CAPÍTULO 6

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Harry salió del despacho de marketing con cara de pocos amigos. Era la misma cara que había puesto al hablar con el asistente de Recursos Humanos antes de salir de su casa.

–Ha llegado una referencia tardía del asistente que has contratado –le había dicho Cameron por teléfono–. Louis Tomlinson, ¿no? Parece que ha estado escondiéndonos algo deliberadamente, y el gerente dice que hay algo que deberías saber de él. No me ha dicho qué es, pero insinuó que a lo mejor te hace replantearte tu decisión de contratarlo.

El tono triunfal con el que Cameron pronunció las palabras no pasó desapercibido para Harry. Sabía que el asistente del gerente de Recursos Humanos estaba enamorado de él y, al parecer, no veía con agrado a Louis.

–Seguramente no te ha llamado él mismo porque ha estado en una reunión, pero me dijo que quería verte en cuanto llegaras.

Harry había conducido como un demonio para llegar cuanto antes a las oficinas de la empresa.

Esos brotes de amnesia selectiva que Louis parecía sufrir cuando la conversación daba un giro poco conveniente siempre le habían resultado sospechosos. Y el incidente del libro tampoco había augurado nada bueno.

Se había comportado como si jamás hubiera visto el volumen de poemas, como si no recordara en absoluto la desafortunada escena que ese volumen había causado. Incluso había hecho comentarios acerca de su estado, como si no supiera cómo había llegado a estar así.

Ya en el camino de vuelta, mientras conducía entre los vehículos que congestionaban las concurridas carreteras a hora punta, Harry repasó mentalmente todas sus sospechas y las comparó con todo lo que acababa de averiguar. Llevaba el aire acondicionado al máximo para contrarrestar el asfixiante calor que sentía.

Había sospechado que los lapsus de memoria realmente no eran fingidos. Había llegado a creer que había tomado el mismo camino que su madre, que su problema tenía algo que ver con el alcohol, o con algo peor...

Apretó a fondo el pedal de freno para no chocar con un coche que acababa de cambiarse de carril sin haber puesto el intermitente. Con rapidez y agilidad al volante, señalizó la maniobra y adelantó al temerario vehículo a toda prisa.

Cuando hubo llegado a la oficina del centro de Londres, ya estaba seguro de ello, convencido, pero se había equivocado. Lo que el gerente le había dicho le había helado la sangre.

Jamás hubiera imaginado algo parecido.

*

Louis se había topado con el pequeño banco de madera por accidente. Estaba situado entre los sauces y un puente de piedra que cruzaba un arroyuelo, escondido tras un enrejado de madreselva salvaje.

Era como el rincón secreto de alguien.

No pudo resistir la tentación de sentarse. Hacía calor, se quitó la bufanda, y se volvió hacia el sol. Sus sentidos estaban atentos al aroma de las flores, al gorjeo del agua, al calor palpable del sol de media tarde de un día cualquiera de verano.

La tranquilidad era como un bálsamo que calmaba los pensamientos más turbadores, los que lo habían atormentado desde el momento en que Harry se había marchado.

¿Cómo había podido olvidar que había sido él quien le había dado ese libro? Era una edición especial que el mismo Harry le había comprado, consciente de que Byron era uno de sus poetas favoritos. Seguramente había tenido que ahorrar bastante para comprar el volumen. Su sueldo no daba para mucho por aquella época.

¿Pero por qué no se lo había recordado? ¿Por qué no le había dicho nada? ¿Por qué estaba el libro en esa estantería y en tan mal estado?

Incapaz de rellenar las lagunas en su mente, finalmente se dio por vencido y decidió regresar a la casa.

EL RECUERDO DE SUS CARICIAS [LS AP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora