42. BIENVENIDO

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ELEODORO

No voy a negarlo, tengo miedo. Se cuentan muchas cosas afuera sobre el ambiente carcelario. Tengo frío, es invierno y me bañaron con manguerazos de agua helada.

Por lo que sé, a partir de hoy voy a tener que cuidarme mucho. Si no quise hacerlo con Nicolás, menos voy a dejar que un desconocido me tome por la fuerza. Primero muerto. Cualquiera de los dos. Ahora qué si me agarran entre varios, no voy a poder hacer mucho qué digamos. Pero me vengaré, total, ya estoy aquí.

Al menos, dejaré de fingir por un rato qué matar a ese desgraciado me importó siquiera un poco.

No, lo volvería a hacer una,  otra, y otra vez. Tantas veces cómo  la torturó, la lastimó y la humilló a ella. Solo lamento que no haya sucedido como yo quería.

¿Ahora me crees, Frida? ¿Me crees cuánto te quiero? Tal vez tardé demasiado, pero al fin eres libre. Cómo quisiera abrazarte es este momento. 

No es justo que tenga que pasar el resto de mi miserable existencia aquí, por librar al mundo de semejante basura. Pero la vida es cualquier cosa menos justa.

Ay Allan, perdóname. Era necesario mi bebé, no podía seguir permitiendo que ella sufriera por culpa de esa porquería. Ojalá que a dónde sea que vayas, seas muy feliz. Nicolás te cuidará un tiempo, pero si me sentencian...

Me sujeto de los sucios barrotes de metal para esconder entre los codos el hecho de que estaba llorando. No es un buen lugar para eso, no quiero que crean que soy débil aunque lo sea.

—Tranquilo, werito, ya te acostumbrarás —dijo un tipo sentado en la litera de arriba.

—No pasará nada que tú no quieras —dijo el que estaba a un lado suyo.

Me sequé la cara con la parte de abajo del uniforme.

—Todos chillamos la primera noche, ya después te acostumbras.

No supe que decir y no dije nada. Después me arrepentí porque posiblemente lo interpretaron como soberbia de mi parte y lo que menos quiero es ganarme enemigos aquí.

—No, yo no... —intento decir, pero me interrumpe.

—¿Cómo te llamas, wero?

—Ele.

—¿Ele? ¿Cómo el de la Death Note? —No sé de qué habla, pero se ve muy emocionado.

—¡Aaaah, ya saliste, pinche otako!

—¡A ti que te valga verga! Además, todo mundo conoce la Death Note.

—¿Tú conoces la Death Note? —me pregunta el otro y niego con la cabeza, pensando en que eso me traerá problemas.

—Ves? No sabe ni de qué hablas, wey —voltea conmigo y señala el brazo del compañero de celda—. Hasta tiene un tatuaje el ridículo —se burla.

El otro se baja y me muestra su tatuaje.

—Ira, este es el Ele.

El dibujo de un adolescente de cabello oscuro con grandes ojeras y sentado de forma extraña, era lo que tenía en la parte trasera del hombro. Salvo por el color del cabello, imagino que en poco tiempo voy a verme igual.

—Pues mucho gusto, también soy Ele —me presenté de la forma más amigable que pude.

—Yo me llamo Pedro y ese baboso qué bajó, es Annuel.

—Con doble ene.

—Sí, muy importante, no se vayan a confundir con el chiquito.

—Cállate el hocico, pendejo.

—¡Shhh! ¡Compórtate, Anni! ¿No ves que lo asustas? Te toca el suelo —me informó colocando la mano en mi hombro—, pero si te portas bien o matan a uno de estos, heredas una cama.

¿Y si me matan a mí? ¿Quién heredará el metro y medio cuadrado y qué me toca?

—Pues bienvenido al hotel cinco estrellas de papi gobierno. Qué pases una feliz estancia —Annuel hace una reverencia exagerada y vuelve a su lugar en la litera para secretearse con el otro mientras ambos me miran.

NICOLÁS

¡No puedo con esta angustia! Espero que esos dos hagan un buen trabajo, porque si algo le pasa nunca me lo voy a perdonar. Puede haber evitado que llegara a ese sitio, pude haberlo librado perfectamente, pero tengo miedo.

Tal vez deba decirle la verdad, tarde o temprano la sabrá. Claro, en caso de que no la sepa ya. ¿Lo sabe? ¿Sabe quién soy o solo finge? ¿Cuánto sabe sobre mí? ¿Qué piensa? ¿Cuánto recuerda de lo que pasó con Davina? ¿Me odia por eso? ¿Me usa?

¡No soporto tantas dudas! Tampoco quiero desconfiar de él.

FRIDA

¿Por qué lo hiciste, Ele? ¡Yo no quería que te mancharas las manos de sangre por mí! Sí, ahora estoy mejor, ¿pero a qué costo?

Además, aún quedan su madre y sus hermanos, qué no me han dejado en paz. Me tienen toda la casa rayoneada. A mí no me importa lo que digan o lo que piensen, si es que les da la cabeza para eso. Yo quiero estar tranquila con mi hijo. Porque sin ti, no me interesa nadie más. No va a haber nadie más que no seas tú y si te tengo que esperar cincuenta años, lo haré.

Al menos ahora sé que Nicolás de verdad existe y que está haciendo todo lo posible por sacarte de ahí. No para mí precisamente, pero lo más importante es que salgas. No lo mereces, todos en tu trabajo lo saben. El problema ahora, es que quieran declarar en la audiencia. Me tocará convencerlos; amenazarlos si es preciso.

Voy a quitar todos estos cuadros de las paredes, no soporto ver todas estas fotografías juzgándome a cada momento. ¡Lo merecías, miserable!

¿Cuánto hace falta para orillar a un hombre bueno a matar? Espero que tomen en cuenta los años de infierno que Juan lo hizo pasar, a la hora de dictar la sentencia. He estado investigando y lo menos que pueden darle son cinco años y eso sí tiene suerte y le toca un buen juez.

Rezaré cada noche para que eso pase. También por Nicolás. Cuánto debe estar sufriendo, qué hasta se le nota en el semblante. Aunque no lo conozca, se nota cuando alguien está atravesando una dura prueba.

Hoy lo encontré de frente en las escaleras, y gracias a la detallada descripción de mi pecoso, supe de inmediato que se trataba de él. Y me emocioné como una tonta, hasta parecía que me hubiera encontrado con un artista.

Se nota que es fino, se viste muy elegante, huele tan bonito y encima de todo, es muy guapo. Entiendo por qué lo hace dudar. Pero yo ya le dije que por mí, no se detenga. Tratándose del señor Mendívil porsupuesto, pero única y exclusivamente de él, no soy celosa.

Aunque no estoy segura de que él piense igual respecto a mí.

CASSANDRA

¡¿Cuántos más, Nicolás?! ¡¿Cuántos?!

ELE (Versión Extendida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora