Capítulo 22.

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El anciano conducía como si se tratará de una carrera ilegal en la que él debía salir ganador, Takemichi quién no era creyente comenzó a rezarle a todos los Santos que conocía, para Mikey ya era normal pero Izana seguía Sintiéndose algo inseguro aún si había vivido con ellos gran parte de su vida.

Mientras Takemichi rezaba un pensamiento vino a su cabeza ¿Por qué Mikey jamás mencionó a este hermano suyo? Por que según sabía Manjiro adoraba a su familia ¿era acaso por que Izana era adoptado? No Mikey no era ese tipo de persona ¿oh sí? Tal vez... ¿Izana tenía que ver con que Shinichiro estuviera en coma?.

Muchas dudas y pocas respuestas, sea como sea ya se encontraban en el hospital, el abuelo fue el primero en salir, dejando mal estacionado el auto, le siguieron Mikey e Izana dejando a Takemichi encerrado en el auto.

— ¡OIGAN!. — Gritó Takemichi asustado por quedarse solo en un auto mal estacionado sin poder salir ¿y sí necesitaba ir al baño?.

Afortunadamente Izana lo escuchó quejándose y corrió enseguida a pedirle las llaves a su abuelo para irle a abrir. Pará entonces Manjiro iba llegando a la entrada del hospital.

— Tienes que ser más rápido niño. — Le avisó Izana abriéndole la puerta a lo que Takemichi agradecido haciendo una pequeña reverencia.— Vamos, se nos hace tarde. — Izana tomó el ante brazo de Takemichi y comenzó a correr, el tacto era suave y cálido, al parecer Izana tenía manos delicadas y uñas un poco largas esto Takemichi lo notó al sentir la punta de las uñas del más alto, contra la piel de su ante brazo.

Sus piernas eran torpes pero lo suficientemente rápidas como para seguirle el ritmo a Izana.

Y otra vez se vió embobado por la belleza tan curiosa del moreno.

Takemichi nunca se cansaría de verlo.

—  ¡IZANA!. — Llamó el abuelo desde unas bancas y el albino caminó sin soltar aún a Takemichi. — Mandé a Manjiro por té.

— Al fin hace algo útil. — Lanzó Izana con voz filoso haciendo un gesto facial que a Takemichi no le gustó para nada, soltandose rápidamente del suave agarre de Izana.

— No digas esas cosas, Manjiro es bastante útil e inteligente. — Le dijo el anciano con voz molesta notando como Takemichi tomaba asiento a su lado. — Se ha hecho cargo de Shinichiro todo este tiempo y ha cuidado excelentemente de Emma. — El anciano colocó su arrugada mano en la el hombro de Takemichi llamando la atención del ojiazul.— Él incluso tiene una buena pareja.

Takemichi sintió sus mejillas ardiendo por tal gesto e Izaba sólo bufó molesto dejando caer su cuerpo en el asiento al otro lado de su abuelo.

— El invencible Mikey. —Dijo con un tono descarado llamando la atención de su abuelo que sólo se quedó en silencio.

— Yo... Creo que es mejor que busque a Mikey, digo es fácil perderse en un hospital. — Dijo Takemichi con voz suplicante Sintiéndose indefenso al lado de los dos hombres.

— Ese idiota conoce el hospital de pies a cabeza, es su segunda casa ¿como se va a perder?. — La hostilidad en la voz de Izana no bajaba y comenzaba a ser molesto para el abuelo.

— ¿Qué?. — Takemichi no entendía por qué Mikey conoceria tan bien un hospital, es decir... Es común ir por un par de citas, huesos rotos, gripes graves etc, pero no es algo por lo que deberías llamar a un hospital "Tu segunda casa" ¿Acaso Mikey estaba enfermo y no le había dicho?.

— Es por lo de Shinichiro. Muchos años llendo y viniendo, conoce bien al personal, sabe tratar con los doctores y enfermeras, tiene contactos y conocidos médicos, la vida de un chico que decidió abandonar su infancia para cuidar de un enfermo, es algo difícil e incluso triste. — La voz del abuelo sonaba sería y calmada, por otro lado Takemichi podía notar como Izana se resbalaba en su asiento, como si quisiera hundirse, sus brazos estaban cruzados y tenía un rostro molesto y sí veías con atención podías ver sus orejas tornarse rojas.

— ¿Podemos dejar de sentir lástima por Manjiro? Sí, su vida ha sido una mierda que pena, pero la vida de nadie es perfecto, la gente se enferma y necesita quién los cuide que bien que Manjiro se hizo cargo de Shinichiro pero nadie se lo pidió. — Izana se levantó hecho una furia del asiento y caminos directo a la salida. — Me voy a fumar, llámenme cuándo nazca mi sobrino.

— Iza-na...— El abuelo tomó a Takemichi del brazo de teniéndolo, dejando que Izana se fuera.

— Él tiene razón, la vida de nadie es perfecta y nadie obligó a Manjiro a hacerse cargo de su hermano, sin embargo la ira que Izana siente no es más tristeza disfrazada. — Takemichi volteó a ver al abuelo quién por primera vez en todo este tiempo, le miraba a los ojos.

Era una mirada vieja, cansada y que tenía mucho que contar. Un hombre que habría vivido la mayor parte de su existencia intentando sobrevivir a los albores de la vida, Takemichi estaba seguro que ese hombre era tendría muchas anécdotas que debían ser escuchadas.

— Deja que los jóvenes vivan y hagan de sus vidas un desastre, son jóvenes y pronto sentarán cabeza, cuándo necesiten una mano ayuda yo estaré feliz de darles todo mi brazo. Deja que se caigan para que aprendan a levantarse, enséñales que hicieron mal para que no lo vuelvan a hacer. Izana ha pasado por muchos golpes terribles, está enojado y triste, sólo necesita desahogarse. — Takemichi tomó la mano del anciano y tomó asiento en el lugar que había ocupado Izana.

— ¿Pero como se dará cuenta que está fallando si nadie le dice?. — Takemichi no apartaba la mirada, se sentía curioso por lo que acababa de experimentar.

El abuelo era más que un hombre cenil que se la pasaba en el dojo o sentado viendo al Zacate crecer y Takemichi quería saber más.

— Probablemente ya se dió cuenta, pero es muy testarudo para pedir ayuda. Izana y Manjiro están hechos de otra madera, son más duros, hay que saber tratarlos para que tengan la confianza de abrirse ante nosotros... De otra forma terminarán quebrandose. — El anciano observó la cabellera sombría de Manjiro acercándose y sonrió al ver cómo se detenía para saludar a una enfermera. — Tú eres el leñador de Manjiro, has logrado tratarlo bien y hacerlo sentir cómodo y eso te ha dado frutos exitosos... Desafortunadamente Izana es un árbol más fuerte, sus ramas son más duras, espero que algún día, antes de morir logre ver a ese niño con alguien indicado. No es una mala persona, solo ha vivido malos momentos. — Ao llegar Mikey este los saludó con una sonrisa dulce e inocente.

Takemichi no sabía lo que sentía en ese momento, ese hombre era tan agradable, se sintió en la presencia de una gran figura divina, un padre dulce que quería ver a sus hijos crecer y ser felices.

Un hombre que debió de haber pasado por mucho por que de otra forma no se explica todas esas palabras.

— ¿De qué hablaban?. — Preguntó el pelo negro entregándole a su abuelo una taza con té y luego una a Takemichi.

El abuelo intercambió miradas con Takemichi y se río dulcemente.

— De árboles.

Mikey lo miró con duda y tomó asiento en la fila de sillas frente a ellos, tomando de su té y dejando la taza sobrante a su lado.

— ¿Dónde está?. — Preguntó refiriéndose a Izana y Takemichi le indicó con la cabeza que estaba afuera.— No le gustan los lugares concurridos, se ha de haber sentido sofocado. — Aún qué el rostro de Manjiro se notaba molesto, no parecía estar realmente enojado con Izana y Takemichi se sintió un poco aliviado de que fuer así.

Esos hermanos tenían muchas cosas que arreglar.

— ¿Familiares de Emma Sano?. — Llamó una enfermera entrenado a la sala — Siganme por favor.

Todos comenzaron a ponerse nerviosos y tan rápido como la enfermera mencionó el nombre Mikey corrió a la puerta para llamar a Izana quién entró deprisa empujandolo a la vez que le tomaba del ante brazo para seguir a la enfermera.

Esos hermanos tenían que hablar, pero no sería hoy.

Robo con Plot Twist.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora