"Maldito San Valentín"

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Si Dylan hubiera podido pensar mejor las cosas lo hubiera hecho.

Maldito el día en el que había decidido salir de fiesta.

Maldito el día en donde conoció a un chico.

Maldito el día en dónde pidió ser novio de él chico.

Y maldito el día en donde le rompieron el corazón.

Tal vez hubiera sido menos doloroso si no se hubiera encontrado a su novio (ahora ex-novio ya que Dylan obviamente era demasiado hermoso como para que le perdonara a alguien una infidelidad) engañándolo.

Lo bueno era que los había descubierto antes de San Valentín, así se podía ahorrar el regalo.

Sin embargo mientras caminaba por toda la escuela buscando su siguiente clase se sintió repentinamente enojado. Ya solo faltaban dos semanas para San Valentín, la época de los enamorados, y, por supuesto, él ya no tenía cita.

Igualmente, ¿que había de importante en regalar cosas patéticas y sin sentido? No entendía todo el alboroto que hacían al respecto.

Dylan rodó los ojos al encontrarse con un corazón en el techo y siguió caminando. Porque claro, toda su maldita escuela amaba tal fecha, así que tenían que decorar toda la preparatoria para "elevar los ánimos adolescentes"

¿Porque se había enterado un maldito mes antes de san Valentín que lo engañaban?

El castaño corrió para su siguiente clase intentando que el profesor no lo regañara más de la cuenta por llegar tarde y tocó la puerta con nerviosismo.

Siempre le tocaba llegar tarde, lo que era bastante extraño, ya que odiaba la impuntualidad. Bueno, desde hace tiempo sabía que era alguien sumamente raro. 

Dylan bufó con nerviosismo y sonrió al ver que solo le había tocado un pequeño sermón de parte del profesor. Se adentró al salón y al intentar irse a la parte de atrás notó que todas las bancas ya estaban ocupadas. Genial, ahora tendría que sentarse en la maldita parte del frente.

Dio un fuerte suspiro haciendo notar su inconformidad y tragó saliva con miedo al ver que el profesor lo había escuchado.

-¿Algo que necesite decirme, señor Thompson?

Dylan levantó su mirada para encontrarse con el profesor y abrió la boca con asombro al ver a un chico a su lado.

Rubio. Alto. Ojos cafés. Y, por lo que parecía, estaba ejercitado. 

Tragó saliva y sonrió en dirección al chico misterioso, el rubio le devolvió la sonrisa con burla y Dylan frunció el ceño.

¿Se estaba burlando de él?

Justo cuando iba a decir algo para confrontar al chico que lo miraba con curiosidad fue interrumpido por su profesor.

— ¿Ya terminó la inspección hacia mi nuevo alumno o todavía le falta tiempo?

—Creo que aún no he terminado, espere, ¿dijo que es nuevo?– El salón rompió en carcajadas ante lo dicho por Dylan y el castaño solo sintió sus mejillas teñirse de rojo. Debía aprender a no decir todo lo que pasará por su cabeza.

—Supongo que ya terminó. Chicos, este es su nuevo compañero, se llama Noah y espero que lo traten con respeto. ¿Algo que quieras contarnos acerca de ti?— Esta vez el profesor se dirigió hacia Noah, y al ver que este negaba con la cabeza soltó un suspiro de alivio— Genial, entonces seguiré con mi clase. Tú busca un asiento.

El profesor se volteó para tomar un pequeño marcador y comenzó a escribir en la pizarra mientras Noah buscaba un asiento.

El rubio sonrió con diversión y se acercó al asiento del castaño.

Dylan al sentir que alguien estaba a su lado volteó y le ofreció una mueca de disculpa.

—Creo que fue un buen comienzo— El rubio le extendió la mano divertido y habló nuevamente—Soy Noah, un gusto en conocerte, ¿tú eres?

—Soy Dylan, también es un gusto conocerte— Y el castaño estrechó sus manos con una sonrisa, que puede o no que tuviera hoyuelos.

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