—Ya te he dicho que va a ser solo una semana.
Ya en la puerta, dispuesta a salir, Raquel retrocedió unos pasos ante la insistencia de su marido.
—Una semana de vacaciones con tu amiga. ¿Hace cuánto no pides una semana de vacaciones para irte conmigo?
Raquel negó con la cabeza ante aquel reproche, sonaba enfadado, y la verdad, ella era incapaz de entender el motivo.
—Alberto, mi amiga acaba de perder a su marido, podrías mostrar un poco más de empatía.
—Si yo lo siento mucho por ella, pero sigo sin entender qué pintas tú ahí.
—¿Te dije yo algo cuando te fuiste no sé cuánto tiempo con tu amigo Luís sin venir a cuento? Ni siquiera te cuestioné cuando volviste ¿Qué más te da?
—Más que por mi, es por tu hija, que igual se te olvida que tienes una niña de 7 años.
—Alberto, que me voy una semana, no tres años. Ni siquiera vas a notar que me he ido.
Alberto se acercó rodeando su cintura con sus brazos y Raquel, sin quererlo, se dejó. Acercó su cara a la de ella para hablarle a centímetros.
—Cariño, ¿De verdad tienes que irte? Si lo que quieres es relajarte, podemos irnos tú y yo de finde romántico. Sin Paula, los dos solitos y así acabamos con la sequía que tenemos hace un tiempo, ¿Qué dices? –Terminó con un guiño que a Raquel le disgustó.
Era cierto que Raquel y Alberto llevaban unos meses donde su relación había pasado a un segundo plano entre Paula, sus trabajos y, si era sincera, las actitudes de él que hacía tiempo que habían empezado a desagradarla. Algún que otro comentario denigrante, las veces que discutían por culpa de él y acababa haciéndola sentir culpable a ella, los alzamientos de voz, y mil cosas más que trataba de ignorar pero había llegado un punto donde aquello era imposible. La relación con su marido se iba a pique y le sorprendía como a ninguno parecía importarle.
—Precisamente por eso, ¿tú de verdad crees que estamos en el mejor momento como para irnos de finde romántico?
El sonido del móvil de Raquel y la desviación de su mirada hacia la pantalla interrumpió la respuesta que Alberto ya estaba pensando en darle.
"Estoy fuera, te espero aquí. No tardes mucho que no me apetece entrar a saludar al pesado de tu marido, besitos."
—Es Alicia, está fuera. Mejor me voy ya.
—No te voy a hacer cambiar de opinión ¿Verdad?
—No, y como sigas así vas a llegar tarde al trabajo.
Raquel se acercó a él y rodeó su cuello con los brazos. Acercó sus labios a los suyos sin permitir que él profundizara el beso, tal y como pretendía al pedirle acceso con la lengua. Cuando se separó, dejó sus rostros a centímetros, otra vez.
—Nos vemos en una semana.
—Bueno, llámame cuando llegues, ¿No? Al menos para saber que habéis llegado bien.
Raquel asintió y cogió la maleta, para después dirigirse a la puerta.
—Ah, dale el pésame a tu amiga de mi parte.
—Eso, no salgas tú, no vaya a ser que sea demasiado para ti.
—Ya sabes que nunca me agradó. Venga, tira, que después se queja. Pásalo bien.
—Vosotros también. Dale un beso a la niña de mi parte, que no he querido despertarla, Venga. adiós, te quiero.
Raquel salió y cerró la puerta tras de sí sintiendo que estaba haciendo lo correcto. Aquellos días lejos de su marido, su hija, su rutina, le serviría como un respiro para volver a conectar consigo misma.
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Blank Space |AU|
FanfictionTras la muerte del marido de su amiga Alicia, Raquel Murillo decide que necesitan salir de Madrid. ¿El destino? Un pueblo de Girona en el que Raquel veraneaba con sus padres hace años. Sergio Marquina y su hermano Andrés dirigen un hotel en ese pu...