Un rugido atronador resonó en la zona de las gradas desde donde las águilas observaban el partido.
Era el primero de la temporada, Ravenclaw contra Hufflepuff, y estaba en su máximo apogeo.
Las águilas iban perdiendo por 30 puntos, las bladggers iban y venían sin control alguno, y el huracán que parecía haberse adueñado del campo no era muy normal por esas fechas. Hacía un viento de mil demonios que hacía que las escobas apenas pudiesen ser controladas y la visivilidad era la misma que la de un miope con cataratas. Por si el quidditch no fuese ya lo sufientemente violento.
Aunque acababan de hacerle una falta a Ravenclaw. Hufflepuff estaba más agresivo de lo habitual.
Aquel que pensase que los partidos de Gryffindor contra Slytherin eran los que más violencia tenían debido a su eterna rivalidad, estaba muy equivocado. Un par de jugadores habían sido cambiados por lesiones en ambos equipos, las gradas estaban más caldeadas de lo habitual, y Gryffindor y Slytherin animaban divididos.
La mayoría quería que ganase Hufflepuff, para variar. Y es que esos dos últimos años Ravenclaw estaba que arrasaba.
El año pasado no ganó la Copa de Quidditch porque no sabían hacer frente al sorpresivo juego sucio de las serpientes. Aquel año tenían una buena alineación, no hubiese hecho falta que usasen tretas o hiciesen faltas para tener una posibilidad de ganar, pero un par de alumnos de séptimo año ( de esos que se metían con niños de primero por simple divertimento, o se dedicaban a empezar duelos cada dos por tres con algún crío de otra casa que pasaba por ahí ), creían que la única manera de ganar y hacerlo más entretenido era haciendo trampas.
Realizar unos cambios estratégicos en el reglamento, según ellos. Unos figuras que, por suerte, se graduaron el año anterior.
Aunque el golpe demoledor que sentenció la derrota de las ágilas en aquella final, sin duda fue la caía del número 10 de su escoba. Poco más y se transforma en puré azul. Después de eso, las ágilas se acobardaron. No querían que Slytherin enviase a nadie más a la enfermería...
Otro atronador rugido se escuchó como respuesta a los 10 puntos obtenidos por Ravenclaw.
—¡Vamos, Rob!¡Machácalos!—gritó una alegre rubia de ojos verdes.
Sin embargo, el grito de una pelinegra con más parecido a un pitufo gigante que a un estudiante corriente, resonó por encima del de la compañera sentada a su lado.
—¡SÍÍÍÍ!¡CHUPÁOS ESA, ESTÚPIDOS TEJONES!
También había una chica morena de pelo corto que maldecía internamente el tener a una amiga con tan poco sentido de la vergüenza. Bien podía bañarse en ropa interior en el Lago Negro un caluroso día de verano, o empezar a cantar en mitad del Gran Comedor el Cumpleaños Feliz a pleno pulmón, que la dignidad de la chica siempre seguiría aparentemente intacta.
Todo lo contrario a ella, que la ignoraba deliberadamente ante tal espectáculo, intentando hacer que no la conocía en absoluto.
Su amiga rubia le dio una mirada condescendiente y alegre a partes iguales.
—Vamos, Ca. Saca tu espíritu Ravenclaw, tienes que animar a nuestra querida Rob —dijo intentando hacerse oír sobre los gritos de los espectadores del partido. Luego, le dedicó una mirada divertida a su amiga que saltaba eufórica a su lado mientras animaba a su casa —. Mickey lo está dando todo.
Esto último lo dijo dando una sarcástica mirada a su amiga pelinegra que, vestida completamente con los colores de su casa, animaba con la fuerza de un ejército animadoras.
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Guía para sobrevivir en Hogwarts.
FanfictionGuía para sobrevivir en Hogwarts. Infalible contra dragones, pelotas de quidditch asesinas, profesores demoníacos y mucho más. El 67% de las personas que siguen los consejos de este sabio libro sobreviven a Hogwarts. (Más o menos.)