dos

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when you're tossing, when you turn in your sleep it's because i'm ghosting your dreams

Bajo lentamente las escaleras mientras deslizo mis dedos por el barandal de madera, mis yemas se llenan de polvo. La tía Olivia aún no regresa de hacer las compras y yo ya hice un recorrido por toda la casa, incluso el pequeño cuarto de mi hermana. Todo está en su lugar, tal y como lo dejamos antes de irnos por última vez, solo que ahora hay telarañas y bichos muertos por ahí. No creo que pueda devolverle la vida a esta casa por mí mismo, pero tengo que hacerlo. A mi hermana nunca le gustaron los lugares oscuros y le tenía miedo a casi todo lo no-humano que se moviera. Si supiera que una enorme araña se adueñó de su closet estaría llorando y pidiéndome dormir conmigo esta noche.

Ahora estás a salvo de todo, pequeña, no tienes de qué preocuparte.

Me dirijo a la sala de estar y me siento en el pequeño banco frente al piano. Cuando mamá estaba bien, solía tocarnos canciones a mi hermana y a mí todo el tiempo. Éramos muy pequeños, Emily era una bebé aún, pero lo recuerdo muy bien. En especial aquella pieza, Prelude in C, su favorita, de mamá. Aprendí a tocarla gracias a ella, me enseñó durante semanas, practicando juntos después de clases, hasta que pude tocarla de una y sin equivocarme. Aunque nunca pude hacerlo igual de bien que ella.

Levanto la tapa que cubre el piano y comienzo a mover mis dedos sobre el teclado, presionando. Son torpes, los siento casi entumidos pero aún así continúo, continúo tocando esa melodía porque me recuerda tanto a ella, porque puedo sentirla a mi lado dirigiendo mis movimientos, su mano en mi espalda alentándome, sus suaves susurros.

Lo estás haciendo bien, lixie.

Las cuerdas del piano están un poco desafinadas también, necesitaba a alguien que tocara sus teclas pero nadie lo hizo, lo dejaron solo y abandonado. Pero ahora yo estoy aquí.

Continúo. Me sumerjo en el placentero sonido que el piano emite gracias a mis dedos, cerrando los ojos, sintiendo cada nota entrar por mis oídos y llegar hasta mis entrañas, invadiendo mi alma y provocando algo desde mi interior. Los vellos de mi piel se erizan, muevo mis dedos más rápido. No hay nada, solo yo y ese piano resonando en toda la casa cada vez más fuerte. Hay un punto donde mis pies dejan de tocar el suelo, siento que me elevo pero no abro los ojos, simplemente lo disfruto, lo disfruto tanto que casi me olvido de respirar, me olvido de todo. Se siente bien, es liberador e irreal, tan irreal como que estoy flotando y no hay nada a mi alrededor, todo es negro.

El timbre de la casa suena con un molesto pitido y abro los ojos de golpe, deteniendo mis manos al instante. Siento mis órganos regresar repentinamente a su lugar y la gravedad vuelve a sentirse como de costumbre. Respiro profundo.

El timbre vuelve a sonar.

Me levanto, poniendo la tapa del piano devuelta en su lugar, y camino hacia la puerta. Cuando la abro me encuentro a mi vecino justo frente a mí, mirándome con una sonrisa demasiado grande y cargando un peludo gato negro entre sus brazos. Por supuesto, me había olvidado del gato.

—¡Hola, Felix! —dice. Inmediatamente después entra a la casa, obligándome a hacerme a un lado.

—Minho —saludo de vuelta, cerrando la puerta y girándome, pero él ya ha entrado hasta la sala, donde se sienta en uno de los sofás plácidamente.

Lo sigo pero yo no me siento, me quedo parado, recargado en el marco que separa el pasillo principal de la sala de estar.

—¡Wow, aquí realmente parece una casa abandonada! —exclama mientras mira curioso a su alrededor, acariciando al gato en su regazo. Luego sus ojos recaen en mí— ¡Y tú pareces un puto cadaver!

suspirium | hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora