𝕸𝖎𝖘𝖙𝖊𝖗 𝕯𝖔𝖓𝖚𝖙

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Era un día mas frío de lo común, y Astrid estaba esperando a sus primos en la entrada de su escuela -¿Porqué no sale nadie?- Se preguntó mientras se volvía a asomar para ver si llegaba a divisar a alguno de sus familiares. En lo que esperaba, una llamada a desconcentro -Aló- Contestó rápidamente para seguir buscando "Mi niña, supongo que estai' esperando a tus primos, ¿o me equivoco?" Dijo la duce voz de una de sus tías -Si, pero no los veo- Habló en un tono desanimado "Lo que pasa es que se enfermaron todos, tu' sabi' po', cuando se enferma uno, se enferman todos. Es mejor que no venga, mi niña" Su voz sonaba algo cansada, pues debe haber mucho estrés si casi todos en esa casa estaban enfermos -Ya, tía, gracias por avisarme. Cuídese- "Usted igual" La llamada finalizó en aquella corta despedida, en la cual la fémina terminó algo desanimada -Supongo que será para la otra. Pucha, y yo que quería jugar a la pelota o beisbol- Volvió a abrochar mejor os botones de su gabardina para emprender su camino de vuelta a su casa. Si bien era muy poco probable que se enferme, sus parientes no querían correr el riesgo -¿Fifi?- Sin siquiera empezar su caminata, escuchó que alguien la llamaba y por costumbre, se giró -¡Hola!, ¿me recuerdas, verdad? Soy smiley, y el angry- Dos cabelleras esponjosas se acercaron desde la entrada del colegio, mientras que uno movía su mano de un lado al otro.

El trío iba de camino al los puntos más concurridos de Tokyo, pues Nahoya la invitó a dar una vuelta juntos -¡Mierda!, ¡se me olvidó la mochila en la escuela! Ahora vuelvo, ¿me esperan?- Golpeó fuertemente su frente al olvidar algo tan obvio -Claro- -No hay problema- Dijeron el par para ir a sentarse en una banca -¿Siempre es así de olvidadizo?- Le preguntó mientras sacaba unas cuantas cosas de su maletín -Cincuenta cincuenta: hay veces que sí, hay veces que no- Contestó colocando las palmas de sus manos en sus mejillas, mientras que los codos se apoyaban en sus rodillas.

No había pasado mucho tiempo desde que smiley se fue, pero en ese corto periodo, todo se puso incomodo, para angry mas que nadie, pues Astrid estaba sumergida en su libro y la música que provenía de sus audífonos -¿Qué lees?- Le preguntó el peliazúl con algo de curiosidad -El jardín secreto- Any le respondió mostrando la pagina doscientos ochenta y tres y luego la portada del libro -Ah- Fue lo único que pudo salir de su boca -¿Quieres escuchar música?- Le ofreció un auricular mientras lo miraba. No le dijo nada mas y se lo colocó en su oído derecho.

Diez minutos pasaron y el de pelo color durazno aún no llegaba -¿Que le pasará?- Se preguntó para girarse en dirección a ala fémina: no hacía nada en específico y estaba en la misma posición desde que se sentaron, llegando a parecer una estatua -¡Oh!, ¿ese no es la sombra de smiley?- Tres chicos molestos de su misma clase se le acercaron demasiado al verlo, y aún más sin la compañía de su hermano mayor -¿¡Que dices!?, ¡es smiley versión enojado!- Dos estaban abrazados por los hombros mientras que el otro se mantenía de brazos cruzados -¡Oye, smiley!, digo, angry, ¿cómo va todo, amigo?- Las burlas eran poco comunes, pero no raras, pues veían al peliazul como alguien débil sin su hermano que lo defendiera o ayudara. Esto molestó de sobremanera a Astrid, ya que él no había hecho nada para recibir esos insultos -Ya paren- Les dijo despegando la vista de su libro para mirarlos con el ceño fruncido -Ay, no te metas, tu no lo conoces, nosotros somos sus amigos- Habló en un tono fuerte, tomando de manera firme el hombro del varón -¿No es así?- Aumentó la presión mientras los demás se reían -Ya. Mucho- Annelise quitó la mano de aquel lugar, pues se notaba la fuerza que ejercía -¡Oye! No te metas- Los tres pasaron de intimidar al muchacho a molestar a la joven -¿O que?- Se levantó de la banca, dejando ver la gran diferencia de estatura entre ella y los demás, tratando de parecer más intimidante -No creas que por ser grande nos vas a asustar- Dijo uno, tratando de botarla al suelo con empujones -Si, solo eres una gallina- Las cosas de la muchacha las estaba cuidando Souya, a excepción del libro que aún mantenía en sus manos -Además, somos tres y tú solo uno- Ante esto, recordó las estupideces que le habían enseñado sus primos "Les vas a pegar con el libro" "les vas a pegar con el lomo del libro" "Y así te defiendes con un libro. Pero si eso no sirve, les pegas en el ojo con las esquinas" Aquellas estupideces llegaron a su memoria como un destello -Si, ¿que puedes hacer tú?- No pudo terminar la oración, pues un golpe seco fue justo a su mejilla -¡Oye!, ¿¡Que te pasa!?- El lomo del libro fue a parar justo en la nariz del segundo oponente, dejándola sangrando. Para que decir del tercero, un librazo en la mejilla fue más que suficiente para que se fuera del lugar con su grupo de amigos -¡Ni creas que va a ser la última vez que nos veamos!- Amenazó mientras se retiraban rápidamente.

𝓛𝓪 𝓫𝓻𝓾𝓳𝓪 𝔂 𝓼𝓾 𝓶ú𝓼𝓲𝓬𝓪 [𝓽𝓸𝓴𝔂𝓸 𝓻𝓮𝓿𝓮𝓷𝓰𝓮𝓻𝓼] CanceladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora