Capítulo único

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Escrito hecho por pura diversión y entretenimiento (como todos mis demás escritos) pero este en particular no está escrito en serio.

Algunas advertencias:
Posiblemente ooc.
Au.
Trata de ser chistoso, pero no lo es.
Tiene escena nsfw.
Mamá Kenjaku está loca.

Gracias a Kei por la portada y por ayudarme a decidir el desenlace, te amo Kei♡

Agradezco profundamente a los que me motivaron a escribirlo, pero en especial a -Keihua y a Koldty

Nunca pensó que volvería a un lugar como ese. Pero aquí estaba esperando pacientemente en la recepción.

¿Pudo haber esperado en su auto? Sí, definitivamente, pero no iba a estar en paz esperando en su automóvil. O, eso pensó, pues, el tiempo se le pasaba demasiado lento.

La recepcionista no paraba de mirarlo raro. ¿Y cómo no? cuándo se presentó de una manera muy poco usual junto con su querido retoño y su no tan querido yerno.

—Buenas tardes. Quiero una habitación.

La joven no alzó la vista, se encontraba tecleando, verificando que los clientes no pasaran en las habitaciones más del tiempo por el que habían pagado.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó la fémina.

—¿Cuánto tiempo piensan estar ahí, chicos? —Mamá Kenjaku se dirigió hacía su hermoso rayo de sol, el cual tenía la cara entintada en un color rojo cereza.

Se ocultaba detrás de su —para su buena suerte— alto novio. Quien no mostraba ni un ápice de vergüenza. Tenía una mano metida en su bolsillo y en la otra sostenía su tarjeta, listo para pagar la habitación. Una amplia sonrisa adornada su rostro. Estaba ansioso.

La chica no reaccionó a la pregunta en plural, estaba acostumbrada a que llegaran tríos de personas, o incluso grupos más grandes.

—¿Hay algún límite? —cuestionó—. Por que estoy dispuesto a pagar millones por no irme de aquí nunca.

—¡¿Podrías tener un poco más de vergüenza, al menos frente a mí?!—gritó enfurecido el único pelinegro. Quería mandar todo a la mierda y llevarse a su bebé lejos de esa rata albina de pacotilla.

—Usted pidió que fuera totalmente honesto y transparente cuando hablara con usted. —Y tenía razón, pero eso solo despertaba más la ira de Mamá Kenjaku.

—¡Pero yo no me refiera a-!

—¡Basta, por favor! —gritó Yuuji, asomando sus cabellos de algodón de azúcar—. Mamá no hagas una escena, no aquí, te lo ruego. —Ni siquera se atrevió a abrir los ojos, quería evitar las miradas curiosas.

La recepcionista apartó la vista de su computadora. ¿Había escuchado bien?, ¿ese joven le dijo Mamá a él hombre de largos cabellos ónix?

Su cara era una obra de arte. Algo que no pasó desapercibido para Gojo. Soltó una carcajada limpia al observar a su alrededor.

—Lo siento, cielo, y-yo.

Yuuji no la dejó acabar, alzo su palma en signo de que guardara silencio. Para él ya era demasiado vergonzoso que su madre lo acompañara al motel. Tomó la black card de su novio y se acercó a la recepcionista.

—La habitación de lujo, dos horas. La que esté más lejos de la recepción y de la calle, gracias.

Gojo solo dígito un par de números para que quedará todo en orden. Tomo al estilo nupcial a su tomatito.

Misión de MadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora