|15| 𝕳𝖆𝖈𝖊 𝖆ñ𝖔𝖘

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Por la mañana, al despertar, Amelia se topó con unos hermosos ojos, respiró profundo antes de sonreírle al niño a su lado quien no dudó en responder con el mismo gesto mostrando sus pequeños dientes, entonces ella extendió el brazo lo suficiente p...

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Por la mañana, al despertar, Amelia se topó con unos hermosos ojos, respiró profundo antes de sonreírle al niño a su lado quien no dudó en responder con el mismo gesto mostrando sus pequeños dientes, entonces ella extendió el brazo lo suficiente para envolverlo en un abrazo haciéndole reír cuando deslizó sus dedos por sus costillas.

— Te extrañé —murmuró Amelia dejando un tierno y sonoro beso en su mejilla.

— Yo tam-bién —pronunció despacio, y ese pequeño detalle derritió el corazón de la joven— ¿Tu que-dal-te?

La sonrisa de Amelia flaqueó, sin embargo, se esforzó en mantenerla, besó la frente del niño y se incorporó apresurándose a llegar a la puerta, en cuanto la abrió pudo ver a Ginna pasar por el pasillo anunciando que el desayuno estaría listo pronto.

— ¡Amelia! ¿Qué tal dormiste? —saludó deteniéndose con una sonrisa.

— Estaré bien, pero me parece que este jovencito necesitará más que una siesta para reponerse —señaló al niño aún recostado en la cama.

— Lo imaginaba, ¿te quedarás a desayunar?

— Yo... —cerró los ojos momentáneamente.

— Lo entenderé, pero él no —los ojos de Amelia se llenaron de lágrimas— ¿Cuándo les contarás a tus padres, linda?

— Algunos presos se fugaron de Azkaban, entre ellos Rodolphus, no puede ser ahora, necesito protegerlo —tartamudeó meneando la cabeza.

— Te ayudaré y lo sabes, pero también sabes que no puede quedarse aquí por siempre, necesita de ti —acarició su mejilla comprensiva, cuando Amelia asintió, ella apretó los labios y se giró al pasillo continuando en su tarea— ¡Leonard! ¡No alcanzarás desayuno!

Amelia le observó perderse por el corredor y se sobresaltó al sentir una mano en su pierna, bajó la vista perdiéndose en aquellos ojos azulados que le encantan, se inclinó tomándolo en brazos y cerró la puerta de la habitación.

° ° °

Cerca del mediodía, Amelia abandonó el lugar en el que pasó la noche, un lugar que a simple vista estaba derrumbándose y que por dentro era tan maravilloso como cualquier lugar cubierto por magia. 

La joven pensó seriamente hacia a dónde diriguirse, pues sabía perfectamente que Hermione y Pansy le esperarían en el departamento, ante el pensamiento de la castaña vino a su mente la tarde pasada dónde ella le indicaba que ese día lo debían pasar en la Madriguera para ayudar a Ginny con los vestidos de dama de honor.

Quería apoyar a Ginny y ayudarle en todo lo que necesitara, pero no se le apetecía encontrarse con sus padres o sus amigos en ese momento, por lo que visualizó su destino y giró sobre sí misma esperando a tocar suelo nuevamente.

En segundos tuvo delante Potter Manor, su lugar seguro desde niña. Estaba por entrar cuando vio que Effie, su elfina, apareció a su lado causándole un susto, pero la elfina no iba sola, si no que había aparecido con un hombre castaño de ojos avellana y misteriosas cicatrices.

𝐃𝐞 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 𝐚 𝐋𝐮𝐩𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora