Capítulo L8

776 39 6
                                    

Alexandra

Me la pasé la mayor parte de la mañana revolviendo mi armario en busca de la ropa perfecta. Las primeras dos horas no había tenido suerte, hasta que finalmente encontré un vestido rojo ceñido con mangas que evitaría que me congelara el culo pero que se vería lo suficientemente bien como para impresionar a Aiden (o eso esperaba).

A eso de as 4 le dije a mamá que iría al cumpleaños de una prima de Katt, y como siempre, ella no hizo preguntas. No las haría mientras le asegurara que cuidaría mi comida, y lo demostrara en la báscula la siguiente semana.

Cuando llegué a la residencia de los Reed, Aaron estaba cargando a su auto un enorme paquete envuelto en papel de regalo que apenas cabía en el asiento trasero, mientras Aiden lo miraba con desesperanza.

—Hey, ¿qué es lo que pasa aquí? —pregunté caminando hacia ellos.

Aiden me sonrió y tomó mi mano en cuanto estuve a su lado.

—Te ves hermosa, como siempre.

—Gracias. —Fue todo lo que pude murmurar, mientras me sonrojaba como loca—. Tú no luces mal tampoco.

Decir que no lucía mal era un gran eufemismo, porque Aiden lucía más guapo que nunca con jeans oscuros, camisa y corbata. Podría haber suspirado de amor ahí mismo, pero me contuve a tiempo.

—Papá decidió que era buena idea comprarle a mamá este enorme escritorio luego de que se quejara de que odiaba el suyo —explicó Aiden luego de que Aaron maldijera—, como si no tuvieran suficiente dinero como para comprarse diez y desechar los que no les gusten.

—No empieces, Aiden —murmuró Aaron con frustración.

—Uhm... pueden usar mi camioneta. —Ofrecí.

—No hay problema, Alex. Esto deberá caber.

—Papá, la camioneta de Alex es enorme —comentó Aiden con exasperación—. Así todos podremos ir cómodos.

Aaron pareció evaluar sus opciones y decidió que lo más sensato sería poner el escritorio en mi camioneta.

—Te cedo el mando de mi camioneta—le entregué el control que permitía que la camioneta se encendiera.

—Me tienes un montón de confianza.

—Creo que ya he dejado claro cuánta confianza te tengo, Aiden.

—Deberías darme un par de demostraciones más para estar seguro. —Igualó mi sonrisa.

Divertida, me hice a un lado mientras Aaron cargaba la caja a mi camioneta, rechazando contundentemente la ayuda que Aiden le estaba ofreciendo.

—Puedes ir con Aiden adelante si quieres, Aaron —ofrecí.

—Nah, Alex, estoy bien aquí atrás.

El viaje fue de aproximadamente una hora. Yo estaba encargada de la música y Aaron de las historias de sus tiempos como quarterback en la universidad, donde había asistido con la mamá de Aiden y había sido compañero de equipo de David Rodgers. Por como hablaba de ellos, no existía ningún tipo de resentimiento en su voz a pesar de todo. Era... increíble de ver.

Cuando llegamos, había un valet, ¡un jodido valet! Tomó el control de mi auto y lo llevó a estacionar luego de que Aaron sacara el escritorio de la maleta, que no duró mucho tiempo en sus manos porque un hombre muy parecido a un mayor domo se lo pidió para poder llevarlo a la pila de otros regalos.

Había mucha gente en la casa. Cuando Aiden me había invitado, había inferido que sería una cena familiar, pero la cantidad de adornos, camareros, regalos y personas que había alrededor decían lo contrario.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora