CAPÍTULO 13

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«Mi hijo y yo tenemos que ponernos al día».

Eso le había dicho Harry durante el camino de vuelta aquel día y se había asegurado de cumplir con su palabra. Tras haber reorganizado su agenda de trabajo, se había tomado una excedencia de una semana para poder estar con Eddy. Estaba decidido a ser un padre presente.

El niño se había alegrado mucho cuando ambos le habían contado que el amigo de su papi era su segundo padre. Harry había insistido en estar presente. Y tenía derecho a ello. Louis había sentido un gran alivio al poder contar con él a la hora de decirle algo tan importante al pequeño.

Sin embargo, no había logrado acostumbrarse aún a esa implicación continua en la toma de decisiones que tenían que ver con el niño. Eddy veneraba a Harry y le miraba como si siempre hubiera formado parte de sus vidas.

–Sé que quieres ser autosuficiente, y que no quieres depender de mí, Louis –le había dicho el día que habían decidido hablar con el niño–. Y lo siento. Pero yo no funciono así. Ahora tengo una responsabilidad contigo, aunque solo sea por mi hijo, así que vas a tener que aceptarlo.

Louis no dijo nada, pero sí opuso resistencia a la idea de trabajar para él. Ya era una tortura muy grande tener que verle regularmente compartiendo deberes de padres y no quería tener que soportar el suplicio de verle a diario en el ámbito profesional, sobre todo cuando estaba tan claro que sus sentimientos jamás serían nuevamente correspondidos.

Le había abierto su alma aquella tarde cuando le había dicho la verdad sobre Eddy, y sin embargo Harry no había vuelto a insinuarle ni decirle nada acerca de sus sentimientos para con él. Era evidente que de Louis no quería nada más que la estricta relación que le confería ser el padre que dio a luz a su hijo.

Cuando Harry iba a buscar al niño para llevarle a dar una vuelta, él hacía todo lo posible por no dejar que las emociones la traicionaran. Evitaba mirarle a los ojos cada vez que le sentía observándolo y hacía todo lo posible por esconder lo mucho que lo afectaba el más mínimo contacto físico.

–Relájate –le había dicho un día.

Iban a comprarle algo a Eddy y Louis se había empeñado en sacar la tarjeta de crédito para pagar, pero él le había agarrado de la mano para impedírselo, el contacto físico lo había hecho sobresaltarse. Harry, sin embargo, había malinterpretado su reacción.

–Sé que tenerme siendo un padre responsable y activo en la vida de Eddy es una experiencia que no querías, pero vas a tener que acostumbrarte a ello –le había dicho en voz baja al tiempo que le entregaba su propia tarjeta al chico detrás del mostrador.

También había pagado la matrícula del colegio, el material escolar necesario y las clases de equitación del niño para que no tuviera que cancelarlas. Le había renovado el alquiler del apartamento y había conseguido que la rebelde tía Sarah le preparara una tarta de arándanos y lo invitara a comer a su casa. Louis se había opuesto a todo con innumerables protestas, pero había sido inútil.

–¿Qué tal sienta ser el favorito de todo el mundo? –le dijo Louis el fin de semana, cuando volvían en auto al departamento tras haber ido a casa de la tía Sarah a recoger el pastel. Eddy iba dormido en el asiento de atrás.

Harry se rio con disimulo.

–¿Detecto algo de resentimiento en ti?

–Claro que no –contestó él–. Solo que te has ganado a mi familia demasiado rápido.

Pero no se lo había ganado a él.

Harry era consciente de que no le quería en su vida, aunque en realidad era de esperar que fuera así, sobre todo porque su única intención había sido humillarlo y darle la lección que pensaba que se merecía.

EL RECUERDO DE SUS CARICIAS [LS AP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora