000 - Día de cosecha

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Cuando abrieron los ojos esa mañana, jamás pensaron que llegarían a estar parados ahí, sobre aquel enorme podio, respirando pesadamente, mientras el mundo daba vueltas y sus piernas parecían estar más dispuestas a rendirse que mantenerlos en pie.

La voz de la mujer era lejana, como un simple eco, mientras los ojos de todos se clavaban sobre las figuras tensas como un resorte estirado al máximo, el sonrojo antes causado por el calor se había desvanecido luego de poner el primer pie sobre el podio, mientras un sudor frío y agobiante se derramaba gota a gota por sus nucas y sus espaldas.

Cada uno se había levantado esa mañana a pesar de las protestas de sus cuerpos y sus almas, cada uno en su propio hogar había preparado su plan del día:

Mientras uno encendía los hornos, preparaba las ollas y revisaba la pesadumbrosa despensa del restaurante, la otra había preparado el desayuno, había despertado a su hermano y finalmente se había encaminado a una cacería corta y (con suerte) fructífera que le permitirá vender a los agentes de la paz que llegarían en unas pocas horas.

Su plan luego se volvió más similar, dejar sus actividades y comenzar el proceso de preparación para la cosecha. El baño con los jabones finos, el cabello bien arreglado y el uniforme que usaban cada año estaba ya listo sobre las camas de cada uno. Siempre impecable a pesar de que nada en el distrito lo era, un espectáculo montado solo para los juegos y donde por una vez al año eran importantes para el capitolio... Pero... ¿A qué costo?

Claire había pedido ayudas extras, carne, arroz, un poco de vegetales incluso, su nombre debía aparecer por lo menos 33 veces, pero ni siquiera tuvo que ser dicho para que ella estuviera parada sobre ese podio, solo necesitaron decir el nombre de alguien a quien ella amaba más que nada para convencerla de ofrecerse como tributo.

Por su parte, Jim estaba ahora dándose cuenta de lo que acababa de hacer en un momento de valentía y, sinceramente, estupidez. Su nombre estaba 40 veces, a pesar de que el restaurante recibía cierta ayuda. La medicina era escasa y la temporada de los juegos siempre era una época especialmente difícil, tanto emocional como físicamente, las lluvias y las transmisiones del evento más sanguinario del año sólo comprometían la salud de los niños, así que esa medicina era crucial para evitar una pandemia, eso solía decir su madre.

Entonces, ¿cómo terminaron ambos jóvenes como tributos? Simple, el momento que el pequeño Enrique Nuñez fue llamado por el micrófono, Jim y Claire sintieron un impulso, una descarga de adrenalina recorrerles el cuerpo que los obligó a gritar.

Claire alzó su voz en un grito casi al instante, era imposible, por su mente pasaron mil y un razones por las cuales eso no podía ser real, más sin embargo ahí estaba Enrique, siendo empujado hacia el enorme podio. Claire no podía permitirle ir solo, no podía dejarlo ir así nada más, aún si le costaba la vida a ella, por lo menos lucharía para protegerlo hasta el último segundo, su deber era cuidarlo y si no podía tomar su lugar entonces lo acompañaría hasta el final.

Jim gritó al mismo tiempo que Claire, enceguecido por una ira y una impotencia generada por ver a un pobre niño, un pequeño de solo doce años, caminar al podio rodeado por cinco agentes de paz, como si fuera peligroso. Había tomado el lugar del niño para protegerlo, para evitar que diera su vida en una batalla que les había sido impuesta y porque básicamente era su familia. Le debía mucho a los Nuñez, más de lo que alguna vez podría pagarles, esta era su forma de devolverles el favor...

"¡Me ofrezco como voluntario!". Sus voces se alzaron con la misma frase haciéndose eco la una a la otra, sus gritos rebotando por todo el patio de cosecha y capturando la atención de todos los presentes, desde los padres expectantes, pasando por los aterrados jóvenes, hasta los agentes de la paz y la mujer que siempre presentaba el evento.

Ambos se vieron un solo segundo, un eterno y agobiante segundo, antes de ser arrastrados al podio y ser reconocidos como los primeros voluntarios en toda la historia del distrito doce. Claire estaba ahora en camino a una masacre de la cual muy probablemente no escaparía y Jim se había entregado a esta misma carnicería para proteger a la familia de aquella chica que tanto quería y ahora debía enfrentar.

Así inicia la triste historia de nuestros trágicos amantes...

Los trágicos amantes del distrito 12Donde viven las historias. Descúbrelo ahora