Campanas de Navidad

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DISCLEIMER: LOS PERSONAJES DE LA HISTORIA DE CANDY CANDY NO ME PERTENECEN, ESTA HISTORIA FUE CREADA SOLO POR DIVERSION Y SIN FINES DE LUCRO.

POV CANDY.

Maldito Grandchester, maldito Grandchester

Mi nombre es Candy White y si hoy se supondría que tendría que estar con mi familia, pero no es así, es 24 de diciembre y estoy en mi trabajo soy la directora general de la contabilidad de GRANDCHESTER INTERNATIONAL y todo por el energúmeno de mi jefe, al que por solo conozco, una que otra vez desde lejos cuando se hace el interesante llegando en su helicóptero, Ahh si se me olvidaba esa vez, que nos reunió para darme el ascenso a mi nuevo y bien pagado empleo, me sonrió cual casanova, ja, debo admitir que tenía la sonrisa que deslizaría las bragas a cualquiera, incluyéndome, pero para mí había mucho más allá de una cara bonita una riqueza incalculable y ser uno de las más reconocidos mujeriegos contaba para estar a kilómetros de mí.

Aunque había que estar de acuerdo que ese hombre era el sueño de cualquier mujer, alto hombros anchos nariz cincelada y recta un cabello castaño algo largo pero que daban ganas de meter tus manos para saber qué tan sedoso era, unos ojos verde azules como el mar y un cuerpo de infarto que hasta su traje Armani era imposible no notar como se amoldaba como guante a cada uno de sus músculos que veía estaban bien trabajados, unas manos grandes y por lo que se veía a través de sus pantalones, su paquete se ajustaba a todo lo demás, pero no cambiaba el hecho de que jamás tocaría este cuerpecito, eso ni de broma.

Pero por ahí dicen , no digas de esta agua no beberé, sin embargo y sin siquiera pensarlo levanté mi barbilla en alto y le sostuve la mirada, a mi nada me intimida y tengo lo que tengo por mérito propio no por hacerle la vuelta a mi jefe, al parecer mi gesto no le gusto de mucho pues de ahí en adelante todas las ordenes fueron enviadas a terceros y que directamente me jodian a mí.

—Maldito cabrón, playboy tenía que estar tan bueno ushhhh.

Miro nuevamente el reloj 7:30 pm y aun no termino, pero quien me mando a firmar ese contrato de trabajo de mierda,

Mierda por estar pensando mil maneras de provocar, la muerte de mi jefe acabo de equivocar la última factura.

Pues sí, si no hago esto los bonos de navidad de todos los empleados de Grandchester internacional no llegaran, tenia que ser la mejor en contabilidad y que esa reputación llegara al maldito terrence Grandchester, y yo que soñaba con viajar a Illinois y ver por fin a mi hermano Albert y mis padres, llevo un año sin verlos y sentí su desilusión cuando ayer los llame para comunicarles el cambio de planes de último momento.

Una traicionera lagrima cae por mi mejilla, me jure no llorar, pero eso no impedía que en mi interior imaginara como quebrar el hermoso cuello de ese magnate de mierda.

—De seguro estará en un yate a miles de kilómetros del frio de New York, y mínimo con dos, o no mejor tres de sus amantes modelos de las que tanto hablan los empleados y los medios de comunicación.

Mientras pienso eso y trabajo, realizo un monologo detallado en voz alta de como desechar su cuerpo luego de realizar todo lo impensable a su cuerpo, que mas da si soy la única en ese edificio a parte del vigilante, o eso era lo que pensaba, porque cuando menos lo espere una voz a mi espalda me llevo a dar un respingo que por poco y me da un infarto.

Mi primera reacción fue ¡oh por Dios!

La segunda, ¡Adiós y a mi bien remunerado trabajo!

Y la tercera —¡Que rayos hace aquí, frente a mí, a esta hora Terry Grandchester!

Y creo q esta ultima la dije para variar, también en voz alta

Aunque por último la reacción de mi cuerpo no fue la que nadie esperaba y empecé a escuchar mi nombre en sus labios demasiado lejos y luego oscuridad.

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