Samael contemplo con inquietud la habitación. Su mirada se centró en los cuerpos que yacían en la cama, para luego desviarla a la sangre que goteaba de los mismos y creaban un río hacia él.
La escena era perturbadora.
—¿Dónde está ella? —pregunto, al grigori a su lado.
—En el salón.
—¿Qué hace ahí? —pregunto con confusión.
Él grigori bajo la mirada al suelo, como si intentara no pensar en ello.
—Creo que es mejor que lo vea por sí mismo —fue su única repuesta.
Samael, giro en sus talones y dirigió al salón, y tan pronto abrió la habitación, el mal olor inundo sus fosas nasales, ante el fuerte olor de sangre. Intentando no prestarles atención a los cuerpos en el suelo, y los charcos de sangre bajo ellos, la busco con la mirada, encontrándola de piel cerca de un ventanal, contemplando el horizonte, mientras el vestido blanco se pegaba a su piel ante la sangre.
—No importa cuando beba, sigo teniendo hambre —murmuro, para seguido girarse.
Samael contemplo con más interés su imagen, su pecho estaba salpicado de sangre, y sus brazos y manos iguales, pero su rostro estaba instante, luciendo radiante y bello.
—¿Por qué estás triste? —preguntó, y antes de darle una repuesta, Calix ya había entrado a su mente—. Eso fue muy cruel de su parte —avanzo hacia él—, ellos deben pagar, te lastimaron mucho, tú no lo merecías.
El grigori no dijo nada, solo la contemplo.
—¿Quieres que caigan? —se aceró a él y comenzó a rodearlo— puedo hacerlos caer.
—Porque me ayudarías —preguntó el ser.
—Porque será divertido —expuso, pasando sus dedos manchados por los hombros del grigori—. Quizá me usaste, me lastimaste, pero no soy de las que guarda rencores, pero tú si, y eso es emocionante.
Su mirada, la sonrisa que portaba eran las del mal viviente.
—Uh, tu corazón late muy rápido —expuso— ¿tienes miedo? —pregunto—, de mí —agrega.
Ante su falta de repuesta, una sonrisa curva sus labios.
—Nos vemos en la cena, muero de hambre —dicho eso, lo rodeo y salió del salón.
Samael dejo viajar la mirada a los cuerpos, Calix se estaba volviendo un dolor de cabeza, al paso que iba reduciría el número de tenebris de lo que ellos han reducido en ataques a los lux animae en la última semana.
Se llevó la mano a la cabeza, estresado, preguntándose qué demonios le había inyectado Mabe, y porque si portaba un alma celestial no podía dominar los efectos que oscuridad. ¿Realmente Calix se había vuelto oscura y con ella su alma?
Un grito de frustración escapo de su garganta. Maldito arcángel, si hubiera aceptado un intercambio no tendría que lidiar con Calix y tendría a Semyazza en sus manos.
🪶🪶🪶
—¿Por qué no aceptaste su trato? —preguntó Gabriel—. Pensé que Semyazza no te agradaba y estabas dispuesto a todo con tal de cumplir la misión, que es terminar con la vida de Calix.
—Semyazza es un traidor, y Calix un peligro, pero...
—¿Pero qué?
—Samael debe sobrellevar las consecuencias de sus actos. Tanto él como Semyazza ocasionaron este caos, que se le atribuyo en múltiples ocasiones a Calix, quien siempre fue solo una víctima más.
—Calix no es una víctima, ella también tiene responsabilidad sobre esto, y más ahora.
—En ese caso nosotros también Gabriel —expuso.
—¿Qué sucede contigo Miguel?, hace unas horas tenías un objetivo, una idea clara, y ahora solo has cambiado de parecer.
—Lo sé, yo también estoy confundido, pero mirar los ojos de Samael me hizo darme cuenta... ni siquiera puedo describirlo, lo único que puedo decir es que con ellos inicio esto y con ellos debe terminar. Ahora si me disculpa iré a descansar un poco, esto me tiene agotado.
🪶🪶🪶
Samael se encontraba sentado en su trono, contemplando a través del balcón las montañas a la distancia, pensando en la propuesta de Calix.
—¿Qué está haciendo Calix en este momento? —preguntó, al grigori a su lado esa noche.
—Cenando, señor.
Samael se puso de pie en dirección al comedor, con paso tranquilo. Quizá en este momento Calix estuviera creando una masacre, pero la idea lo fastidiaba, no podía actuar contra ella, porque hoy se convertiría en su más grande aliada.
Al abrir las puertas del comedor, la chica dirigió su mirada a él. Para sorpresa del hombre, la chica estaba sentada en la larga mesa, la cual estaba llena de aperitivos. Sospechando que sus acciones pasadas las hacía por diversión.
—He tomado mi decisión —expuso— acepto tu ayuda.
Una sonrisa curva los labios de Calix, satisfecha con su decisión.
—Y dime, ¿Qué haremos primero? —aparto el plato frente a ella y contemplo con interés, recargando sus codos sobre la mesa.
—Quiero que me traigas a Semyazza, y tomes su alma.
🪶🪶🪶
Los chicos avanzaban por los oscuros pasillos, siendo el resonar de sus zapatos y la escandalosa tormenta que se desataba en la ciudad su compañía.
Sus sombras se reflejaban de forma macabra ante la luz producida por los relámpagos, y la débil iluminación que proporcionaban las velas de petróleo, causando tensión en la atmosfera. La mirada de Flynn se desvió al cristal de una de las ventanas, al percatarse de la vibración que producían, ante el fuerte viento, capaz de derribar los árboles más débiles.
Y a pesar de que nadie opinaba sobre la tormenta de esta noche, todos sabían que era anunciante de mal presagio. De esa desastrosa guerra que se avecinaba. El sonido de un rayo caer hizo detener a Ariel, quien se acercó a la ventana más cercana, en donde contemplo el árbol más antiguo de la ciudad de luz envuelto en llamas.
Se apartó con rapidez de la ventana al ver que algo se dirigía a ellos. Un cuerpo atravesó el cristal y cayó sobre la alfombra roja del pasillo convulsionándose.
Ante de que alguno pudiera opinar sobre lo sucedido, más cuervos comenzaron a estrellarse contra las ventanas, salpicándolas de sangre, y aquellos que lograban atravesar los cristales, se impactaban contra las paredes del pasillo y suelo.
Los chicos voltearon a ver a Ariel con preocupación, en espera de alguna orden.
—Esteban, Lailah regresen con Matis, el resto sígame —ordeno, apresurando su paso.
Nadie sabía si este nuevo plan funcionaria, pero debían intentarlo. Ni siquiera entendían por qué no lo habían intentado en un principio, o cuál fue el momento en que se olvidaron de Calix era el objetivo.
Ariel se adentró a la habitación y dirigió a todos a la puerta secreta, la cual levanto e hizo la señal de que entraran.
Pero en esta ocasión las antorchas no se encendieron de inmediato, algo que confundió a Ariel. Algo está sucediendo en la ciudad.
—Axel, Anyi —miro a los chicos— vengan conmigo. Flynn, vigila la puerta —el hada asintió.
Los chicos descendieron luego de Ariel, quien los guio con precaución por aquella inmensa oscuridad que reinaba el túnel.
Al llegar a la ubicación, el ángel se detuvo, al sentir una presencia extraña, antes de que lograr ordenar a Axel encender las velas, estas se encendieron, revelando a una chica de melena larga y vestido negro, portadora de una mirada oscura y sonrisa perversa.
—Cuanto tiempo sin verlos —murmuro Calix.
GRACIAS POR LEERME
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Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐
FantasíaLa era de la extinción se acerca, con el final de la guerra. Nadie sabe quién ganará, o si quizás habrá un ganador. Lo único que saben es que la vida y el amor están en juego, junto con secretos del pasado. ¿Quién lograr sobrevivir en la guerra?, ¿...