🪶CAPÍTULO 42: El despertar de los muertos🪶

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Samael contemplaba con interés a Semyazza, quien estaba atado en aquel lugar que alguna vez ocupo Axel.

Se acercaba el final, y con el su objetivo. Porque sin importar que tanto tenga que arriesgar, haría caer a sus pies no solo el paraíso, también la tierra y todo aquel que intente desafiarlo.

Ese último pensamiento lo hizo recordar a Calix. Esa chica era más poderosa que nadie, y a pesar de que era su mejor arma bajo la manga, era difícil de manejar, por lo tanto, debía deshacerse de ella.

—Señor —Turel entro a la habitación—. Todos están listos—informo.

Una sonrisa curva los labios de Samael, por fin, tendría el alma de Semyazza en sus manos.

Pero aquella sonrisa que había formado en sus labios desapareció de inmediato al sentir temblar el suelo bajo sus pies.

—¿Dónde está Calix? —preguntó.

Al ver que el grigori no le daba una repuesta, fue en su búsqueda, abriendo toda puerta a su paso.

Se cubrió rápidamente cuando los cristales de la ventana se reventaron a su paso ante unas vibraciones. ¿Qué demonios estaba haciendo Calix?

Apresurando su paso, continúo revisando habitaciones, hasta que llego al gran salón, que al abrir sus puertas dejo escapar un tipo de humo oscuro. Observo con inquietud como Calix estaba bajo un tipo de runa, la cual ardía en una llama oscura, mientras su cuerpo desprendía aquel humo oscuro que invadía la habitación.

Sin importar los riesgos que corriera, se dirigió a ella, pero antes de poder tocarla, el cuerpo de la chica libero una onda, que lo lanzo contra la pared.

Desde el suelo, Samael la contemplo con cierto temor como su cuerpo dejaba de liberar aquel humo, y el fuego de la runa disminuía.

—¿Qué es lo que has hecho? —preguntó.

Calix se giró hacia él, con una sonrisa malévola curvando sus labios.

—Los muertos han despertado —murmuro—. La guerra ahora ha empezado.

🪶🪶🪶

Mariza corrió por el pasillo, mientras apretaba con fuerza la herida a un costado de su vientre. Habían sido ingenuos, muy ingenuos al creer que podrían entrar a la ciudad y llevarse a Calix.

Tan pronto división una puerta, corrió hacia ella y oculto en el cuarto.

Estaba muy asustada, al límite de que su corazón parecía estar a punto de salirse por su garganta. Apretó con más fuerza su mano sobre la herida. Necesitaba salir de ahí, pero no tenía idea de cómo, y encontrar a los chicos se había vuelto difícil al ser divididos a causa de los demonios.

Se deslizó hacia el suelo, con la espalda recargada contra la puerta. Estaba cansada, y el dolor palpitante en su vientre no ayudaba.

Levanto la mirada al techo cuando lampara comenzó a parpadear, iluminando brevemente la habitación, para al final quedar encendida, revelando ante ella a alguien que no esperaba ver.

—Axel —murmuro, mientras contemplaba el símbolo en su pecho. Mirando más allá de él, vio a otros seres con las mismas características, con el pecho descubierto y ese símbolo, pero, sobre todo, con la mirada perdida.

Su inquietud aumentó aún más al cruzar mirada con Marcela. Algo realmente malo estaba pasando, algo que no habían predicho y estaba fuera de sus manos.

🪶🪶🪶

El sonido de miles cristales rompiéndose lleno el silencio, como el jadeo de Martín, al atravesar el gran ventanal con Matis, y caer mal, provocando que uno de los cristales se enterrara en su pierna.

Mi Secreto: Entre Luz y Tinieblas. (Libro III) ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora