Capitulo 5

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Alexander.

Soy un gato, de Natsume Soseki.

Es mi lectura escogida para hoy, es una novela muy curiosa, ver cómo los humanos y nuestra sociedad son juzgados desde el punto de vista de una especie a la que consideramos inferior es muy interesante.

Mientras me concentro en mi lectura, escucho una melodía cerca de mí. Al principio no le di importancia, la consideraba agradable, muy tranquila y relajante.

Dirijo mi vista en dirección al puente, en él observo a una chica tocando un instrumento de aire parecido a un flauta, cuando lo veo con más detalle me doy cuenta que es un clarinete.

Debe ser una de las artistas que vienen a presentarse en este parque. Pero me pregunto porque escogió un lugar tan apartado.

—Tiene talento. —Pienso en voz alta y continúo mi lectura, en compañía de la música.

La chica no es muy alta, tiene el cabello largo y oscuro, por la forma en que toca puedo intuir que no es una novata. No sé mucho de música, por no decir que no sé nada, así que no sé qué canción está interpretando pero me parece muy hermosa.

Entonces...

***

Violeta.

Amo este parque.

Solía venir aquí muy seguido junto a Nana cuando era niña.

"Y tu sigues viviendo como una niña"

Las palabras de Rebeca aún hacen eco en mi cabeza.

En este parque fue el lugar en donde me enamoré de la música, Nana me trajo a escondidas de mis padres después de haberme castigado por algo que no fue mi culpa, pero a ellos no les importó.

Ese día una orquesta se presentó en este parque, una chica salió al frente e interpretó una hermosa canción con su clarinete, me pareció tan hermoso que me enamoré de ese instrumento, de la música y lo convertí en mi escape.

Me dirijo a mi lugar favorito, un pequeño puente dentro del área boscosa, (el día del concierto Nana me llevo al puente y me dijo que cada vez que quisiera olvidarme del mundo visitara este lugar).
Cuando al fin llego, me detengo en medio del puente y pongo mi estuche en el suelo para empezar a armar mi clarinete.

Cuando está listo admiro el pequeño arrollo que pasa por debajo, entonces comienzo a tocar y escapo de este mundo, no toco nada en especial solo dejo que las melodías salgan. Que expresen la paz y la tranquilidad que este lugar me transmite, dejo fluir mi alegría, mi felicidad, este es mi concierto solitario, en donde mis emociones son escuchadas por la naturaleza.

"Siempre con esa falsa sonrisa"

Me detengo un segundo a tomar aire y las palabras de Rebeca llegan a mi mente otra vez, no dejaré que me afecten, debo escapar, debo seguir tocando.

"No me importa que compromiso tengas", mamá...

Continúo tocando, no dejaré que destruyan mi paz, necesito alegría.

" Tú te comportarás como una señorita y harás lo que se te diga", papá... Esas son sus palabras cada vez que trato de dar mi opinión.

Aprieto más mi clarinete, toco con más energía, muevo mi cabeza, cierro mis ojos, quiero escapar de sus palabras.

"Ni siquiera tienes el valor para reclamarme o reprocharme"

«Ya basta»

No tengo idea de cuánto tiempo llevo tocando, me cuesta recuperar el aire, mis pulmones duelen, pero no me detengo. Me merezco esto por cobarde, por patética, por inmadura.

"Lo siento, Violeta..., Rebeca y yo" Camilo...

Mi corazón está roto, ¿Por qué me traicionaron?, ¿Por qué me lastimaron?

Mis notas ya no tienen felicidad ni ritmo, carecen de belleza, sólo queda tristeza.

Mis pulmones no resisten más, me ahogo, caigo de rodillas y por instinto mis manos sueltan el clarinete y se dirigen una hacia mi pecho y otra al suelo. No me da tiempo de reaccionar, la prioridad de mi mente y mi cuerpo es respirar, no me doy cuenta que he soltado bruscamente mi clarinete hasta que el sonido de su caída llega a mis oídos.

—Oh no, —sigo tosiendo, pero extiendo mi mano para tomar el clarinete—que hice.

Recupero un poco de aire y trato de tocar mi clarinete, pero no salía ninguna nota.

—No por favor, —lo intento una vez más, pero no funciona —lo siento, lo siento,- lo pego a mi pecho, mientras lloro y le pido disculpas.

¡Plas, plas!

Escucho aplausos detrás de mí. Volteo y observo a un chico, es alto o tal vez lo veo de esa manera por estar de rodillas en el suelo, su cabello está despeinado, tiene una mochila y un libro con la imagen de un gato en su portada.

—Fue una gran presentación, tienes talento —no lo puedo creer, me escuchó, creí que estaba sola—, lamento lo de tu instrumento —¿Por qué no me transmiten sinceridad sus palabras?—Ten... —saca algo de sus bolsillos y me lo lanza, lo atrapo y veo que es una moneda, acaso el se está...—Esperó que con eso puedas reunir suficiente dinero para repararlo. —Continúa y me da una sonrisa.

—Gracias, pero no... —Trato de hablar, pero me interrumpe.

—El no merece ser quien pagué por tus problemas, —esas palabras me dejaron fría, ¿Acaso escuché bien? —adiós. —él se despide y continúa caminando.

Mi mente reacciona y con ella todos los problemas, los malos recuerdos, el dolor que mi corazón siente. Todo se une una vez más en mi interior, pero esta vez junto a las palabras de ese chico, juntas se convierten en leña que aviva algo dentro de mí.

—¡Eres un idiota! —Él se detiene—,¡¿Quién te crees que eres?! —exclamo furiosa— ¡No sabes nada de mí, no me conoces, ¡no es tú maldito problema!, ¡Así que no te metas en cosas que no son de tu estúpida incumbencia! —él voltea.

Suelta una pequeña risa por lo bajo y me da otra sonrisa, está es cínica y triunfal—Vaya, la niña tiene garras y colmillos, quién lo díria.

Mi mente regresa a la normalidad y la vergüenza por mis palabras no me cabe en el cuerpo pero no aplaca mi ira, tomo mis cosas y me voy por el camino contrario, no quiero ver a este chico nunca más.

Entre Dos Corazones Rotos (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora