#6 dolor y confusión

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Sophie

Empezaba a acostumbrarme a la vida allí y me gustaba bastante. Mamá me prometió q nos quedaríamos aquí definitivamente y estaba muy contenta por ello.
Normalmente el trabajo de mamá implicaba mudarse cada dos o tres meses y nunca tuve una vida estable, incluyendo amigos y gente a la que había llegado a coger cariño. Las despedidas no me gustan y menos para la gente que me importa, no es nada personal pero ... Me dolía más que de costumbre despedirme de esas personas especiales.

Metía los libros en mi maleta mientras todos hablaban al rededor, para prepararme la siguiente asignatura.

Aparte la vista de mi mochila para volver al frente y encontrarme con Ross inesperadamente.

-Hola Sophie, ¿Como crees que te a salido?-

-Ayer estuve estudiando toda la noche y no he podido pegar ojo-

Ross puso cara de confusión

-¿Eso que significa? No has respondido a mi pregunta -

Solté un bufido de cansancio- Eso significa que...-

-Que estabas pensando en Mark- me interrumpió, diciendo con una gran sonrisa de seguridad.

La miré con ojos cansados -Ja, Ja- el sarcasmo era evidente en mi voz.

Ella arrastró una silla que tenía a su espalda hasta quedar en frente de mí y acto seguido se sentó- Escuchame Sophie, esa mirada...- me levanto mi cara que miraba a la mesa sin querer responder, y quedé mirándola de frente con pena- Esa mirada no solo me dice que te molestó la broma, si no que en el fondo tengo razón- Su semblante era serio y pareciera que me estuviera diagnosticando algo raro.

-Sophie, estás enamorada-

-¿¡Que?! No, no, no- Dije alarmada rápidamente- No se te ocurra ni pensarlo Ross Laurent-

-Oh venga Sophie ¿Cuando vas a aceptarlo?- protestó resoplando mientras giraba los ojos en forma cansina- Te pasas todo el día  hablando de lo que pasó la semana pasada en el kiosco ese...

La miré sin prestarle atención, regresé la mirada a mi mesa y abrí mi cuaderno para hacerle entender que no le prestaba atención. Ni si quiera la miraba porque sabía que me insistiría

-Ya sé que no me vas a echar cuenta, pero cuando te dignes a hacerlo, solo... Date cuenta de que te estás engañando a ti misma.

Acto seguido la profesora entro por la puerta y todos volvieron a sus asientos

-Piensalo... ¿Si?- susurró antes de irse a su mesa

Sus palabras hicieron eco en mi mente, y me daba miedo pensar que a lo mejor ella, tenía razón. No paro de pensar en el, no lo entiendo, nunca me había sentido así por...¿nadie? Era inexplicable el efecto que tenía su simple mirada hacia mí. Y mi forma de actuar cuando Ross mencionaba su nombre era un tanto infantil, me molestaba simplemente porque... No quiero admitir los que es evidente.

Una voz detrás de mí interrumpió mis pensamientos y no era la de la maestra.

-Hey, hey- Me di la vuelta y vi a un chico con el pelo negro como el carbón y ojos claros, mirándome fijamente mientras gritaba en susurros para no llamar la atención de la profesora.

El me entregó un pequeño trozo de papel doblado por la mitad.

Yo volví en frente y lo abrí
"¿Tienes los ejercicios 3 y 4?"

Miré mi cuaderno para comprobarlo y vi que si los tenía, me giré y se lo entregué, y el como respuesta me sonrío simpática mente.

-

-Hola! Soy André Laurent, muchas gracias por haberme dejado los ejercicios- Dijo el chico después de que sonara la sirena.

Al analizar sus palabras me quedé impactada

-¡¿Has dicho Laurent?!- Como es que Ross no me dijo que tenía un hermano? Y en nuestra misma clase de mates?

-Ajá, Laurent ¿Por qué?

- Eres hermano de Ross Laurent?-

El soltó un suspiro cansado que me confundió un poco, no sabía si eso era un "si, por desgracia" o un "todo el mundo lo confunde"

-Solo por parte de padre- se sentó de nuevo y tragó saliva - Yo antes vivía con el en Toulouse Francia, pero este verano nos mudamos aquí para que pudiera ver a mi medio hermana- Yo simplemente escuchaba atenta- Pero...- El intento planta una sonrisa pero su cara transmitía una mezcla de tristeza y decepción- A ella  no parece haberle hecho mucha gracia-

No entiendo porque Ross me ocultaría algo así, somos solo nosotras, mejores amigas y eso de tener un hermano Francés en el mismo instituto y que no me lo haya dicho en dos meses pues, no es muy de "mejores amigas"

-Te lo puedo explicar- dijo un susurro arrepentido detrás de mí.

Era la voz de Ross

Me giré y quedé viéndola directamente a los ojos- Ross, no soy quién para hecharte la bronca por no haberme contado un dato de tu vida tan... No sé cómo llamarlo, simplemente me decepciona que no hayas tenido la confianza de contármelo-

Estaba muy cerca de ella y podía notar sus ojos empezar a cristalizarse y su rostro hacer un gran esfuerzo para contener una lágrima

-Eh eh Ross que te...?- Antes de que pudiera terminar la frase ella salió corriendo de la clase

Giré la cabeza para mirar a su hermano con preocupación y el tenía el mismo semblante que yo

-¿Pero que demonios le ocurre? No has dicho nada malo.

Entonces salí corriendo detrás de ella.

Salí de clase que daba al pasillo y miré izquierda y derecha para ver si la veía, en ese momento la puerta de baño que se encontraba allí dio un portazo

Fui corriendo hasta allí, se encontraba a pocos metros de la clase y aporreé la puerta vigilando que no pasaran profesores por allí

-¡Ross que te pasa! ¡Abre!-

-Lo siento- dijo desde el otro lado. Tenía la voz rota

-¡Ross venga, no es para tanto, no estoy enfadada contigo!-

En ese momento la puerta se abrió y me encontré con una amiga decaída con la mirada baja y la cara completamente roja llena de lágrimas

-Sophie...- su voz se volvió a romper, sentía el dolor en ella de alguna forma pero no sabía porque el hecho de tener un hermano se lo causaba de esa forma- Sophie, es que no es sólo eso lo que te tengo que contar-

Su mirada era como un río en ese momento, sus ojos eran azules muy oscuros y sus lágrimas los hacían ver claros como el cristal.

Yo automáticamente la abrazé y y ella envolvió sus brazos en mí fuertemente mientras lloraba sobre mi hombro- Ross, todo está bien ¿Si?- intenté tranquilizarla

Ella se apartó de mí y me hizo una seña para que entrara al baño. Cerró la puerta y nos aseguramos de que no hubiera nadie en los 4 cubículos.

Al no haber nadie ella se metió en el más limpio que había y entre abrió la boca para empezar a hablar. Parecía asustada y como lo que fuera a decir le doliera tanto que la partiera en mil pedazos

-Verás...- su voz era muy temblorosa.

Ella agarró la manga de su camisa y empezó a remangarla muy despacio... Dios Ross, ¿Porque? No sabía que...

Una presión en el pecho me empezó a aparecer y notaba mis ojos aguarse también al ver su antebrazo

Tenía muchos arañones, zicatrices, rojos inchados, eran heridas no solo físicas, si no mentales... Eso dolía mucho más 

-Oh dios Ross- dije tapándome la boca por la sorpresa- Lo siento...Lo siento mucho- las lágrimas ya me corrían por las mejillas y ella solo me miró sollozando.

Me acerqué a ella y la abrazé, fuerte la abrazé de verdad. - Eres fuerte- Mi voz salía débil, como un hilo muy fino que estaba apunto de romperse- Lo superaremos juntas-

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la hoja en blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora