The baby Amy

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2:13 AM

Los ronquidos suaves y pasivos del mayor de la pareja se escuchaban en la habitación. Dos individuos que se amaban, compartiendo cama en un suave y cómodo abrazo, disfrutando de la perfecta tibieza de sus sábanas.

Mmgh... Mggh Bahb... Baabaah... Mmmjhhmm ¡BUAAAAAAAAAH!— Algo rompió la paz. Un melodioso llanto.

—Mmm...—

—¡BUAAAAH AAAAHHHH!—

—Mmmmm...— . —...Te toca...—

—¡WUAAAAAAHHH!—

—...— Un cuerpo -el más grande de los dos- se removió unos centímetros.
—¡WUAAAH EUAAWUAAAH!—

—...— Segundos después los ronquidos regresaron, bajito, como temiendo ser escuchados.

Su acompañante, un Omega pelirrojo de cuerpo menudo y marcado, con las caderas ligeramente notorias y barba de tres días, se terminó por separar. Los persistentes llantos continuaban y se desesperaban a cada segundo que pasaba. —¡Frank ya veee!—

—Mmm...— "Frank", un alfa de espalda casi tan ancha como la mitad de la cama, cabeza y media más alto y gruñendo áspero y seco -producto del sueño-, se movió tan solo dos centímetros más.

—¡AAAAAHHHHHHHHHH!— De un momento a otro el llanto rítmico se convirtió en un grito molesto.
—¡Francis lárgate a verla AHORA!—

Una patada fuerte y certera, dos empujones y el mísero movimiento que Frank quiso dar en protesta fueron suficientes para hacer que cayera de la cama estrepitosamente.

—Carajo Rojo, ¿Por qué no vas tú?—

—¡Hablamos de ésto ayer, los turnos deben respetarse!—

—¿Cómo voy a saber si de verdad es mi turno si tú siempre jodes con que vaya yo?—

—¡FUEEEERA!— Bramó el menor, con el rostro casi tan rojo como su cabello. Ambos estaban acostumbrados a ésas discusiones, la tortuosa realidad era que Frank siempre caía rendido nuevamente a los pocos minutos de balbucear un inconsciente "Ya vooy" y su esposo terminaba atendiendo el 70% de las ocasiones a la pequeña Amy, de 4 meses de nacida y tan demandante como su holgazán padre.

Un nuevo grito-llanto desde la habitación contigua obligó a Frank a ponerse de pie. No podía culpar a Mattew, no había dormido debidamente desde hace más de 5 meses.

—¡Amy es suficiente!— Frank abrió la puerta con los ojos en rendija, encendió la luz y como arte de magia la pequeña bebé de dorados cabellos guardó silencio. —Ven, vamos a ver qué ocurre contigo...— Le susurró en ése tono ceremonial que ocupó durante todo el embarazo con Matt para evitar rabietas con el alborotado pelirrojo. —Parece que tenemos un premio aquí eh... ¿Cómo arreglaremos esto?— Como cada vez que cuidaba al bebé Amy, comenzó a hablar al viento y la pequeña lo miraba como si entendiera cada palabra.

—Brrrh— Hizo trompetillas y feliz se dejó cargar y acomodar en el cambiador. Movía sus piernitas y sus manitas sostenían firmemente uno de las manos de Frank -Tomando lo que su manita alcanzaba a cerrar, un dedo- mientras éste rebuscaba los pañales y las toallitas húmedas. —Papi me contó el otro día que tomas leche como un becerrito, yo odiaba la leche cuando tenía como diez ¿Sabes?, me gustaba decir que ya era un tipo grande y la leche era solo para bebés... Como tú campeona...— La bebé sonrió entretenida con las gesticulaciones que su papá siempre hacía cuando comenzaba con una de sus anecdotas. Lo que Frank tenía era que entre más ocupadas tuviera las manos, más palabras salían de su boca, y cuando dejó el pañal cambiado y a la pequeña Amy dentro de su cuna, la conversación tuvo terminar con un beso en casa mejilla de la bebé -gestos que no podía evitar, Amy se convirtió en su adoración desde la primera vez que la vió en el hospital de los Banner-.

—Vamos cariño, debes dormir aún faltan dos horas para la hora de tu mamila... ¿Queres que te acurruque?...— Frank se detuvo frente a la cuna, la bebé lo continuó observando. Una mano grande y tosca -contrastando con el bonito rosa pastel de la cuna de Amy- comenzó a mecer con suavidad. Sus ojitos se fueron cerrando al compás del tarareo de alguna canción country del amplio repertorio que Frank se sabía de memoria. —Esa es mi niña...— Un beso silencioso fué dejado sobre su frentecita.

Se levantó sigiloso -a lo que más podían sus descalzos pies- abrió y apunto de cerrar la puerta detrás de él...

—¡Wuuuuaaaaaahhhh!—

La cabeza de Frank se suspendió hacía adelante en el aire. Dió un laargo suspiro. Matt podría despertar y preocuparse... Y lo último que Frank necesitaba era un esposo molesto con él que no quiera tener noches de amor marital bajo las sábanas.
Giró sobre sus talones y caminó hasta la cuna, ésta vez la pequeña Amy no guardó silencio sino hasta que estuvo acurrucada en los frazos de Frank. —Parece que alguien quiere dormir con papá y papi ¿No es cierto?— Y sorprendentemente, Amy le sonrió... ¿Qué tan inteligente podía ser? El solo pensarlo le asustaba.

—Vaaamos entonces...— Tomó la cobija de su cuna y avanzó hasta la recamara principal, apagando luces en el proceso. —Dormarás en medio pequeña Amy, conoces la rutina, no te pegues demasiado a mí o te aplastaré.—
Las trompetillas y la grave risa de su esposo e hija acabaron por espabilar a Matt, quien con un respiro pesado y exaltado se giró y abrió los ojos.

—¿Frank?... — Su atención cayó en el sonriente capullo que mordía su manita con enjundia. —Hola cariño... ¿Papá no supo dormirte otra vez?— La risa de la bebé delató a un enternecido Frank. Nunca se cansaría de verlos, Mattew despeinado y sonrosado acomodando a la bebé entre sus cobijas, los dos amores de su vida. —Deja de vernos así, puedes asustar a Amy.—

—¿A si? Y dime rojo ¿Por qué la asustaría?—

—Puede pensar que nos quieres comer.— . —Quizá no estés muy alejado de la realidad.—

Ambos se sonrieron. Amy comenzó a mecerse con las risas que sus padres soltaron casi como un susurro. Ambos se besaron con suavidad, algo demasiado tierno, demasiado íntimo. Algo que Francis adoraba de su ardiente esposo -siempre que se lo proponía terminaba siendo condenadamente besable, amable, adorable-.

Amy durmió ésa noche siendo abrazada por Mattie. Frank acabó olvidando todo a su alrededor y cayó rendido nuevamente a los pocos minutos, la habitación acabó en la delicia de su silencio con Mattew Murdock sintiendo a Amy, acariciandola con la delicadeza de una flor, después sintió a su tosco y enorme esposo... ¿Cómo es que Amy siendo tan dulce y tierna se parecía tanto al temido Frank Castle? Una sonrisa surcó sus labios antes de seguir al otro par con los ojos cerrados. Dormir para no despertar a la mañana siguiente, alborotados porque a Frank nuevamente se le hizo tarde.

Micro estaría pitando afuera, estresado porque seguramente había reportes que entregarle a Madani. Ya podía escuchar a Frank molesto gritar sus típicos "Con un carajo David solo cinco minutos, ¡Cinco minutos!" .
Micro se desesperaría y entraría molesto para apresurar lo que sea que estuviera haciendo Castle, saludaría a Amy -bien acomodadita en su periquera- con un beso en su cabecita al igual que a Mattew -haciendo malavares para acomodarle la corbata que siempre terminaba botada en algún sitio de su oficina antes de las 2 pm.- 

Una clásica familia tan llena de amor y felicidad... bueno, no tan normal... En algún punto, quizá dentro de diez o quince años, los problemas los alcancen, ¡Pero ey! Nada que Papá y papi no puedan arreglar.

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¡Santo infierno! ¿Fué demasiado tierno? No lo sé, tenía ésta idea con mucho amor en mi mente. 

Toma ésto como un respiro de desgracias, aquí los finales tristes ni tragedias, leelo con amor, piensa en una comedia romantica ¡Y solo aquí está! 

Si te gustó hazmelo saber con un voto ¡Y no olvides comentar si tienes algo en mente, cualquier cosa puede suceder mientras un bebé crece ¿No es así?! 

Y RECUERDA ¡LOS AMO POR LEER!

Dad & DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora