XVIII

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XVIII

Arlette

Siempre tuve daddy issues.

La falta de mi padre siempre fue un problema enorme para mi, uno lleno de burlas, tristeza, esa falta de atención masculina me hizo sexualizarme con los hombres y ser la que era en ese entonces:

Una chica de 20 años que cada noche iba con un chico diferente buscando la atención masculina y el afecto del mismo.

Y el día que Zaid murió sufrí demasiado, porque él era como un padre, y me habían arrebatado 2 padres ya! No podía soportarlo.

Íbamos en la camioneta del ruso idiota mientras golpeaba su pecho, no podía respirar ni dejar de llorar, solo quería matarlo porque él me invitó a su maldito baile y terminó en tragedia.

-Muérete Adler! No me toques!- Chillé.

Él ignoró mis palabras y me arrastró hasta su pecho, pegándome a él y abrazándome.

Me moví, le pegué, me revolví pero fue en vano, no me soltó y si le sumas lo que empezaba a sentir por él, fue un momento de rendición y tensión, entregándole mi dolor y dejando que hiciera lo que quisiera con él; ya sea usarlo o no.

Así que escondí el rostro en su cuello y me aferré a él como mi vida, me aferré como el único barco en el océano.

-N..no puedo...due-duele mucho...

Su mano empezó a subir y bajar lentamente por mi espalda, dándome un soporte.

-Tranquila muñeca, cálmate de una puta vez.

Lloriqueé horas en su hombro, pues nos estábamos yendo a no sé donde pero por la seguridad era mejor en camionetas.

La imagen de Zaid muriendo frente a mi me atormentaba y no dejaba mi mente en paz.

La cabeza me dolía horrible y solo quería quitarme el horroroso vestido.

-Detén el auto!

Abrí la puerta corriendo y al bajarme vomité, no me importó mancharme el final del vestido o que el ruso me viera.

Después de sacar todo lloriqueé e hice un esfuerzo por no caerme sobre el asqueroso líquido, me alejé y ni siquiera sentí el frío cuando me quité el vestido, quedando en ropa interior.

Adler me miraba a lado de la camioneta con un gesto indiferente.

Así me miraba Zaid cuando hacía una pendejada.

Caí de rodillas a la carretera cubierta por una leve capa de hielo y sentí el frío quemarme hasta que Adler me cargó y me regresó a la camioneta.

-Abre la boca.- Ordenó.

Me negué.

A mala gana me abrió la boca y me hizo beberme una botella de agua, casi muero pero no pasó a mayores.

Volví a llorar contra su pecho y cuando me separé lo miré a los ojos, el azul era espléndido, mostrando unos detalles verdes al rededor de la pupila.

Pasé la mano por su nariz recta y perfilada antes de hacer lo mismo por su mandíbula marcada, seguía cada uno de mis movimientos con su mirada y noté que traía su abrigo, ¿en qué momento me lo había puesto?

Inconscientemente subí la mirada a sus labios hinchados y rosados y me acerqué ligeramente hasta unir nuestras bocas, me subí a su regazo y no me importó que 2 personas fueran adelante, yo le besé.

Yo, Arlette Morningstar, aceptaba que estaba enamorada de Adler Zhukov, mi enemigo y el asesino de miles de personas.

Sus manos apretaron mis nalgas y el cristal negro que subió hizo que los de adelante no nos vieran.

-Eres un asqueroso monstruo -jadeé cuando su mano encontró mi sexo- y lo odio..

Sus dedos se movían con agilidad dentro de mi, creando un chapoteo mientras besaba mi mandíbula.

-Entonces dime Arlette, ¿qué se siente estar enamorada de un asqueroso monstruo?- Inquirió.

-S-se siente prohibido pero bien, ¿por qué lo prohibido es lo mejor?

-Porque saber que estás haciendo algo prohibido es la mejor sensación del mundo, incluso sabiendo que eso podría costarte la vida o el futuro.

Gemía contra sus labios mientras escuchaba sus palabras.

-Eres socio pero...aún mi enemigo...-gemí- Si la pirámide de enterara de esto...me asesinarían y a ti también...

-Nadie puede asesinarme, y mientras estés conmigo tú también serás intocable.- Su voz era ronca y baja.

Solté un gran gemido cuando me corrí y me calló con un beso jadeante, saqué su polla erecta de su pantalón y la metí lentamente en mi, estaba duro y listo para follarme.

-Eres hermosa Arlette, ¿sabes lo bien que te ves a mi lado? -gruñó tirando de mi cabello mientras movía sus caderas, negué con los ojos cerrados.- Abre los ojos -hice caso y lo miré a los ojos.- Te ves como la mujer del diablo.

-Ah sí. Ahí...

Asentí con sus palabras y lo besé, me aferré a sus hombros cuando otro orgasmo me alcanzó, enterrando las uñas y él siguió moviéndose.

A los minutos explotó en un orgasmo y sonrió.

-Dilo, muñeca, sé que quiere salir de tu boca.

Lo miré antes.

Tenía mis sentimientos claros por él.

Yo quería ser la fruta prohibida, y que solo él tuviera el privilegio de probarme.

Un crimen encantador, porque hasta en lo ilegal hay reglas que seguir, y la primera era no tener lazos sentimentales con el enemigo.

Creo que te fallé, papá.

Creo que te fallé, mamá.

Te fallé, Zaid.

A ti también, Connor.

-Te amo.

La sonrisa perversa y presumida se quedó en su rostro.

-¿Qué?

Sonreí.

-Te amo, Vor.

ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora