—¿Esto es seguro? —preguntó Martín, mientras avanzaban por la densa oscuridad que proporcionaba los túneles subterráneos bajo el castillo.
—Nada en esta ciudad es seguro —murmuro Max.
Ante sus palabras, nadie volvió hablar, más el temor reinaba en ellos. Nadie nunca había puesto un pie ahí, a excepción de tres seres, que parecían conocer a la perfección aquel húmedo, tenebroso y mal oliente castillo.
Semyazza, Matis y Max se dedicaron una mirada, al sentir humedecerse sus botas. No era buena señal que hubiera agua en los túneles, porque solo una cosa podía significar, y era que los demonios los estaban habitando.
Los a pesar de vivir en el infierno, detestaban los lugares calientes cuando viajan a la tierra, pues si lo soportaban en el infierno era por su condena y destierro a él, por ello, en el mundo humano buscaban lugares húmedos, fríos, pero sobre todo oscuros, y justo en este momento los túneles eran su hogar perfecto.
—¿Qué pasa? —pregunta Mariza, nerviosa.
—Existe una gran probabilidad de que crucemos con demonios —expuso Max—, por lo tanto, cuiden a donde pisan, y calmen sus respiraciones —le dedico una mirada a Mariza—. Cualquier paso en falso, estamos muertos, ¿bien? —todos asintieron.
Justo en este momento, Matis se lamentaba de no haber traído a Esteban, quien conocía como la palma de su mano este lugar. No debió permitir que se quedara cuidando a los chicos en compañía de José y Flynn.
Siguieron avanzando en silencio por los túneles fríos y escalofriantes. Todo era tan silencioso que solo las pisadas y sus respiraciones calmadas eran las que se escuchaban. Pero de repente el agua comenzó a elevarse con rapidez, como si se filtrara de algún lado.
—Los días de guerra han llegado —los chicos se detuvieron ante la familiar voz—, y los más débiles morirán —todos dejaron viajar su mirada en busca de Calix—. ¿En serio creyeron que un ataque sorpresa los ayudaría a ganar? —preguntó con diversión—. Ah, lux animae, son tan patéticos. Pero bienvenidos a mi reino.
Su voz desapareció, y el agua comenzó a subir con más rapidez.
—Vamos, tenemos que salir de aquí —expuso Max—. Síganme, conozco una salida.
Todos se apresuraron a nadar tras él.
🪶🪶🪶
Samael contemplaba con interés la marca que Calix había trasado en el pecho de Axel con su sangre luego de haberlo asesinado. Como cada uno de aquellos cuerpos de los cuales se había alimentado.
Calix había resultado ser más inteligente de lo que pensó, solo ella podía haber creado e ideado el hechizo perfecto para crear un nuevo ejército. Un ejército que no portaría alma, ni pensamiento alguno, que no se doblegaría ante el dolor de una herida, o dejaría llevar por emociones. Ellos serían, como títeres, esclavos en espera de la orden de su amo.
Para a ellos había dejado de ser un riesgo morir. Así que sí alguien iba a llegar a la extinción, no sería ellos.
—Señor —entro apresurado un joven de ojos oscuros—. Semyazza ha entrado a la ciudad.
Ante aquella información, una sonrisa curva sus labios.
—Entonces démosle la bienvenida.
🪶🪶🪶
Max empujó con fuerza la tapa de la coladera, y apresuro a salir, ayudando a los chicos, quienes tosían deliberadamente.
—¿A dónde estamos? —preguntó Mariza con ardor en la garganta y un dolor en el pecho, mientras su cabello goteaba y pegaba a su cuello y rostro.
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Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐
FantasíaLa era de la extinción se acerca, con el final de la guerra. Nadie sabe quién ganará, o si quizás habrá un ganador. Lo único que saben es que la vida y el amor están en juego, junto con secretos del pasado. ¿Quién lograr sobrevivir en la guerra?, ¿...