Alexander.
Una melodía de dolor.
En eso se convirtió poco a poco la música que interpretaba la chica en medio del puente, estaba lo suficientemente cerca como para escucharla.
Ella no parecía ser consciente de mi presencia al momento de comenzar, su canción era hermosa, lo suficientemente cómo para distraerme de mi lectura. Pero con el pasar de los minutos algo cambió, sus melodías cambiaron mientras tocaba, su alegría se fue perdiendo y eso empezó a llamar mi atención.Me levanto y me dirijo al principio del puente, ella todavía no me nota, está perdida en su música, no, está perdida en sus pensamientos.
¿Por qué tengo tanta curiosidad?, No lo sé, pero comienzo a analizar a la chica que toca a la distancia. Su semblante cambia junto con su música, expresa tristeza, frustración o tal vez ira, no puedo determinarlo todavía.
Las personas expresan sus pesares de formas diferentes, no importa que tan fuerte aparentes ser en algún momento tus problemas te superan y no tienes otra opción más que pedir ayuda o auto destruirte. La chica que interpreta este concierto de melodías rotas, escogió la segunda opción; puedo distinguir como se auto castiga, le cuesta recuperar el aire y sus lágrimas empiezan a salir.
«¿Por qué hace esto?»
La chica cae de rodillas por la falta de aire y su clarinete cae al suelo, cualquiera en mi lugar se acercaría a ayudarla, pero desde mi perspectiva el concierto no a terminado.
Ella toma su clarinete después de recuperar un poco de aire, trata de tocarlo pero no parece funcionar. Empiezo a acercarme y veo como abraza el instrumento mientras le pide perdón.
«Está muy apegada a el»
Me acerco y doy un par de aplausos. La chica voltea asombrada, por lo visto era completamente invisible para ella hasta ahora.
—Fue un gran concierto, tienes talento, —la felicito por su presentación y ella todavía no sale de su asombro—, lamento lo de tu instrumento, ten... —Busco en mis bolsillos una moneda y se la lanzo—Espero que con eso puedas reunir suficiente dinero para repararlo.—Continúo y le doy una sonrisa.
La expresión dudosa de la chica se acentuó cuando le lancé la moneda, pero se relaja y me responde con una sonrisa que no puedo describir de otro forma que no sea "mecánica" sin ningún tipo de alegría en ella o en sus ojos.
¿Donde quedo la tristeza por su instrumento dañado? Lo dejo de a un lado cuando llegue, tendre que refrescar su memoria.
—Gracias, pero no... —Trata de hablar pero la interrumpo.
—El no merece ser quien pagué por tus problemas, —mis palabras son frías—adiós.—Me despido y continúo mi camino.
¿Por qué fui tan cruel con una desconocida?, Tal vez quería liberarme de un poco de mi propio estrés, pero la realidad es que quiero ver qué oculta debajo de su máscara, quiero confirmar mis sospechas.
—¡Eres un idiota! —Me detengo—¡¿Quién te crees que eres?! —exclama furiosa— ¡No sabes nada de mi, no me conoces, no es tu maldito problema!, ¡Así que no te metas en cosas que no son de tu estúpida incumbencia! —volteo y la observo.
Estoy sinceramente sorprendido, esta chica no expresó sus verdaderas emociones hasta que escuchó mis palabras, hasta que le mostré aquello que ella cree que oculta perfectamente.
«Me gusta esta chica, es muy divertida»
Suelto una pequeña risa por lo bajo y sonrío triunfal—Vaya, la niña tiene garras y colmillos, quién lo diría. —Le comento.
Cuando mis palabras llegan a sus oídos puedo notar como se avergüenza pero sin dejar de estar molesta, mi última duda fue aclarada ella no era consciente de su comportamiento hasta ahora. Me da una mirada asesina, recoge su estuche y se aleja de mí por el camino contrario.
***
Cuando regreso a casa mi tío Mauricio ya se encontraba allí, por lo visto mi tía no le comentó nada sobre mi comportamiento durante el almuerzo. Luego de conversar un poco, acepté su invitación al astillero, luego me fui a mi habitación.
Me recuesto en mi cama, cierro mis ojos y recuerdo a la chica del puente, tal vez me pasé un poco de la raya; pero lo hecho, hecho está.
Escucho que tocan a mi puerta—Adelante —le permito entrar a la persona que está tocando.
—Hola Alex ,—era Marcos quién tocaba- ¿Quieres jugar? —Me pregunta enseñándome un control de la consola.
—Claro, —acepto su propuesta y su ojos se iluminan—solo no te pongas a llorar cuando pierdas.
—¡Gracias, Alex! —responde emocionado—.Esta vez no voy a perder, ya lo verás he practicado mucho.
—Si, como no. —le comento mientras preparo la consola.
—Hagamos una apuesta, —Marcos me desafía—si gano una partida me llevarás a comer helado.
—Trato hecho, pequeño demonio — extiendo mi mano en señal de aceptación—pero si pierdes los helados los pagaras con tu mesada.
—Hecho —Marcos acepta mi condición—¿Entonces me llevarás sin importar el resultado? —parece que se dio cuenta de eso.
—Si, Marcos —le respondo y comenzamos a jugar.
Veinte minutos después...
—¡Gané!,¡Gané! —Marcos salta en la cama emocionado—¡Te gané Alex! —lo repite una vez más y yo aun no me lo creo.
Siempre que jugamos juegos de lucha permito que gane la primera ronda, luego lo derroto en la segunda, le doy ventaja en la última y lo derroto al final, pero por lo visto sus prácticas funcionaron y me derrotó con un combo especial que no esperaba.
—Bueno, reconozco mi derrota —acepto el innegable resultado—mañana te llevaré después de regresar del astillero.
—¡Siiiiii! —Marcos celebra-Juguemos otra vez.
Entonces retomamos nuestro juego.
Marcos tiene sólo un año mas del que yo tenía cuando perdí a mis padres, recuerdo que cuando me enteré de su nacimiento me sentí aún más como un invasor en esta familia. Pero con el paso de los años mi cariño por él me convirtió en su hermano, siempre lo cuidaré, no permitiré que él pase por el mismo sufrimiento que yo.
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Entre Dos Corazones Rotos (En Proceso)
Novela JuvenilAviso: Está historia está en proceso, por lo tanto está sujeta a modificaciones. Violeta, siendo una chica dulce, es incapaz de manifestar sus verdaderos pensamientos y emociones al tratar de cumplir el rol de "chica ejemplar" que le han impuesto la...