Único

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En un reino muy, muy lejano vivía un pequeño príncipe de cabellos negros y largos con una apariencia tan hermosa al igual que él, o bueno, a los ojos del pequeño caballero Kim.

—¿Podrías dejar de hacer eso?

—¿Hacer qué, Hyunjin?

—Mirarme todo el tiempo. Oh, y también deberías dejar de hablarme informalmente, soy el próximo Rey. —se enderezó y puso una expresión más seria.

—No podría dejar de mirarte, nunca, es que eres tan... —intentó recordar una palabra bonita que su padre le había dicho a su madre por la mañana—. Radiente.

Hyunjin frunció el ceño.

—Oh, creo que no era así. —se rascó la nuca y siguió intentando recordar—. ¿Radionte? No, espera, creo que era... Raciante.

—Radiante, Kim, RADIANTE. —contuvo una sonrisa y miró a su menor, quien asentía frenéticamente.

—Exacto, radiante. Eres tan radiante, que incluso el mismo sol brilla más que tú.

—¿Se supone que eso tendría que ser un halago?

Entonces Seungmin se dio cuenta de la tontería que acababa de decir, aunque, si era sincero, no le importaba mucho actuar como tonto frente a Hyunjin.

—Cierto, eso no podría ser un halago. Uh, quería decir que tú brillas aún más que el sol y que todas las estrellas juntas, iluminarías todas las lunas existentes y no habría oscuridad en el espacio.

Las mejillas del mayor se tornaron de un color rosado, bastante ligero, pero que Seungmin había notado por completo.

—¿Qué tal eso? Es un buen halago, ¿cierto? —preguntó y Hyunjin se encogió de hombros mirando a otro lado—. Se lo diré a la princesa Yeji cuando la vea.

Los ojos de Hyunjin se abrieron de par en par, negando con la cabeza un tanto enojado, la sola idea de que Seungmin se acercara a su hermana no le agradaba para nada.

—No puedes hacer eso.

—¿Por qué no? Estoy seguro de que le gustaría escuchar algo así, ella es muy lind...

—No, no, no.

—Claro que lo es, entonces, ¿por qué no debería decírselo?

Seungmin solo quería hacer enojar un poco a Hyunjin, le encantaba ver como fruncía su ceño y como esos ojitos lo miraban de esa forma, junto con sus mejillas rosadas, se veía tan lindo.

El pelinegro se encontraba pensando en alguna excusa para que su caballero no le dijera aquellas palabras a su hermana, pero simplemente no encontró ninguna.

—Porque tú...

Cerró sus ojos un momento y antes de que pudiera volver a hablar Seungmin se acercó a él y depositó un pequeño besito en su mejilla.

—Lo sé, príncipe, lo sé. ¿Desea algo más? —
esta vez habló formalmente.

Un pequeño silencio se plantó en aquella habitación, Hyunjin se había puesto tímido, algo que solo podía lograr Kim Seungmin, entonces le costó un poco volver a hablar sin tartamudear.

—Quiero, uh, yo... —reprimió las ganas de decirle que quería otro beso—. Yo quiero un diente de león.

Así que, con una sonrisa en el rostro, el castaño se levantó del suelo y se apresuró a ir hasta la puerta, la abrió y se giró para ver a Hyunjin.

—Ahora vuelvo, príncipe.

De nuevo, le habló formalmente, pues fuera
del cuarto habían unos guardias que si lo escuchaban hablarle al príncipe como acostumbraba seguro le avisarían al rey sobre aquello y lo reprenderían, estaba más que claro que no quería aquello

Dandelions | HyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora