Gruñido

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Si bien Tanjiro esperaba algo violento debido a su entrada, no estaba realmente seguro si Kyojuro – en plena rutina –, lo atacaría. El gruñido constante, así como la pose cuádruple de Kyojuro junto a su cabello casi erizado enviaban enormes señales de que acercase no era la mejor idea.

Tanjiro incluso con la luz limitada que hay en la habitación alcanza a ver un poco de sangre por la cara de Kyojuro, no pudiendo olerla por la bomba de feromonas que es por el momento su compañero. La sangre, parece provenir de intentos desesperados por quitarse el bozal que esta en su rostro. Tanjiro casi quiere llorar.

—Lo siento, Kyojuro, estas herido por mi culpa.

En respuesta, el gruñido se intensifica. Tanjiro se mueve, dando pequeños pasos hacia adelante para no provocar una reacción negativa. Pero por cada paso que da, Kyojuro retrocede, gruñendo y sacudiendo su cabeza de forma violenta.

El corazón de Tanjiro se retuerce, su omega parece herido por el dolor de Kyojuro.

Arréglalo, arréglalo. ¡Tienes que ayudarlo!

Tanjiro entonces hace lo primero que Akiko sugirió, aún tiene puesto el kimono que ella le regalo y en verdad no le gustaría romperlo. Con delicadeza, deja que Kyojuro lo observe como abre la pequeña faja naranja que tiene, cuando esta cae sin delicadeza al suelo, el gruñido de Kyojuro se detiene, sus ojos atentos al siguiente movimiento de Tanjiro.

"Los instintos alfas son fáciles de complacer, úsalo a tu favor. "

Tanjiro, bajo la mirada depredadora de Kyojuro, baja de forma lenta de sus hombros el kimono, dejando que caiga con un ruido sordo al suelo, dejando al descubierto su cuerpo; con el fundoshi únicamente ocultando sus partes íntimas.

Tiene que tomar una respiración profunda, la mirada y el aroma de Kyojuro es intensa y lo hace estremecerse de placer. Tanto, que esta dispuesto a simplemente acostarse y entregarse. Dejarse llevar por la rutina de Kyojuro.

Como un buen omega, listo y dispuesto.

Pero en lugar de hacer eso, se sienta y mira a Kyojuro, quien ha empezado a salivar. El alfa sigue parcialmente escondida en el nido. Tanjiro entonces se acuesta, usando sus manos para pasarlas por su cuerpo desnudo.

—Esta bien... Kyojuro. Puedes acercarte, no tienes por qué temer...

Es como las palabras mágicas que necesitaba. Kyojuro deja salir un suspiro y lentamente se acerca. Incluso si Akiko dijo que las primeras rutinas son salvajes, que los hace perder la razón – por la cantidad de hormonas que liberan –, Kyojuro parece conservar, hasta cierto punto, algo de conciencia.

Y eso lo afecta a Tanjiro más de lo que desea admitir.

Tan fuerte, tan disciplinado. Es un alfa perfecto.

Kyojuro sale del nido, el bozal, aunque intimidante, no hace que Tanjiro se aleje. Kyojuro gruñe mientras inhala con fuerza. Al llegar hasta donde Tanjiro se encuentra acostado, lo primero que hace es llevar parte del kimono blanco lo más cerca de su rostro – o por lo menos, lo que el bozal le permite acercar –. Tanjiro ve como el pedazo de tela es examinado, casi como si fuera juzgado. Tiene que pasar unos minutos hasta que Kyojuro se detiene, gruñe y deja la tela nuevamente en el suelo.

Tanjiro incluso deja de respirar cuando Kyojuro se acerca tanto, sus ojos que normalmente son cariñosos y amables ahora están llenos de frustración y deseo. Es la primera vez que ve su ojo dañado y aunque ese ojo no tenga los brillantes colores amarillos y rojos de antes, y en su lugar, sean tonos más pálidos, casi llegando al blanco, no quita lo expresivo que sigue siendo.

Un mes para enamorarme, una vida para amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora