Omar
¿Miedo?
Para Omar el miedo era la emoción más incomprendida, la emoción más difícil de manejar y en su caso el pan de cada día. Miedo al que dirán, miedo a que las demás personas puedan lastimarlo, un miedo constante que no podía controlar. Un miedo que se atracaba silenciosamente en su corazón y lo obligaba a errar. Omar estaba harto de sentir miedo. Algo tenía que cambiar. Y esta era su oportunidad.
—Omar, cariño ya llegamos —La voz de su madre lo sacó de sus pensamientos—. Ya quita esa cara de desdichado, te irá bien, harás nuevos amigos. —Dijo despeinando sus rizos oscuros y amielados.
—Claro —Cedió sin ganas. Besó la mejilla de su madre y descendió del auto—Adiós mamá —Situó la mochila en su espalda y estrechó las hombreras con fuerza para empezar a dirigirse al interior del instituto.
Tenía miedo. No quería ser el chico nuevo, no quería tener la atención de todo el mundo, no quería hacer esas estupideces de presentarse frente a la clase, simplemente NO QUERÍA CONOCER A NADIE, ¿era mucho pedir?
La escuela era bonita, tenía un hermoso y muy amplio jardín con nodales corpulentos y frondosos, había también unos cuantos arbustos y estudiantes charlando tirados en el pasto esperando el timbrazo que indicaría que las clases estaban por comenzar.
El adolescente estaba buscando su salón de clases, había ido a la oficina del director para que le diera instrucciones; el hombre, en un pots-it escribió donde se encontraba el salón que le correspondía.
Salón #F1 del 5-B.
En su antigua escuela tenía que ir de salón en salón para asistir a sus diferentes clases, era curioso como en esta los profesores eran quieres cambiaban de salón y los alumnos se establecían en un salón fijo. Eso le gustó.
Aún faltaban 20 minutos para que las clases empezaran, había llegado considerablemente temprano para evitar toparse con la mayor cantidad de personas posible.
Cuando llegó al salón se alivió al no encontrar a nadie dentro. Era amplio, con paredes beige claro, unas ventanas por las que a través se lograban distinguir los arboles del exterior; estantes con libros y tres filas de pupitres compartidos. Se instaló en la ultima fila pegada a la ventana del fondo. Tomó un libro que llevaba dentro de la mochila; "Las Ventajas de ser invisible" por Stephen Chbosky, a penas había leído la mitad y ya podía decir que era una de las mejores lecturas del mes.
Muchas personas pensaban que la literatura juvenil que leía Omar era basura o no valía la pena, el rizado no creía así, él en realidad creía que una de las razones por las que se menospreciaba más a la literatura juvenil era precisamente porque esta estaba dirigida y pensada para los jóvenes; es como si todo lo que los jóvenes consumieran fuera basura. Los jóvenes son inteligentes, apasionados y tienen cosas importantes que decir. Estos quieren encontrar historias en los que su voz se pueda ver reflejada y eso es precisamente lo que brinda la literatura juvenil.
El chico estaba tan sumergido en la lectura que no se percató que la puerta estaba siendo abierta.
Una chica como de un metro sesenta, pálida, con el cabello negro azabache y un bonito corte que le llegaba a los hombros se adentró al aula. Estaba distraída hablando por teléfono.
—Ok enano, te cuidas —Dijo para después colgar y posicionar sus ojos en el chico que estaba sentado al fondo del lugar.
Sus ojos.
Qué bonitos ojos —pensó para sus adentros—. Era ese tipo de mirada profunda y aterciopelada que no puedes dejar de ver. Parecían ser ojos de un color gris azulado y cristalino. Eran intensos, como si quisieran transmitirte algo.
—Buenos días— pronuncio mientras tomaba asiento en el pupitre de la esquina contraria a la suya.
Se paralizó, no esperaba que nadie le hablara, pasaron casi veinte segundos cuando por fin se le ocurrió responder.
—Bu-Buenos días —Balbuceó casi inaudible.
Escuchó una pequeña risita y luego ella le sonrió.
Idiota, idiota, idiota.
Ahora esa chica pensará que es un estúpido. Si la tierra pudiera tragarlo y escupirlo al otro lado del mundo no se molestaría.
Omar observó a la adolescente sacar un cuaderno de bolsillo negro y un lápiz de su mochila JanSport verde militar con unos cuantos pines y parches; había uno en forma de puño con un cartelito que plasmaba la frase: "Fight Like a Girl", otro era un parche en forma de gatito sacando el dedo medio, y justo a un costado estaba un pequeño parche rojo con el logotipo de One Direction en forma de corazón, eso hizo sonreír al rizado ya que a él también le gustaba esa banda.
—¿Eres nuevo? —Inquirió la pelinegra con la vista aún en un su cuaderno. Parecía estar trazando líneas.
Estaba dibujando.
—Oh, e-h sí, soy nuevo.
—¿Cómo te llamas?
—¿Eh? —Dijo apocado sin siquiera saber lo que le habían preguntado.
—Que cuál es tu nombre. Supongo que tienes uno —Bromeó con una sonrisa tratando de alivianar las cosas.
—Omar, me llamo Omar.
—Lindo nombre Omar, yo soy Val... —El estrepitoso ruido del timbre retumbó interrumpiéndolos y dejando a medias oración.
Los estudiantes empezaron a llegar y el bullicio junto con ellos.
Sin duda sería un largo día.