la puerta reafirmando que, por ella, mataría al propio rey del infierno.

—¿Cómo hiciste para escaparte de los guarias?pregunto acercándome a ella. 

No quiero apresurar las cosas por lo que le doy un pequeño beso en la mejilla.

—No fue complicado. Cuando era pequeña me escabullía fácilmente responde de una manera que la hace ver más tierna.

Me rio de lo que dice y es que imaginarla en esa situación me enloquece. Me hubiera gustado conocerla antes, ser parte de su vida y hacer las cosas de otra manera.

—¡Cuéntame más!la incentivo mientras le extiendo un vaso con agua, por su estado no pude tomar alcohol.

Comienza a hablar sobre todo lo que hacía de pequeña con su amiga de la infancia. Estudio cada gesto, cada pequeño movimiento guardándomelo para mí.

—¿Me estas escuchando?pregunta enojada mientras mueve su mano delante de mí rostro.

—Cada palabra miento.

—¿De quién es el departamento?indaga mientras mira todo lo que la rodea.

—Mio.

—¿Enserio?

—Pues clarofrunzo el entre cejo al ver que no me cree. —Soy un Wolf, el dinero no es problemaagrego.

—Es muy lindo, me gusta muchose sincera.

—A mí me gustas vos – suelto.

Las mejillas se le tiñen de rojo por la vergüenza que mis palabras le causan.

Rojo CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora