Un ángel en la tierra. (One Shot)

Un ángel en la tierra.

Nunca creí en milagros hasta esa noche que lo cambio todo.

Siento como mi piel se quema por dentro mientras se consume lenta y dolorosamente, cada parte de mi pide a gritos que me detenga pero no lo hago, la atención de los presentes esta puesta en mi, aún cuando estaban en las mismas o peores condiciones en las que me encontraba, pero no me importaban en lo absoluto menos cuando el éxtasis aumentaba el ritmo de pulso y el ambiente que me rodeaba se volvía instantáneamente mejor. Nuevamente, como cada maldita noche ellos piden que vuelva a repetirlo, y así lo hago. Inhalo ferozmente la misma sustancia por el orificio derecho de mi nariz, no tardó en llegar a mis oídos el aliento de la multitud que yacía a mi alrededor, me sentí poderoso, me siento invencible otra vez.

Me rodeó un grupo de mujeres dispuestas a todo por un poco de ese polvo blanco sobre mi mesa, en sus ojos vi la desesperación por consumir aquello, no les importó en absoluto desnudarse frente a todos para llamar mi atención, pero no me interesaba, ninguna de ellas de hecho, decidí pasar de ellas por esta vez. Mire al chico que estaba a mi lado perdido en la desnudes expuesta de esas mujeres, con una clara seña le cedí mi lugar a ese que poseía unos ojos que brillaban de deseó, me marche de allí. No me interesaba presenciar el acto carnal y público que iniciarían.

Aire fresco, eso era lo que necesitaba en ese momento. Algo mareado me dirigí a la salida trasera de mi departamento, me sentí extraño, el efecto me había golpeado de una manera molesta, no lo esperaba, no era agradable. El poder infinito que antes poseía se desvanecia, y un dolor inexplicable lo reemplazaba, sentí el sudor frió bajar por mi frente en un agónico camino que causaba dolor, mi pulso se aceleraba más y más junto con los latidos fuertes de mi corazón. Por primera vez en mi vida sentí temor. Creí que la muerte había llegado por mi; "quiero vivir, por favor" susurre buscando con esperanzas a alguien cerca de mí, pero nadie yacía allí, no fue una buena idea salir solo, maldición. Mis ojos se cerraban involuntariamente, creí escuchar pasos fuertes hacía mi, fue lo ultimo que escuche antes de caer sobre mis rodillas y desvanecerme en los brazos de alguien.

Lentamente mis ojos luchaban por abrirse, mucha claridad estaba rodeándome, no era mí habitación ese lugar. En mi alrededor asustado buscaba alguna prueba que me confirmara que no había muerto, pero no lograba ver con claridad debido a la pesadez de mis parpados,  si dijesen que hubiera dormido una eternidad, lo creería, no lograba dormir bien desde hace años. Pero ese lugar ¿era una especie de lugar de tortura para mi alma? Mis pecados y errores se mostrarían frente a mi, estaba seguro de ello, un sonido hizo eco en la clara habitación. 

Es entonces que la puerta se abrió de par en par. Frente a la cama una figura delicada apareció, un ángel, sin dudas el más hermoso ser que podría haber imaginado jamás, tan bonita con largos cabellos cobrizos cayendo por sus hombros, los rasgos de su rostro eran perfectos, se veía como la muñeca mas frágil y pura que pudiese crearse. Venía hacia mi lentamente sin dejar de verme, no podia apartar mi mirada de su rostro, aún sintiendo temor de lo desconocido frente a mi. No fue hasta que sus impresionantes ojos me encontraron que me quedé sin aliento, un leve rubor asomo en sus mejillas, tan adorable, mi corazón se aceleró descontrolado, "Eres preciosa" dije sin dejar de admirarla en detalle.

Me enamoré a primera vista del ángel frente a mi, ella formó una pequeña sonrisa en sus labios, una que marcó el comienzo de mi eterna condena.

-No estas muerto- habló suave y angelical. 

-¿Eres real?- pregunte dudando de la posibilidad de su existencia. Asintió.

-Te encontré en el pasillo antes de desmayarte.- explicó.

-¿Desmayarme?- pregunte con curiosidad. Asintió nuevamente.

-Dormiste un día completo después de que te inyectara suero...-dijo. ¿un día? maldición.- No te preocupes soy enfermera, no te hice daño...- explicó al notarme alterado.