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Estaba al frente de la tumba de mi hermana. Eran las tres de la tarde del doce de febrero, el cumpleaños de Angelique. Ya le había dejado un ramo de sus flores favoritas, girasoles. Le dije que la extrañaba y que me hacía falta que me molestara todos los días como lo hacía antes.

Angelique cantaba y saltaba alrededor de mi escritorio mientras yo estaba haciendo mis deberes escolares.

–Angelique, necesito estudiar. ¿Puedes por favor hacer silencio?

–¡No! Quiero que juegues conmigo.

–Ahora no puedo, estoy muy ocupado. Necesito estudiar.

–Tienes todo el día estudiando – se detuvo y me miró –, ¿No puedes tomarte un pequeño descanso para jugar conmigo?

–Ahora no, Angelique.

–Por favor – insistió. Suspiré cansado.

–Está bien, pero solo unos minutos.

Comenzamos a jugar, y honestamente no quería dejar de hacerlo. Me estaba divirtiendo mucho. Angelique tiene un gran sentido del humor, y una empatía demasiado grande. Al final del día, ella se quedó dormida y yo seguí con mis deberes con un mejor estado de ánimo.

–Te extraño mucho – le dije –. Nunca pensé que pudiera extrañar tanto tus gritos y tus travesuras. Te amo, hermanita. Nunca te lo dije, y me arrepiento de ello, pero te amo. Siempre vas a ser mi hermanita, a pesar de que ahora serias toda una mujer. Voy a tratar de venir más seguido, aunque no sé si pueda porque tengo mucho trabajo, pero trataré de hacer algo de tiempo para venir a visitarte.

Me levanté y me despedí. Anne no me acompañó porque se sentía un poco mal, pero me deseó suerte.

Cuando llegue al hotel, salude al recepcionista y subí a mi cuarto.

–¿Cómo te fue – preguntó Anne, mientras cerraba la puerta.

–Bien… creo.

–¿Crees?

–Lo siento, ya no sé ni lo que digo. Si me fue bien, gracias por preguntar – le di un pequeño beso, y me senté en el sofá.

–¿Cómo te sientes – preguntó, sentándose en mis piernas.

–Mucho mejor, tenía tiempo que no la visitaba, al igual que a mi madre.

–Bueno, pero tu hermana está enterrada en otra ciudad, así que no es tan fácil teniendo en cuenta que trabajas casi todos los días, y tu trabajo no es fácil – en ese momento me di cuenta, que ella tenía puesta una sudadera mía que le quedaba larga y muy grande.

–¿No trajiste ropa? – pregunté.

–Si, ¿Por?

–Porque traes puesta mi sudadera.

–Oh, eso, es que me gusta ponerme tus cosas – me puso una cara tan tierna que no me resistí y la besé.

–Eso es malo.

–¿Qué?

–Hacerme caras tiernas para manipularme. Eso no se vale.

–Todo se vale, cariño. Además, no es mi culpa que te dejes manipular por una simple carita que te haga.

–No es la carita. Es lo hermosa y tierna que te ves haciéndola. Eso es lo que realmente me vuelve loco.

–Por favor, no sigas. Se me puede subir el azúcar.

–¿Por qué no te gustan mis comentarios empalagosos?

–Si me gustan, pero a veces te pasas.

–No, no me paso. Solamente te quiero.

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⏰ Última actualización: May 27 ⏰

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