Binario al Cuadrado.

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– No sé qué demonios estoy haciendo fuera de mi cabina en momentos como éste, mira que los daños por viajar en híper espacio pueden ser irreversibles. Elías suéltame, debo volver a mi capsula criogénica – Murmuraba entre dientes Elena Romero.

La única Bióloga e Ingeniera Medioambientalista en la nave, su novio Elías Cruz la había sacado de la capsula de criogenización momentos antes de que la nave ingresara al híper espacio, en dirección a Harissa III.

– Que vengas conmigo Elena, tengo que enseñarte algo que me ha dejado perplejo, y no puedo esperar hasta llegar a las cercanías orbitales del planeta donde nos dirigimos, además, el alguacil ya está bien congelado en su maloliente cabina – respondió Elías, en un tono misterioso mientras abría cuidadosamente una compuerta secreta en su laboratorio.

– Cuidado, agacha la cabeza – Susurraba mientras se internaban en un agujero recóndito entre las paredes de la nave.

– No, Elías, no puedo creer que me hayas traído aquí solo por sexo... –

–¿Sexo?, eres increíble, apenas se te suben los niveles de noradrenalina y ya estás echando chispas como si fueras una, una, una deliciosa barbacoa, con la mejor carne, bien jugosa, dorada y suave – murmuraba Elías mientras bajaba la voz y acercaba su cara al oído de Elena.

La mano que situó en sus caderas poco a poco empezó a bajar, y una vez rozando sus muslos, apretó con tanta fuerza que ella soltó un alarido.

– ¡Chsss! – Elías tapó de inmediato la boca de Elena, mientras se volteaba y terminaba de cerrar la abertura de aquella compuerta.

– Suéltame, suéltame, ¿qué ocurre? ¿Se ha despertado el alguacil? porque jamás en la vida sentí que una de tus erecciones se bajara tan bruscamente Ja Ja Ja – Se mofó Elena aunque pronto comprendió que era algo más serio, Elías tenía los ojos tan abiertos que asustaban.

– No es hora de bromas – Susurró – lo mejor es que hagas silencio absoluto, hay dos tipos en trajes espaciales que jamás había visto, y están husmeando mis apuntes, puedo verlos a través de la hendidura de la pared metálica. –

Aquellos dos sujetos provenían de un almacén secreto, con acceso prohibido a todo tripulante, excepto el Capitán, ni siquiera Lucio Terry sabía lo que podría haber en ese lugar.

Mientras Elías trataba de asimilar lo que estaba pasando, uno de los individuos saco una radio y empezó a hablar, con un tono de voz extraño, parecía como si le molestara algo en la garganta.

– Capitán Hay un agente biológico liberado en el laboratorio Químico del Dr. Elías Cruz, los niveles de mutágeno no son nocivos para humanos, pero si muy elevados, recomiendo total desinfección y destrucción de cualquier experimento actual que se esté llevando a cabo en el área, además, debo notificarle que el Dr. Cruz, y la Señorita Romero, no están en sus respectivas capsulas. –

Elena no podía creer lo que escuchaba, su incertidumbre era tan grande que quitó de un empujón a Elías, solo para ver por la pequeña abertura a aquellos dos extraños, extraños que al parecer sabían todo sobre ellos. Y Elías no se quedaba atrás, parecía que ya no era capaz de parpadear, por su mente pasaban tantas preguntas, pero la más importante, ¿Por qué estos hombres hablaban con el capitán?, algo andaba mal, pero ellos no serian los valientes en salir a buscar pistas en medio de un viaje híper espacial a través del universo, y menos cuando por fin tenían un destino.

– Rápido, Regresen a su cabina, estamos a punto de dar un salto cuántico – Gritó el capitán a través de la radio.

– Mi-Mierda, salgamos de aquí ya mismo – balbuceó uno de los viajeros desconocidos mientras daba tirones al otro para salir tan rápido como fuera posible de aquel laboratorio.

– Vamos Elena, no podemos quedarnos aquí, volvamos rápido a tu cabina, es la más cercana – Elías sudaba en exceso, y parecía haber perdido coordinación con su cuerpo – Maldita híper velocidad – gritaba mientras salía del agujero de la pared.

Elena corría por los pasillos mientras Elías trataba de seguirle el ritmo, ambos estaban embriagados por los fenómenos del viaje espacial a velocidades increíbles, se tambaleaban de un lado a otro, chocando contra las paredes y puertas. Parecía que les tomaría una eternidad llegar a la cabina, cuando de pronto un zumbido los atravesó, seguido de un impacto que los hizo volar hasta la parte baja del puente de mando, golpeando sus caras contra el vidrio, y cayendo estrepitosamente al suelo.

Mareados y nauseabundos pudieron ver al Capitán salir de la sala de control junto a Tania, las dos personas al mando del NALUV S-82 admiraban el espacio, boquiabiertos, ignorando a aquellos amantes que yacían en el suelo metálico, la quietud había vuelto y el silencio reinaba.

Mirándose fijamente Elena y Elías voltearon solo para divisar la nada, o quizás ésta vez, el todo. El vacio Galáctico de Arkob era solo un destello, destello que era opacado por ese inmenso planeta, Harissa III, a lo lejos, y creando un eclipse estelar, estaban ARK 1 y ARK 2, los astros de ese sistema binario que décadas atrás solo parecía un sueño.

–Hemos llegado Tania, Hemos llegado – expresó Bruno, para luego quedar mudo, mientras observaba que algo extraño ocurría, otro planeta similar emergía detrás de Harissa III, y ambos bailaban una danza que solo el universo podría crear.

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⏰ Última actualización: Jan 11, 2022 ⏰

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HARISSA IV ¿Un Nuevo Edén? (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora