Capítulo 10: las últimas cartas de la baraja.

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El panteón celeste era un avispero, un mensajero vampírico entraba corriendo al mismo tiempo que un demonio que entraba para hablar con Nazrael, los dos traían noticias que harían mover los cimientos del mausoleo, para Sura sería un baldazo de agua fría sobre la espalda, se esteraba que los trecientos soldados que habían mandado a luchar contra los humanos habían muerto todos, además de sus jefes de ejército, Trader y Castiga, la mirada de la vampiresa era perdida, todo su cuerpo estaba tranquilo, solo sus labios temblaban y con sus colmillos los mordía casi con un odio absoluto, hasta hacerlos sangrar.
La noticia del demonio era para todo el panteón, algo había pasado en el panteón de los no muertos, que estaba ardiendo en llamas, lo único que quedaban mientras ardía, eran unos cadáveres que caminaban prendidos fuego hasta caer. Ninguno de los jerarcas dudo que fuera algo orquestado por los humanos, que al mismo tiempo estaban igual de sorprendidos que ellos, en saber qué es lo que estaba pasando.
- ¡Basta!, esto es intolerable.
- No pierdas el control Marfil, ¿o acaso quieres que vuelvan los principales a tomar el control de todo? ¿Te piensas que nos dejaran vivos cuando vengan? No podemos perder la cabeza en esto, si Caín y lucifer dieron un no rotundo es porque confían en nosotros todavía, así que tenemos que terminar con esto con calma.
Las palabras de Nazrael lo hacían pensar al arcángel que estaba enardecido, inundado en cólera, apenas podía pensar en lo que tenía delante de los ojos, así que sus camaradas decidieron irse y dejarlo descansar y meditar un poco más tranquilo.
Salieron del panteón celestial rumbo a sus mausoleos, Sura, quien no había dado a conocer su bronca, fuera de la casa de Marfil, no la controlo y golpeo con una fuerza abismal la pared de mármol de un mausoleo que había en su camino, haciendo un agujero enorme.
- Vamos Sura, yo ya pasé por esto, Abb – na tampoco hiso un buen trabajo, me dejo en ridículo, pero hoy entiendo varias cosas, ¿tu recuerdas que tu raza tiene una profecía sobre unos humanos?

- sí, siempre se dijo que un día, unos humanos llegarían a terminar con una calma entre razas que duraría poco, es antigua, antes de que este este tratado, la tomamos en un ámbito general, algunos de los míos, la atribuyen a la llegada de los humanos al cementerio, otros como yo, pensamos que es, por la paz que están teniendo nuestras razas desde hace mucho tiempo y que los humanos son los que desataran la guerra por destruir el mundo con guerras y pecados.

- No lo sé Sura, ¿no te parece raro, que Caín sabiendo esto y siendo aliado de mi jefe, decidan rotundamente no venir a tomar el control? Algo me hace pensar que quieren que nosotros perdamos, es una estrategia para hacer algo en el futuro, una posible guerra nueva y esto puede ser la mayor arma que tengan los caídos para ganarle a los del cielo.

- Nazrael, siempre hablando de mas, no sabes lo que estás diciendo, en un momento complicado para todos no creo que tomar esas hipótesis sirvan de mucho, son leyendas estúpidas que corren con el tiempo.

Ofendida, la vampiresa se retiró hacia su mausoleo, esperando algún detalle de la batalla, además tenía la furia de saber que ella misma no iba a poder matar a los jefes del ejército por haber perdido, sino que los humanos ya se habían encargado de eso. Nazrael por su parte sabía que algo oscuro se tramaban los verdaderos dueños del poder, el cementerio para él era un tablero de ajedrez y cada uno movía sus piezas a placer para ganar algo que no sabía muy bien que era, pero algo con la divinidad de la muerte era seguro. Por algo el sentía ese sentimiento de dejar que los suyos, Nur y Mayab ayuden al campamento, aunque lo cierto es que el mismo podía acabar con ellos en segundos, sentía que debía respetar el albedrio de dejarlos luchar para el bando que ellos quieran, esto hacia dudar al jerarca demoniaco sobre las cosas que sucedían en el cementerio.
Entre lágrimas, el grupo despedía a Katherina, en una tumba cerca de Iván, Mayab y Nicolai. Eran ya demasiados muertos, para el grupo, pero si contamos el porcentaje entre los muertos de los ejércitos enemigos y los del campamento, eran aproximadamente trecientos cincuenta a uno. 
Luego de largo rato, ya dentro de las carpas, la distención logro llegar, entre algunos comentarios y chistes, los chicos lograban reírse un poco después de tanta lucha, a Irina le costaba un poco, pero sabía que esto no era apropósito, sino que, de recordar momentos de su vida y cosas de ahora, los llevaban a reírse a pesar del mal momento. Pero no podían olvidar cosas del cementerio, ya que hacían días que estaban adentro y para colmo tenían que saber qué es lo que les podía llegar a pasar.
- Alguien se preguntó de todos los que estamos acá, ¿cómo es que uno se vuelve inmortal con los restos de la muerte?, ¿se vuelve la muerte en sí?, ¿la muerte no puede matarlo?

- Eso te lo tiene que contestar Gurka, Giudisse o Nur, armenio, ellos son los que saben de esto, la verdad que yo por mi parte no tengo ni la menor idea, ni siquiera me puse a pensarlo.

- Por lo que yo tengo entendido, nunca se habla de eso en el cementerio, en realidad es una profecía que pasa por alto para nosotros, ya que la mayoría del cementerio ya son inmortales o tienen para vivir demasiados años a comparación de los humanos. Por eso nunca le dimos seriedad al tema, para nosotros lo importante de los restos de la muerte es que pueden ser un arma letal para cualquiera de los bandos del cementerio.

- Si, como dice Nur, es importante para el cementerio cuidar que cada jerarca mantenga una cierta lejanía, pero si tomamos en cuenta lo que pasaría si uno de ellos tuviera el control de los restos de la parca, no se convertiría en la muerte, sino que tendría el control sobre ella, si fuera un humano el que lo consiguiese, se ganaría tener una inmortalidad sobre el resto de los de su raza.

- Lo que Giudisse no sabe, al igual que el resto de ustedes, es algo que me comentaron algunos de mis compañeros en el ejército licántropo, la parca fue un ángel, el primero que murió cuando hubo una guerra en el cielo entre ángeles. Este al ser el primero en morir, fue lanzado a la tierra por el ejército de los caídos, que comandaba el rey del infierno, Lucero, al caer a la tierra, sus restos cayeron sobre las tierras donde nos encontramos parados ahora, su alma volvió, oscura como la noche, desde la tierra, dios le dio la inmortalidad eterna, para encargase de llevar a los que mueren hacia las distintas puertas que corresponda según las acciones que comenta.

- Espera Gurka, ¿entonces quiere decir que no hay un purgatorio?

- Si Irina, lo hay, la muerte lleva tu alma hacia él, ahí esperas el juicio, donde están los jueces del tiempo, ahí deciden donde tienes que ir, luego tu alma es llevada al cielo, al infierno o solo se quedan vagando en la tierra, como Giudisse. – esto le respondió automáticamente Nur, que al parecer sabia un poco sobre el tema a la integrante femenina del grupo.

- Sí, yo cuando me morí en una guerra entre guerreros franceses e ingleses, en la antigüedad, la muere vino por mí, me llevo hacia el juicio, pase por él y tenía algunas cosas que me condenaban a vivir en el cielo y otras malas, que me restaban, cuando en tu vida no fuiste lo necesario para quedarte en un lugar u otro, toman en cuenta la forma de tu muerte, si es un asesinato o un suicidio, te condenan si no fuiste lo suficientemente bueno o malo, a quedarte en la tierra vagando, salvo que hallas llevado una vida excelente o verdaderamente mala, o hayan respetado tu tiempo mortal, morir de viejo o cuando en tu vida está escrito morir sea como sea, también hay algunos deportados desde el infierno y desde el cielo que caen a la tierra, no olvidemos que una vez que pasas el juicio tu puedes seguir con tu vida, algunos rezan y creen en dios en el infierno y eso no es lo que quieren allí, así que te tiran para arriba, otros pecan en el cielo, o cometen chismerío o siembran la discordia, así bajan automáticamente.

- La verdad es muy complicado para entenderlo todo ahora mismo. Es como la justicia en la tierra, todo depende de cómo te consideren los jueces, pero todavía no terminaste de contar que paso con los restos Gurka.

- A cierto Gustav, ¿Dónde me había quedado? ¡A, si¡, los restos cayeron a la tierra, pasaron muchos años hasta que descubrieron la identidad de la muerte, la mayoría creía que dios la había creado, hasta que una vez, un demonio que estudiaba sobre el tema, la encontró y en el infierno se hicieron el día, en algunas guerras humanas y del otro mundo, ganaban sin descanso, era un arma que ayudaba a tener más soldados, ya que en ese tiempo que los demonios tuvieron a la muerte de su lado, ella no los llevaba al juicio sino que los bajaba directamente al infierno, donde eran usados como guerreros para pelear con dios. Muchas guerras y discusiones llegaron al resultado de que los restos tenían que ser devuelto a su lugar original, que justamente se creó un cementerio, lejos de los mundos que querían poseerla, también se llegó a un acuerdo, ya que no solo el cielo y el infierno se disputaban su tenencia, los vampiros y los míos, los muertos y los fantasmas, hasta los propios humanos, hasta las potencias del eje quisieron venir por ellas, todo el mundo desde los vivos hasta los muertos se pelean por lo que ustedes quieren tener.

- ¿Pero qué diferencia hay entre los alemanes y nosotros?, como puede ser que un ejército así no pudo lograrlo y nosotros estamos haciendo este desastre.

- Fácil Kevork, en esa época, los soldados de la triple alianza también querían el botín, no solo fue una guerra de humanos, los vampiros y demonios, junto a los muertos vivientes ayudaron a un ejército, lo mismo paso con la alianza, ángeles, licántropos y fantasmas estaban del otro lado, todo comenzó cuando vinieron por los restos, la guerra estaba pareja, para los alemanes era fundamental tener los restos, para ganar la guerra sin complicaciones. Como ya sabemos todo quedo en la nada, cuando vieron que las cosas se complicaron para conseguirlos, y de paso cosas ocultas se estaban metiendo en el medio, así que decidieron dejar la búsqueda, de ambos lados y la guerra siguió por otros intereses. Por el cementerio no pasaba nada extraño un tiempo había un cuidador, que mantenía todo en orden, pero después cuando el murió ya
no hubo otro, se encargaron de que la ciudad fuese abandonada, un bosque creció a las afueras para mantener a la gente fuera, la historia se ocultó de todos lados y un tratado de paz se firmó entre las diferentes razas.

Un rato bastante largo duro la charla, muchas cosas nuevas se estaban enterando los chicos sobre el cementerio, hasta habían llegado a la hipótesis de que el cuidador del cementerio había sido algún tátara abuelo de Iván, por eso era el único que sabía por herencia la historia, lo que también quedaba claro era que los restos nunca tuvieron un dueño humano, por lo que, si uno de ellos lo lograba, seria quien maneje a la parca y además seria inmortal.
Marfil no podía pensar en otra cosa, más que en recordar las palabras de Gabriel, que le habían llegado bastante, sabía que en el cielo estaba perdiendo el apoyo de su gente, lo único que lo dejaba con autoridad en el cementerio era la decisión de sus enemigos, que todavía no querían tomar cartas en el asunto.
A lo largo de la historia, esos restos habían sigo algo demasiado importante para los reinos del otro mundo, hasta había sobrepasado el interés que se tenía por la humanidad y esto lo sabía Marfil, sabía que el custodiaba algo tan importante como un tesoro en el mundo, fracasar, era demostrar que no estuvo a la altura, ya que custodiar el cementerio lo ponía a la altura de sus camaradas arcángeles custodios de dios, a la larga reflexionaba que si perdiera o no, en el preciso instante en el que alguno quiera tocar los huesos de la muerte, todas las fuerzas de los reinos, dejarían hecho cenizas al que este enfrente. La derrota era lo único que conseguirían los humanos.
En el panteón vampírico, todo era amargura y rencor, los burocráticos no podían creer que además de atacar al mausoleo, los humanos habían aniquilado a todos sus soldados, era una derrota que valía por tres, la mayoría de los habitantes del panteón, sentía que Sura ya no tenía que ser la representante de ellos, una decisión que se tomaba ya que las reglas de los vampiros eran muy liberales, los burocráticos eran los jueces de las acciones que se hacían ahí dentro, opinaban de cualquier cosa, tenían una libertad que a Sura le molestaba, pero no le influía demasiado, pero ahora que conspiraban en contra de ella, no dudaría un segundo en ir y destrozarle la cabeza a cada uno de ellos, ya que para ella eran cobardes que no se animaban a luchar, por eso criticaban todo lo que podían.
La puerta de la sala donde descansaba la vampiresa se abrió, ni siquiera quiso mirar quien entraba por ella, tenía la mirada perdida a una de las paredes de la habitación, para más dolores de cabeza, la había ido a visitar Nazrael, no es que le molestara su visita, pero en estos momentos hablar de guerra o estrategias, después de una gran derrota como la que habían tenido, no era lo mejor para Sura.
El jerarca demoniaco tenía una idea entre manos, todavía quedaban las cartas elite, Sura, giro la cabeza con los ojos abiertos, miro fijo a su camarada y le pregunto si se había vuelto loco de remate. Este solo se comenzó a reír irónicamente.
Los seis jerarcas del cementerio, tenían un soldado elite, que habían sido entrenado por ellos mismos, unos soldados que igualaban sus poderes, ellos estaban encerrados en el subsuelo de una catacumba en el centro del camposanto. La cual era la más profunda que tenían los mausoleos, por eso habían elegido esa ubicación.
En los tiempos donde todavía no se creía en la paz que tenía el cementerio, algunos integrantes, como los demoniacos y los fantasmas, habían entrenado a un sicario cada uno de ellos, por si las cosas se ponían difíciles, recién habían firmado el protocolo y más de uno no creía que dure hasta los tiempos de hoy en día, cuando el resto de los jerarcas se enteraron de esto hicieron lo mismo, al final entre Marfil y Nazrael, llegaron a un acuerdo, de que los seis, sean encerrados en lo más profundo del cementerio y solo fueron liberados una vez, cuando los países en guerra querían obtener los huesos de la muerte, durante esa guerra, fueron los que más muertes tuvieron en sus manos, salvando así que un caos terrible se apodere de la tierra.
No le parecía una buena idea a Sura, ella recordaba que aquella vez, con el afán de detenerlos, casi pierden a todos los soldados de los seis ejércitos, era una locura dejar salir a esos asesinos con los mausoleos devastados, ya que si se aseguraban la victoria, como podían pararlos nuevamente para ser encerrados si el único ejercito de pie era el de Marfil.
Nazrael se aprovechaba de la situación, la votación hoy en día no era al mejor de seis, sino de tres, si él y su par vampira daban el sí, automáticamente Marfil tenía que acceder, si esto no pasaba, automáticamente trataría de ir por el arcángel que estaba con el honor contra las cuerdas, dejando con la última palabra a Sura. El demonio sabía que era una idea magnifica. Eran lo más fuerte que había en el planeta, ellos solos podían contra cualquier ejercito de cualquier país, eran bestias y sobre la forma de detenerlos, no le preocupaba eso demasiado, ya que, en los otros mundos, había personas muchos más fuertes, que los detendrían de inmediato, ellos volverían a tener el control sobre el cementerio y todo solucionado.
Sura sabía que esto era cierto, detenerlos con ayuda de los grandes era posible, pero no quería saber nada con la idea, era demasiado peligroso dejar salir a las cartas elite, así que solo le pidió que se converse entre todos los jerarcas vivos en el cementerio. Nazrael accedió y se retiró de la sala sin más que decir.
La noche llegaba a su fin, ya casi estaba por amanecer, el sol encontraría a los chicos durmiendo un poco después de tanta batalla, Irina unos segundos antes de despertar tubo la visita de Flavius, que le dijo haber escuchado un rumor sobre las cartas elite, que le pregunte a los chicos del campamento, así se retiró para poder dejarla dormir más tranquila. Todos despertaron un poco más relajados, por fin habían podido descansar después de un largo día, donde todo el cuerpo les dolía y algunos tenían muchas heridas hasta profundas. La única que se quedaba haciendo guardia era Giudisse, que al ser un ser espectral no dormía nunca, ella protegía que nadie ataque el campamento mientras todos estaban durmiendo.
Irina se despertó algo confusa, no lograba recordar lo que el vampiro le había dicho, el resto salía a tomar aire, ver si algo nuevo se veía por el cementerio. Todo estaba igual que siempre, al pobre Gurka le dolía hasta la planta de los pies, todos estaban arruinados a pesar de haber descansado unas horas, mientras tanto Irina trataba de hacer memoria, balbuceaba algo sobre hojas, manos, cartas, no lograba recordar, hasta que pudo y nombro a las cartas elite. Giudisse, se quedó muda, inmóvil, mirando con susto a la humana que aseguraba haber soñado con el informante que le decía sobre un posible rumor sobre esas cartas. Ella comenzó a gritar, desesperada llamando a los otros integrantes del grupo, que vinieron corriendo de inmediato, no era usual escuchar gritar a la fantasma, pero estaba completamente fuera de sí, asustando al resto, hasta que dio la noticia, algo que hiso temblar a Nur y que a Gurka lo logro mover del piso.
- Irina soñó con Flavius, él le dijo que van a usar a las cartas elite.

- ¡Por dios! Giudisse, no juegues con eso, no pueden estar tan enfermos de usar las cartas.

- ¿Que son las cartas Gurka?

- Las cartas son seis soldados elites de cada raza, bestias, son incontrolables Gustav, son asesinos sicarios de los mundos, es más, una vez fueron utilizados hasta por el propio Lucifer y Dios, son soldados entrenados para destruir cualquier cosa.

- Son los seres más fuertes en la tierra, tanto que ni siquiera sé si los jerarcas pueden contra ellos.

Esto último que había acotado Nur, dejaba preocupado al grupo, a su vez, también contaba que esto hizo que los grandes jefes de los jerarcas les pongan un límite, habían entrenado a los asesinos más grandes de la tierra solo por un interés bélico para ellos mismos,  tampoco se deshicieron de ellos, ya que en alguna ocasión también sirvieron en guerras importantes, pero Gurka pensaba que, si los jerarcas habían sido capaz de usar a la muerte en contra de ellos, no durarían un segundo en mandar las cartas elite contra el grupo, así que tenían que estar preparado para lo peor.
Gustav no parecía tan asustado, ya con el grupo habían derrotado a más de un centenar de soldados de cada raza, por lo tanto, contra uno solo no se les haría tan difícil.
Si algo tenia a favor Gustav y el grupo, era que, a lo largo de las batallas, habían descubierto como vencer a los diferentes habitantes del cementerio, así que rápidamente comenzó a recolectar todas las cosas que usaron para defenderse de los ataques que pudiesen venir.
preparo el diamante que habían sacado para cortar el circulo que había debilitado a los demonios, lo tendría a mano para ponerlo cuando haga falta, que dicho sea de paso, había sido removido para que no descubran su plan, también comenzó a separar agua potable en algunas cantimploras, para tener un bidón vacío en el cual volverían a hacer agua bendita, Kevork comenzó a preparar sellos que habían utilizado con los fantasmas, también recolectaron la decenas de armas que habían dejado los vampiros del ejercito de Castiga, a su vez los apilaban a un costado para luego prenderlos fuego
La mayoría de los jerarca del cementerio no sabían cómo era que el grupo lograba derrotar a sus ejércitos,  las estrategias se morían con los soldados en el campo, así que el secreto tenía que ser guardado,  más si los sicarios que mandarían los jerarcas, habían estado escondidos hace tiempo en lo profundo del cementerio, así que para Gustav, que se había cargado a uno de los jerarcas, las cartas no lo preocupaban demasiado, cosa que a los habitantes del cementerio, que integraban el grupo asustaba, porque los humanos no estaban midiendo la magnitud de lo que estaban causando, para Giudisse, era un peligro eminente, lo mismo pensaba Marfil cuando escuchaba el relato de Nazrael, era una locura total, ya que una vez afuera no habría forma de volverlos a meter en la mazmorra que tenía uno de los mausoleos del cementerio.
- ¿Acaso tu sabes Nazrael, que no sabemos en qué piensan esos tipos? La última vez que salieron de ese agujero, los atacaron todos nuestros ejércitos para volver a meterlos, no creo que estén contentos, mira si hasta toman revancha de nosotros, ¿justo en este momento tan delicado?, no Nazrael, definitivamente no.

- Escúchate un poco Marfil, pareces un gato miedoso, ¿crees que nosotros no podremos controlar a esas bestias cuando salgan?, tenemos ayuda de los planos, vendrán mis soldados y los tuyos, no queremos que vengan del infierno o del cielo, para controlar la situación, pero si a calmar a esos bichos cuando hayamos ganado la batalla, ellos son los únicos con nuestras fuerzas, para colmo no es como aquella vez, ahora solo quedan cinco de ellos.

- No lo sé, deja que lo consulte con Sura, ella me dará una idea mucho más clara sobre todo este asunto, no quiero que cometamos un error tan grande cuando necesitamos estar fuertes. Además, demostrara una debilidad absoluta tener que utilizar a esos soldados, me parece demasiado, demonio.

El jerarca demoniaco no lograba conseguir el aval de sus camaradas, era una idea descabellada, pero no absurda, una oportunidad de dejar fuera de combate a los enemigos que tantos problemas les habían causado desde su llegada.
Sura había mandado a pedir los cuerpos de los jefes de ejército, los quería empalados para cuando caiga el sol en la puerta del mausoleo, ella había de cumplir su palabra y eso hasta el último momento de vida, los jefes lo sabían, mientras tanto no podía sacarse de la cabeza la idea de tener que usar las cartas contra el grupo, ella no los veía tan sanguinarios como creían todos, pero si cargados de odio, al parecer nadie había sido muy amable con ellos, habían sido utilizados en una guerra y luego capturados nuevamente como animales, ellos tenían miedo de eso, de no poder dominar el odio que pudieron crear al meterlos ahí adentro como esclavos, siendo de su misma raza.
Era una obviedad saber que irían primero por los humanos, pero al terminar la faena, no quedaban dudas de que los siguientes serían los jerarcas, tenía que correr la sangre de la venganza para poder terminar con tanto sufrimiento, pero para la vampiresa no era una mala idea de todos modos. En el campamento todo seguía en alerta, aunque no se sabía si la idea de usar a los elites, había sido aceptada, Gustav se preparaba igual, él no quería dejar nada al azar, mientras las llamas consumían a los vampiros que habían muerto, algunos en el césped al ver el sol se habían quemado solos, la fantasma por su lado solo recogía armas, había una cantidad de flechas incontables, unos doscientos cincuenta rifles del ex ejército rojo y un gran número de espadas, sacando algunas armas que ya no le servían al grupo, que había traído el Karavnikov, porque ya no tenía municiones para ellas.
Lo único que quedaba era esperar, el resto del grupo trataba de descansar lo que más podía,
Gustav era el que pensaba todo el tiempo, él no podía dejar de tener la cabeza en la batalla, Kevork por su lado, también ocupaba su cabeza todo el tiempo en saber dónde estaban los restos de la parca, Irina le contaba los momentos que había vivido con Katherina durante toda su infancia, el grupo estaba por primera vez después de tanto tiempo, relajado y esto les estaba pareciendo muy raro.
- ¿Porque no estamos haciendo algo para lograr nuestro cometido? Si sabemos que exhumando los restos de la muerte ya estamos salvados, no podrán matarnos.

- Exacto Kevork, esa es la idea que tienen de nosotros, creen que iríamos de una a lograr la inmortalidad, pero no es así, al parecer Gustav está llevando una estrategia muy buena, por eso decidieron dejar solo un ejército de pie, el de los ángeles, para que cuando nosotros vallamos a desenterrar los restos, ellos nos tengan ahí, de frente sin poder defendernos, así que solo deberíamos esperar, por eso es obvio que no quieren usar al principado de Josuel, porque saben que quedan expuestos, no les quedan más armas.

- Ya lo tengo, se me ocurre una idea magnifica, ya que hablas de eso Nur, cuéntame un poco sobre esos tipos, me imagino que no se llevan bien con los jefes de los mausoleos ¿no?

- Se puede decir que eso es verdad Gustav, ellos fueron entrenados para ser los más fuertes de su raza dentro del cementerio, los primeros fueron los míos, que quisieron tomar ventaja sobre el resto, Nazrael, tomo a uno de los soldados elite del ejército de Abb – na, llamado Vald. Este fue entrenado por el mismo Nazrael para ser el más poderoso de los demonios dentro del cementerio, era bastante bueno, pero casi todos se daban cuenta de que solo lo estaba utilizando a su antojo, aunque a él no le importo, sabía que tenía mucho poder y eso le gustaba. cuando los demás jerarcas se enteraron de esto comenzaron a entrenar a los suyos, para colmo los orbes fantasmales habían ido con el cuento a Radamm, quien rápidamente también tuvo el suyo, una mujer llamada Mirim, ya si los fantasmas eran indestructibles imagínate una con todas las cualidades de un jerarca.

- Entiendo, y así todas las razas entrenaron a su guerrero estrella.

- Exacto, pero solo hay cinco, porque Gusgar, el soldado elite de los licántropos, murió cuando se armó la guerra contra los vampiros, fue liberado por Volgaf para aniquilar a los caines y al ejercito de Killmag, pero al final lograron destruirlo. A su vez Sura también tiene a su guerrero, Euro, un matusaleno que es insaciable, creo que, en mi opinión, es el más fuerte de todos, luego Marfil entreno a Ruth y Phacer a Rodt, pero esto era un peligro para el protocolo, no había instante donde estos no estén matando soldados enemigos, nunca lograre saber cómo hicieron los jerarcas para llenar de odio a esos soldados, ni siquiera podíamos mirarlos a la cara, eran otras personas a las que habíamos conocido antes de ser entrenados.

- Entiendo, eran armas incontrolables así que solo quedaba la opción de encerrarlos a todos y usarlos en caso extremos, pero alguna vez dijisteis que salieron, ¿o no?

- Si, cuando la guerra se acercó al cementerio, era indudable dejarlos en libertad, algunos ángeles, demonios y otros integrantes de los planos astrales estaban ayudando a los ejércitos a conseguir la victoria, para colmo paralelamente se usaba la guerra para enfrentarse entre el cielo y el infierno, como excusa, todos comenzaron a perder la cabeza y vinieron por los restos de la muerte estando el protocolo de por medio, así que los elites se cargaron a cuanto esté cerca, no importo si era humano, ángel, demonio, fantasma o si el propio dios este enfrente, lucharon al lado de todos los ejércitos y jerarcas juntos del cementerio, este lugar era un caos, hasta nosotros que estamos acá ahora, luchamos a favor de los jefes y míranos hoy, estamos en contra de ellos, quien diría que el tiempo nos haría pensar así ¿no?, pero algo era verdad, a las cartas los traicionaron, porque después de ayudar al cementerio los volvieron a meter ahí adentro, como animales, esto los volvió locos, ahí están, años y años metidos juntos dentro de una mazmorra que solo los jerarcas saben dónde queda.

A Gustav le parecía que, si no estaban siendo atacados en este preciso instante por esos tan temidos soldados, era porque no lograban saber si era una buena o mala idea largarlos, ya que era obvio que el rencor y el odio contra quienes los habían dejado encerrados tanto tiempo, les jugaría en contra, además, aquella vez necesitaron de todo el cementerio y sus jerarcas para detenerlos y eso hoy en día era casi imposible, ya que de pie quedaba al menos un cuarenta por ciento.
Esto tenía que ser aprovechado por el grupo, aunque nadie sabía cómo, ni siquiera tenían la certeza de que esto pueda pasar, lo que, si iba a pasar seguramente, era ser atacados, no podía durar mucho su tranquilidad dentro del cementerio, también era obvio que no tenían que atacar ellos primeros, porque siempre llevaban la de perder, pero esta espera no podía durar mucho, la comida y agua que tenían en el campamento eran cada vez más escaza, con mucha suerte duraría uno o dos días más. Esto los obligaba a que, si en ese entonces no había una reacción por parte de los jerarcas, tener que ir ellos a buscarlos.
Para suerte del grupo esto no lo sabían los jerarcas, ellos solo buscaban la forma de ir por sus cabezas, pasando por alto que la mejor estrategia que tenía el grupo era esperar, pero tampoco había que dormir en los laureles, todo en el cementerio era raro, no había que tomar muy a la ligera a los jerarcas, aunque eran tipos impulsivos, había otros que al parecer sabían lo que hacían. Si bien el noventa por ciento de los ataques fueron realizados por comandantes de ejércitos, ninguno había sido hecho por alguno de los jefes, cosa que a Gustav lo hacía preguntar cómo serían las estrategias de los jerarcas, si ofensiva como hasta ahora, defensivas o estratégicas, aunque por ahora solo era venir y atacar al grupo.
Nazrael estaba enfurecido, no encontraba la manera de poder convencer a sus camaradas de liberar a las cartas, mientras el tanto pensaba, Sura se encontraba con su par Celestial para entrar en detalle sobre la descabellada idea, aunque luego de mucho discutir, llegaron a la conclusión de que no era lo mejor para el cementerio liberar a los elites prohibidos, así que la idea del jefe demoniaco quedaba totalmente descartada, aunque no sabríamos por cuanto tiempo, porque dentro de la habitación no estaban ellos solos conversando, sino que también, escondido, estaba Valnar, que seguía los movimientos de todos dentro del cementerio, ya que lo único que quería, era liberar a su amo y señor Radamm de las manos del grupo, también siendo la mano derecha del emisario fantasmal, le molestaba, y mucho, que no se lo tome como su sucesor hasta su regreso, así que opto por actuar solo, sabiendo que, si se presentaba como el sucesor de Radamm delante de los demás jerarcas, seguro seria excluido, así que tomo una decisión por sí solo, el espía fantasma conocía muy bien a Mirim, la fantasma que integraba el grupo de las cartas, este, tenía en claro que le era leal a Radamm, cosa que no era así en el resto del grupo, porque la fantasma entendía sobre los códigos protocolares del cementerio y sabía que la única manera de seguir con la paz era ser encerrada, pero también era la única que recibía la visita de un jerarca, ya que el jefe fantasmal a menudo bajaba a las mazmorras para preguntarle sobre sus cosas y además pedirle disculpas, esto alimentaba el odio de los otros reclusos, ya que ninguno de sus jefes habían vuelto a verlos después de meterlos dentro del calabozo.
Para Valnar era la oportunidad, la locura de los elites serviría para destrozar el campamento y Mirim lograría liberar a su jefe, así que pidió la ayuda de un fantasma sombra, que lo acompañaría al mausoleo donde estaba la mazmorra, dentro de ella además de estar los cautivos, había dos guardias, uno angelical y otro demoniaco, parados delante de la puerta, ellos eran los custodios de que nadie se acerque a ese lugar salvo algún jerarca que a veces también le era prohibido si hablaban de alguna estrategia militar o sabotaje, por eso todo lo que conversaba Radamm cuando visitaba a Mirim, era escuchado por ellos dos.
El espía fantasmal sabía lo que hacía, su ejército contaba con los fantasmas sobra, que se manejaban con total cautela y podían meterse dentro de los cuerpos que deseaban y controlarlos por un corto periodo de tiempo, así que trataría de dominar alguno de los guardias, reducir al otro y así liberar a las cartas, para que tomen carta en el asunto.
En el campamento, estaba todo casi preparado, todos los artilugios y estrategias que habían usado a lo largo de las batallas estaban preparados o al alcance de la mano, para no ser tomados por sorpresa por ninguno de los supuestos nuevos atacantes, mientras tanto se conversaba sobre como poder ir ganando terreno y lograr comenzar con las excavaciones para exhumar de la muerte,  aunque nada se les ocurría, todavía el ejército de Marfil no atacaba y para colmo hacían guardia delante del mausoleo todo el tiempo, era obvio que la única marera era por detrás y Gustav se había encargado de dejar una puerta abierta para poder llegar ahí, cuando mando a Giudisse a colocar la soga atada al árbol, para poder pasar por encima de la pared, pero aunque la entrada estaba ahí, no era nada lógico ir y comenzar a cavar a metros de los ángeles, que automáticamente, se los cargarían de inmediato.
Kevork decía que había que atacar el mausoleo celestial estratégicamente, como ya habían logrado hacer con los otros dos mausoleos, pero con esto de la llegada de las cartas, era recomendable quedarse en el campamento y no ser encontrado en la mitad de la nada por unos kamikazes asesinos en serie, así que era si o si, cuestión de esperar pasa poder actuar.
Cosa que no podía lograr Nazrael, ya que no soportaba un segundo más de espera, sin saber cómo hacer para convencer al resto de sus colegas para liberar a los cautivos para terminar con esto, ya que lo tomaba muy personal el asunto, ya que no los soportaba más a los humanos dentro del cementerio, también se quería tomar revancha de haber perdido contra ellos y más que nada tomarse la atribución de ser el salvador del cementerio tomando la decisión de sacar a las elites de su enclaustro, así que otra vez, volvió a visitar a los jerarcas, con la intención de poder llegar a un acuerdo todos juntos, aunque cada vez estaba más lejos de lograrlo.
- Nazrael, ¿traes noticias?

- Lo mismo de siempre Marfil, todo está igual hasta que te dignes a liberar a las cartas.

- ¿Otra vez con ese asunto, demonio? Ya discutimos sobre eso, además antes de que llegues estábamos discutiendo justamente sobre el mismo tema con Sura, la decisión está tomada, no vamos a liberar a las cartas bajo ningún motivo.

- La verdad no puedo entender como todavía no quieres aceptar que los humanos son realmente eficientes en derrotarnos, bueno, lo digo por nosotros, los jerarcas que sí tuvieron el valor de ir y confrontarlos, tu aquí, con tu ejercito intacto porque todavía tienes miedo de que te derroten y quedes humillado delante de todos los reinos ¿no?

- ¡Eso no es cierto Nazrael¡, no siembres la cizaña aquí, no te lo permitiré.

- Bueno, basta ya los dos, aunque no quieran, los dos tienen algo de razón, no vamos a liberar a las cartas Nazrael, porque es una completa locura hacer algo así, ya que hasta por nosotros vendrían ellos y sobre el temita de no atacar, la verdad pienso lo mismo, ¿acaso solo nosotros defendemos el cementerio?, tu ejército no ha movido una sola flecha o espada en contra de los humanos, ¿a qué juegas Marfil?, eso me vengo preguntando yo también,

- No juego a nada, ustedes saben que mi ejercito debe ser el último bastión en ser atacado y también, con el resto de los ejércitos diezmados, no puedo salir y regalar la batalla como ustedes han hecho, estoy esperando, actuando con un poco más de prudencia que ustedes, que solo actúan con el instinto de ir y no lograr nada, no me quieran ahora en su impaciencia, yo ataco como quiero.

Dentro del mausoleo las cosas se estaban tornando un poco inquietantes y ásperas, ya las derrotas estaban logrando el efecto de incomodar a los jerarcas, que, al parecer, están más al borde de matarse entre ellos que aniquilar al grupo de humanos dentro del cementerio.
Nadie estaba al tanto, ni sospechaban del plan de Valnar de liberar a las cartas él solo, ya estaba adentrándose a las catacumbas de un mausoleo olvidado dentro del cementerio, que era como antes se había mencionado, el único que las tenía por una desconocida razón, lo acompañaba uno de sus compañeros que era el encargado de ingresar y poseer el cuerpo del guardia de la puerta, luego de varios minutos bajando por unas largas escaleras que parecían interminables, llegaron al final, a lo lejos podía verse unas antorchas que flameaban sobre las paredes de tierra, inmediatamente el demonio del grupo, Vald, advirtió la presencia del fantasma, gracias a su poder de intuición que era muy grande, eh hiso un comentario en voz baja para el resto de los prisioneros.
- Pónganse perfume, que al parecer vienen a visitarnos los fantasmas.
Nos demás se quedaron con caras de sorpresa, al no entender a qué se refería el demonio con lo que estaba diciendo.
Una sombra rápidamente corrió desde el final de las escaleras hasta varios metros trepando por el techo el último tramo, hasta llegar al guardia demoniaco, que se encontraba frente a la puerta de la mazmorra, el llevaba un hacha larga en su mano izquierda, al lado de él estaba el guardia angelical con una jabalina grande, también formando guardia, aunque estos dos eran bastantes sensitivos, Valnar se había encargado de pedirle ayuda al más experto en sigilo de sus compañeros sombra, que sin que los guardias tuvieran tiempo de reacción y así entrar directo al cuerpo de quien inmediatamente, comenzó a convulsionar tratando de pelear contra la entidad fantasmal que acababa de entrar en su cuerpo y quería dominarlo por completo, de esto si se dio cuenta el ángel que estaba a su lado y tomo guardia, mientras el demonio luchaba contra el ente que se quería apoderar de su cuerpo, la sombra logro que este, abanique su hacha contra el cuello del ángel, que parado en poción de guarda, quedo sin su cabeza, que cayó automáticamente al piso y rodo unos metros, así, con el arma totalmente ensangrentada, temblando y contrayendo todos los músculos, luchando fuertemente contra su propio cuerpo, el guardia fue juntando sus manos, tomando el hacha con ambas y dándose con todas sus fuerzas un fuerte golpe en medio de su frente, automáticamente el fantasma salto de su cuerpo justo antes de que este deje de respirar, el cuerpo del ángel que estaba en guardia quedo parado, con sus pies uno delante del otro, y sus manos juntas apuntando la jabalina hacia su compañero, el guardia demonio automáticamente cayo de rodillas, y luego sobre su hacha metiéndola aún más dentro de su cabeza.
Los cinco que estaban adentro de la mazmorra miraban sin entender nada, después de tanto tiempo ver algo así, era algo que no comprendían, quien quiera que sea el que quería liberarlos no era un jerarca, ya que no actuaria de esa forma, directamente bajaría y los sacaría de ahí adentro, era obvio que esto era un plan, algo muy extraño.
- Hola, tanto tiempo vagabundo.

- Jajaja. no lo puedo creer, ¿eres tu Valnar? La mano derecha del sargento Radamm, ¿qué es lo que estás haciendo acá?, te volviste desquiciado o arriba está el Armagedón?

- Muy gracioso Euro, pero no, no está sucediendo el Armagedón afuera, pero si hay mucho revuelo, un grupo de humanos están haciendo un desas….

- Jajajaja, por favor, para ya, es muy gracioso lo que cuentas, ¿viniste un por un grupo de humanos?, Valnar volve por donde viniste, te perdiste y caistes en el peor de los lugares.

- ¿Yo?, ahí arriba están perdiendo la cabeza todos, tu jefa Sura se está volviendo loca, Castiga y Trader perdieron todos sus soldados, además de que están muertos, Raddam está secuestrado, Phacer, esta aniquilado, el ejercito de Abb – na ya no existe, junto con él.

- Mira, a otro tonto con esos cuentos Valnar.

- Miren me importa muy poco lo que piensen, ya les dije que pasa ahí afuera, ahora yo voy a sacarlos de aquí, pero ustedes tarden lo que quieran en ver como esta todo ahí, yo quiero que tú, Mirim, aniquiles a todos esos malditos humanos y recuperes a Radamm.

- Está bien mi viejo amigo, yo lo voy a hacer, dime que ejercito es ahora el que ataca al cementerio.

- Es complicado, pero todo comenzó con diez personas, ahora quedan seis.

Todos comenzaron a reír, era absurdo lo que estaba diciendo el fantasma, la última vez que los habían liberado, se tuvieron que enfrentar contra una guerra mundial, ejércitos de todos los bandos, también habían luchado en una guerra entre todos los planos astrales, pero esto para ello era absurdo, seis humanos parecía que era un cuento de Valnar. Era todo imposible de creer, pero no quedaba otra que salir y enterarse, aunque muchas ganas no tenían, ya que ni siquiera en tantos años habían querido escapar de la prisión donde estaban, ya daban por hecho que los habían traicionado y que solo los usaban para cuando más lo necesitaban.
Así que sin los guardias mirando la puerta, la derribaron de inmediato y así comenzaron a salir uno por uno camino hacia arriba, para ver qué es lo que estaba pasando, mientras tanto el fantasma se quedó con su par, para contarle rápidamente todo lo que había pasado.
Euro, el vampiro del grupo, comenzó a correr hacia arriba, no le importaba nada si afuera estaba la luz de un sol radiante o un ejército esperando que se asome para cortarle la cabeza, el resto caminaba tranquilos, para cuando los guerreros estaban a mitad de camino, comenzaron a salir los dos fantasmas que se habían quedado hablando abajo en el calabozo, afuera todavía 
Había un poco de claridad, así que Euro no salió del mausoleo, los otros todavía no terminaban de subir, al parecer afuera no había guerra ni ejércitos combatiendo entre ellos ni esperándolos a que salgan, afuera no había absolutamente nada, esto al vampiro le hizo preguntarse si era verdad lo que había dicho Valnar minutos antes.
Varios minutos después, llegaban el resto de los integrantes de este grupo, haciéndolo correr de la puerta al vampiro y haciendo chistes sobre él porque no podía salir y se tenía que quedar.
- Cuanto hace que no veo esto, ¿un par de años lejos no?

- Si, demasiados para mi gusto Ruth, además de que esta tranquilidad no me gusta para nada, algo aquí está pasando.

- Vamos chicos, somos libres para hacer lo que queremos, como por ejemplo ir a decirle al maldito Nazrael porque nos dejó todo este tiempo ahí adentro y hasta no sé si tomarme una revancha.

- Quédate aquí vampirin, hasta que caiga el sol, no te aburras jajaja.

Algo frio corrió por la columna de Nazrael, que se dio cuenta de que algo no andaba bien, pero no sabía absolutamente nada de lo que estaba pasando afuera, pero no duraría mucho tiempo la paz dentro del mausoleo celestial, en cuestión de minutos, unos ruidos se escucharon afuera, gritos y peleas, hasta que todo se calmó, los tres jerarcas miraron a la puerta esperando una explicación de lo que pasaba, pero nadie entro, entre Sura y Marfil, se miraban sin entender mucho la situación, mientras tanto el jerarca demoniaco quería con toda insistencia convencer a sus pares de seguir con su idea, pero cuando quiso continuar con su frase, la puerta se abrió de golpe y de ella, entro rodando la cabeza de un ángel, que estaba custodiando la puerta a la sala principal de Marfil, este se paró de inmediato, tomando la empuñadura de su espada preparado para atacar a quien el creía que eran los humanos, sus camaradas también tomaron una posición defensiva, pero la sorpresa seria extrema, al ver que detrás de esa puerta cruzaban las cartas, quienes eran por ahora tres, ya que Euro todavía estaba esperando para salir y Mirim seguía hablando con Valnar.
- ¿Quién los dejo salir?, es una locura esto, como se atreven a decapitar a uno de mis hombres.

- Jajá Marfil, no ladres tanto, que se te nota el miedo, estamos aquí para que los tres nos den unas largas explicaciones y también nos cuenten que paso con los demás.

- ¿Explicaciones de qué?, no tengo nada que hablar contigo Vald, ustedes tienen que estar dentro de la mazmorra. Esto es obra tuya Nazrael, rompiste el código de paz que tenemos entre nosotros, me la vas a pagar.

Tomando su espada fue detenido por la voz de Rodt que le respondió al ángel que Nazrael no los había liberado, nada les importaba a los jerarcas, ya que tenerlos ahí era peligroso, mas con Vald que se quería cobrar venganza de tanto tiempo preso en la mazmorra.
Luego de varios reproches, entre los cautivos y los jerarcas, todo se ponía más áspero, al punto en que alguno de los seis que estaba dentro de la sala del jerarca estaba a punto de iniciar una guerra entre las cuatro paredes.
- Yo entiendo que ustedes se quieran cobrar venganza, pero el cementerio esta diezmado, la verdad ahora si estamos en las ultimas.

- ¿si? ¿Y ustedes se piensan que nosotros somos estúpidos?, ¿Qué nos van a hacer lo mismo de siempre, usarnos y dejarnos ahí el resto de la eternidad?, no vamos a ayudar en nada, es más, no sé qué o quienes sean lo que diezmaron el cementerio, pero cuéntenme de su lado.

- Por la amistad que tenemos, o tuvimos, pero por favor, no estamos para pelear entre nosotros, la verdad los necesitamos

- Nazrael deja de rebajarte así, somos jerarcas, no tenemos que pedirle a nadie que esté de nuestro lado, son unos traicioneros, deja a Vald que este del lado que quiera.

- Pero Sura, por algo íbamos a liberarlos

- Tu querías liberarlos, si fuera por mí y Marfil los dejaríamos pudrir ahí adentro sabiendo que estarían del lado del enemigo.

A la líder vampírica no le gustaba en lo más mínimo las amenazas de las cartas, menos que digan, aunque sea para amedrentar, que estarían del lado de los enemigos. Todo el ambiente era una nube de gas, solo faltaba alguien que encendiera el mechero, no había más opción, era la sangre lo que hacía mover a esos cinco guerreros y era obvio que la buscaban de cualquier bando.
Mientras tanto los chicos seguían en alerta, pero relajados, sin saber lo que les esperaba, mientras tanto en ronda, Kevork les hiso una pregunta bastante interesante a los integrantes que eran del cementerio.
- Ahora algo no entiendo, como puede ser que nosotros estemos tan cerca o hayamos acabado tantos soldados, si ustedes contaron que en la segunda guerra quisieron atacar el cementerio y lograron ganar.

- Lo mismo me pregunto yo, cuando ustedes llegaron, sabía que no tenían la mínima oportunidad, pero con  el correr de las horas y además conociéndolos, me di cuenta, va, nos dimos cuenta Mayab y yo, que ustedes tenían un poco más de chances, está bien, hablamos de ejércitos como el alemán y el italiano, que de golpe coparon todo el cementerio, con soldados con palas, con la misión de querer desterrar todo lo que haya de punta a punta, igual uno de los ángeles que estaba con la alianza, había dado alerta de esto, el primer problema de los casi dos mil soldados que habían venido desde el este, fue que vinieron en total sigilo, estaban totalmente en peligro, si sabían que estaban dentro de la unión morirían automáticamente, habían caído en paracaídas algunos, pero lo peor fue perderse en el bosque, ahí Radamm se encargó con sus fantasmas que una gran parte desaparezca con los fantasmas, mientras caminaban en círculos, hasta no recuerdo cuanto, pero fue algo de dieciséis o diecisiete horas, aquí llegaron unos mil quinientos, soldados, pero ahí está la diferencia ninguno era como ustedes.

- ¿Cómo nosotros?, ¿Qué tenemos de diferente Nur?

- Ellos, comenzaron a entrar, eran tantos, que las minas que había dejado Phacer hicieron estragos, mordían gente por aquí, por allá, ellos vinieron pensando que el cementerio estaba vació, luego cuando comenzó el fuego, Radamm mando de vuelta a sus fantasmas, nunca vi tanto tonto gastando balas inútilmente, vinieron con un arsenal, pero el miedo los dejo casi sin balas y ahí por el oeste vinieron los rusos e ingleses, los demonios de Abb – na solo se quedaban en los arboles repartiendo fuego por doquier, en cuestión de minutos no quedo nadie.

- Salvo obvio los rusos e ingleses.

- ¡No!, ¡nadie!, todos fueron aniquilados, nadie tenía que saber que había en el cementerio y mucho menos saber de nuestra existencia, aunque algunos en la guerra, lejos ya sabían sobre fantasmas, ángeles y todo eso, luego quisieron repetir el ataque, pero era muy complicado entrar a Rusia en plena guerra, así que decidieron conquistarla aunque sea ganar terreno cerca del cementerio, para trabajar más tranquilos, pero así fue que llego el final, a diferencia de ellos, ustedes saben pensar, son religiosos, pensativos, estrategas, esos tipos eran metódicos, entraron dispararon, murieron. Por eso, por más que el cementerio sea atacado por diez mil personas, no superaría a uno solo que piense un poco y en algo así se convirtieron los jerarcas, porque atacan casi de la misma manera.
A Gustav le dejaba muchas dudas estas charlas con Nur, Giudisse y Gurka, porque en algún punto lo hacían pensar que los jerarcas serian fácil de vencer, pero no quería tener ese pensamiento, ya que lo haría bajar la guardia, pero era obvio, que al saber que habían destruido al  ejército que casi domina el mundo, daba miedo, ahora sabiendo cómo había sido, el miedo se volvía un poco más de seguridad, pero no duraría mucho su tranquilidad, ya que en el mausoleo seguían discutiendo las cartas con sus jefes, Sura, sabia como domesticar a las bestias, tratándolos como caballos desbocados, comenzó a imponer su autoridad, hasta que las cartas accedieron a bajar un poco los humos.
Luego de varios minutos hablando, se les explico toda la situación, Rodt no podía soportar la risa, las ganas de matarlo que tenía Marfil no se pueden describir con palabras, también a Ruth, su discípula, que tampoco se tomaba muy enserio que un grupo de humanos, tan insignificante, se cobró a casi seis mil soldados del cementerio, pero aun así comenzaron a negociar.
- El acuerdo es el siguiente, nosotros vamos y hacemos nuestro trabajo, el que ustedes no saben hacer al parecer y después nos dejan libres, ya no somos más las marionetas que creen que somos.

- ¡No!, nosotros no mandamos, son ordenes supremas del círculo, ustedes se quedan encerrados y se terminó.

- Espera Sura, yo Nazrael, jerarca del infierno en Promyshlennyi, les propongo un trato, primero traigan la cabeza de esos humanos aquí y juro, yo mismo hablar con el circulo para que queden libres.

- No confió en las promesas de los demonios, ustedes quieren que hagamos algo que ustedes no pueden hacer, porque saben bien que, si matan a un humano, mueren automáticamente o mínimo serán condenados, así que nos usan de jerarcas a nosotros, así que digamos que ahora, los jerarcas somos nosotros.

- Pero que estupideces dices Rodt, no voy a permitir una cosa así.

- Sura, basta, así como dijo el señor Nazrael, vamos a aceptar el trato, pero los jerarcas van a representarnos para dejarnos libre, sino nosotros entraremos nuevamente a la mazmorra, pero con la cabeza de ustedes tres colgadas del cuello.

- Vos Vald, ¿no te escuchas cuando hablas no?, no podemos matar humanos, pero a ustedes puedo hacerle lo que quiera, así que elegí, pelear conmigo, o ir a matar humanos.

Dos segundos más y el panteón celestial ardería en llamas, lo único que detuvo eso fue, que Marfil también dijo hablar con el circulo si ellos lograban hacer lo que se les pedía. Por otro lado, Mirim, nunca hablo con jerarcas, a ella solo le hacía falta escucharlo a Valnar, para saber cómo estaba toda la situación, así que fue directamente a atacar al grupo, que todavía seguía preparado, pero en calma.
A lo lejos Gurka pudo ver una mujer que venía caminando al campamento, entre más se acercaba, más miedo daba, era alta, lánguida y con un pelo negro largo, caminando con su cabeza gacha, típica imagen de fantasmas orientales, errante, sufriendo con cada paso y provocando un desgarrador chillido, un grito de dolor, que se comenzaba a escuchar cada vez más fuerte, aunque estaba demasiado lejos.
Giudisse, quedo helada, ella la había reconocido, era Mirim, la representante fantasmal de las cartas, una de las más fuertes. Gustav, comenzó a agarras las armas y prepararse, él sabía que detrás de ella, vendrían los otros elites faltantes, así que le dijo a Kevork que tome todos los elementos que habían utilizado para vencer a Radamm, había enterrada, cerca de la urna donde estaba el jerarca fantasma, otra urna, vacía, que habían preparado para este fantasma, así que solo había que colocar en el cuerpo de ella, uno de estos sellos que la mandaría allí, automáticamente, pero no sería para nada fácil, Gurka la miraba fijo, Giudisse le pidió que no la mire a la cara, pero le llego muy tarde el comentario, porque cuando la comenzó a mirar detenidamente, la fantasma desapareció, el grito se volvió extremadamente fuerte, tanto, que el Karavnikov se lanzó al suelo tapándose los odios, un grito fuerte, penetrante, agudo, un alarido de dolor que puso a todo el grupo de rodillas. El licántropo levanto la cabeza para ver a donde estaba la fantasma, que antes estaba a unos cuantos metros de distancia, ahora la tenía delante de él, gritando delante de su cara, sin pensarlo dos veces, le dio un revés con la mano derecha, que tiro a Gurka a lo lejos. El resto seguía tirado en el suelo, hasta que la fantasma se quedó callada, mientras jadeaba, lloraba todo el tiempo, tenía una mirada oscura, unos labios negros, era rara de ver, pero a su vez daba pánico, era con todas las letras, un fantasma errante, Irina se tocaba los oídos, pues pensaba que le sangraban después de terrible sonido, que era como tener la alarma de un coche pegada al oído o un avión despegando delante de uno mismo.
La fantasma rompió en llanto. Se tomó la cara y comenzó a gritar pero a un decibel normal, los chicos comenzaron a sentir un vació en el pecho, una angustia que dolía, como si el alma se les fuera del cuerpo, Irina comenzó a llorar, una depresión insoportable, la inundaba, el armenio pasaba por el mismo estado, apenas podían levantarse del suelo, ni defenderse de Mirim, que se apareció de repente delante de suyo, ni siquiera se le paso por la cabeza poner el sello sobre ella, estaba más preocupado en saber que le estaba pasando dentro del cuerpo, así que la fantasma tomo ventaja y lo pateo tan fuerte, que logro hacerle daño.
Gustav se tomaba la cabeza, además de estar completamente hundido en una depresión horrible, sabía que no podía hacer nada con sus armas, era solo mirar como el fantasma hacía de todo con ellos.
- Tú, ¿estás de su lado?, desde lejos parecías siempre una traidora.

- Tú lo dices porque Radamm siempre te valoro, a mí nunca me dejo ser nadie.

- Cállate fantasma traidora y paga con la muerte.

- Ni lo sueñes Mirim.
La carta fantasma se lanzó sobre Giudisse, esta sufría los efectos de Mirim, pero a baja escala, mucho menos que los humanos. A diferencia del resto de los fantasmas, esta era más corpórea, no brillaba, sino que un aura negra la cubría, a través de ella no se podía ver como con Giudisse, era diferente en varios aspectos, ya que la fantasma del grupo tampoco podía hacer esos gritos ni generar la angustia, Irina giro su cabeza para ver qué pasaba con su amiga, pero al verla directo a la elite, esta apareció de repente delante de su cara, comenzó a gritar nuevamente, fue tanto el ruido que Irina se desmayó.
Todos quedaron el silencio, con los ojos abiertos. Irina y Nur todavía seguían dentro del círculo, la fantasma había logrado de alguna manera entrar en él, eso significaba un gran peligro, porque si desenterraba al jerarca o al resto de los fantasmas encerrados en la urna, sería el final automáticamente, ya que no había tiempo para andar haciendo nuevos sellos a esta altura.
La única que podía tocarla, era su par, así que Giudisse se lanzó, tacleándola y lanzándola, junto con ella, fuera del círculo. Gustav comenzó a decirle a todos que debían correr, fuera del círculo, a los panteones del centro del cementerio, servirían de distracción, así que Giudisse, se paró sin soltar la cintura de Mirim y la comenzó a arrastrar lo más lejos posible, hasta que esta se soltó y le dio un golpe en el centro del cuerpo, giro rápidamente su cuello y vio como el grupo se alejaba corriendo para esconderse entre los pequeños mausoleos que ocupaban todo el centro del cementerio, pero uno de esos gritos desgarradores hicieron que todos frenen en seco, sus cuerpos quedaban paralizados, el sonido repercutía en su interior, como unos parlantes, esto se tornaba imposible. Hasta que algo hiso callar a la fantasma, rápidamente todos iniciaron la carrera otra vez.
La mano de Giudisse tapaba la boca de Mirim por detrás de su cabeza, esta forcejeaba para lograr quitársela de encima, Kevork mientras corría gritaba el nombre de los grupos que debían armarse, Nur se juntaría con Gustav y el con Gurka, pero ante cualquier problema, debían separarse, para lograr hacer que la fantasma pierda el tiempo buscándolos y así mantenerla lo más alejada posible del campamento, en el cual había quedado Irina desmayada y con ella se quedaría Giudisse si la fantasma se fuera corriendo detrás de los demás.
Después de un duro forcejeo, la fantasma del grupo quedo expuesta a un ataque directo de Mirim, lo que hizo que se quede rendida sobre el césped del cementerio, la carta fantasmal, la miro con asco, comenzó a caminar hacia un costado donde había una espada tirada en el medio de la nada, que había quedado de un combate y ni había sido recogida por el grupo y desde lejos solo le dijo un comentario a su par.
- Te voy a dejar vivir por ahora Giudisse, pero cuando vuelva con la cabeza de estos profanadores, te matare por traidora, no te olvides que todavía me das asco.
Mientras la fantasma trataba de aguantar el dolor, miro como Mirim se alejaba caminado para buscar a los otros que se habían escondido, ella corrió con las pocas fuerzas que le quedaban, se quedó cerca de Irina y se lanzó al suelo para tratar de recuperarse.

los inmortales - al vamphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora