Capítulo Único

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Trigger Warning: Suicide/Suicidio


Hay pocos momentos en la vida de uno –incluso pueden llegar a ser nulos— donde tienes la oportunidad de escuchar el vivo y verdadero sonido de un disparo cerca de ti. Tantos días, suponiendo que solamente han pasado 'días' desde que ha estado adentro de aquel infierno, en los que ha escuchado una y otra vez junto con gritos de terror. Donde se veía en la obligación de mantenerse fuerte, evitar a toda costa parecer débil. Pero este disparo no logró evitar que sus ojos se cristalizaran.

"Jugador 199, eliminado."

El sonido de la pistola trabajar jamás le había escamado tanto como aquel. Por supuesto que brincaba al sonido de éste cuando lo tenía cerca. Pero este era, podía considerarlo, lejano. La sorpresa del disparo no fue lo único que lo atormentó, la presión en el pecho no era lo único que le ayudaba a mantener una apariencia fuerte. Lo atormentaba era el grito que repetía en su cabeza.

"¡Hyung! ¡Sang-woo! ¡Sang-woo Hyung!"

El guardia de la máscara con signo de un triángulo lo estaba esperando frente suya a que avanzara. Miró un momento hacia el suelo en lo que lograba respirar, con la pesadez de su garganta logró pasar saliva y siguió al guardia con la cabeza en alto. No podía olvidarlo, en este juego, lo que menos quiere uno es mostrarse débil.

Regresó junto con el grupo de los sobrevivientes del juego de las canicas, de vuelta a la jaula de roedores, donde se preparan para el siguiente juego. Sentía que los pies como pesas, la única manera de moverse era arrastrándose. Igualmente, levantaba un poco la rodilla para ayudarse. La forma en cómo camina una persona dice mucho acerca de su seguridad. Quería mantenerlo así por encima de los demás.

La multitud paró, dejando escuchar una voz que pensaba que no volvería a escuchar por el resto de su permanencia en este lugar. Era aquella mujer "Han Mi-nyeon". Seguía viva. Los guardias no la asesinaron.

- ¡El eslabón más débil! – Reía. Borró la sonrisa un momento. – Bueno, dijeron que es una regla hermosa, que tenían los niños, para que el chico más débil no quedara excluido. Dios, maldición... ¿No es genial? – Volvió a reír, pues los rostros de sorpresa y enojo se mostraban sobre ella. Propiamente, como diría un niño, "como una loca".

Como si no quisiera creérselo, Sang-woo miró hacia la pantalla que mostraba la cantidad de dinero acumulado y los jugadores restantes. "17". 17 jugadores restantes. Cuando se supone que deberían ser 16. Miró nuevamente a la mujer que se reía con un encanto peculiar. El apodo de "El eslabón más débil" le salvó la vida.

No. Aún faltan juegos. Aquel apodo no le ayudaría a sobrevivir por mucho tiempo. Ni por saber el juego más temprano, y jugar con ella en vez de Ali y decirle que se quede atrás, que no juegue con nadie, que se lo agradecería, que lo mantendría vivo por más tiempo. Un poco de más tiempo.

¿En qué estaba pensando? Qué tontería.

La hora de comer fue silenciosa a comparación de los últimos días. El eco de las mordidas lentas, del poco movimiento que hacían en sus butacas, resonaba en la habitación, pero estas no daban importancia. Mientras comía de la patata blanca que tenía en la mano volteaba a ver a su alrededor. Las caras eran irreconocibles, se les notaba el cansancio en los ojos. Mientras que en otros rondaba el arrepentimiento, la plegaría por recibir un perdón divino, lo que sea para no sentirse de la mierda. Miró hacia la chica, Sae-byeok, daba pequeñas mordidas, mirando hacia abajo. Los ojos rojos e hinchados daban a entender que había llorado más temprano. Miró a su derecha, su amigo de la infancia, Gi-hun no estaba comiendo, pero estaba en el mismo estado que Sae-byeok. También había llorado. Se habían encariñado con las personas con quienes jugaron. Miró su patata, apenas la había mordido. Le dio otra mordida. Pequeña, pero lo era. Lo suficiente para mostrar que aún podía continuar.

Don't Forget| One-Shot | Cho Sang-woo x Ali AbdulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora