| Cincuenta y tres |

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NIX.

Mi estómago ruge hambriento obligandome a salir de mis sabanas e ir a por algo que lo sacie. Soy la típica persona a la que le dan antojos a las tres de la mañana, literalmente puedo arrasar con la nevera. Sin abrir mucho los ojos para que no se me vaya el sueño camino hasta la cocina.

Esta era una de las noches que no podía dormir por estar dando vueltas a ciertas cosas. No lo puedo evitar. Sobrepienso todo demasiado.

El estribillo de mi canción favorita: Somebody Else de the 1975 suena, avisandome de que alguien me está llamando.

¿Quién será a estas horas?

-¿Hola?-pregunto una vez respondo.

-Nix, soy Samantha.

¿Qué?

-Sí, dime. ¿Ha pasado algo?-estoy completamente desconcertada.

-Enzo y yo...-suspira-Hemos tenido una pequeña pelea... Se fue del apartamento diciendo que necesitaba hablar con alguien y pensé que iba a ir contigo.

Frunzo el ceño:-No, él no está aquí. ¿Hace cuanto se fue?

-Hace como una hora-su voz suena angustiada.-Y no responde a mis llamadas.

Maldita sea, Enzo.

-¿Dónde puede haber ido?-estoy comenzando a preocuparme.

-No lo sé... Me tiene intranquila.

Me quedo en silencio, meditando toda posibilidad de donde podría haber ido.

Hasta que se me ocurre algo.

-¿Está su padre en la ciudad? Según mi madre iba a estarlo debido a una conferencia.

-Sí, lo está.

Oh Dios mío. Seguro que ha ido con él.

Esto no pinta nada bueno.

-Sé donde puede estar.-digo intentando no sonar muy nerviosa mientras muerdo una de mis uñas.

ENZO.

-¿Qué era esa emergencia a estas horas?-cuestiona mi padre en el asiento de copiloto mirandome con arrogancia. Intento mantener la calma.-Tengo una conferencia mañana, necesito dormir, Enzo.

-Solo quería hablar.

-¿A dónde estamos yendo?

Le miro de reojo un segundo antes de volver a dirigir mi vista a la carretera y responder:-Estamos dando una vuelta por la ciudad. Te preguntarás porque no te he llamada durante estos meses.

-¿Enserio?-suelta un resoplido-Ni siquiera me he dado cuenta de eso. Ya sabes, el trabajo me quita mucho tiempo.

Aprieto el volante con fuerza intentando apaciguar la impotencia que está comenzando a surgir.

-Un jodido buen padre hubiera estado preocupado por ello.

-Ya no eres un crío.

-Oh, así que como ya soy un hombre puedes joderle la vida a tu propio hijo, ¿no?

En mi rabillo del ojo veo como hace una mueca horrorizada:-¿Qué? ¿De qué estás hablando?

Tenso mi mandíbula:-Sabes perfectamente de lo que estoy hablando.

-Si es sobre Siena sabes que hice lo correcto

Siento como la ira me va consumiendo poco a poco.

¿Mi hermanastro? Mi profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora