Capítulo 4. "Consejos inesperados"O L I V I A
Sostengo con fuerza la taza humeante de té que yace sobre mis manos y la acerco a mi boca, para soplar con la intención de que se enfríe. Le doy un sorbo pequeño y suspiro con pesadez cuando siento la mirada de Derek taladrándome. Tomo el cordón del sobre del té y comienzo a moverlo por toda la extensión de la taza, en un intento de ignorar a Derek pero llega un punto en el que ya es imposible seguir haciéndolo y termino por subir mi mirada para que se encuentre con la suya. Él me ve sin expresión alguna; no queda nada del hombre amigable y coqueto que era ayer, ahora es este espécimen serio que me lanza vistazos mordaces e intensos.
—¿qué pasa? —pregunto inocente.
—¿por qué apareciste en mi puerta, borracha y quizás hasta drogada? —frunce el ceño en molestia por mi vaga pregunta.
Me encantaría responder a su pregunta y contarle qué fue lo que ocurrió pero ahí está el problema, no tengo ni puta idea de que ocurrió. Anoche bebí más de lo decente y los recuerdos que tengo son muy borrosos por lo que se me está complicando más de lo esperado descifrar que hice o que metí para haber terminado tirada en la puerta.
—No lo sé —dejo la taza de té en el piso, pues Derek está sentado en la mesita de centro frente a mí. Me sostengo con la manos la cabeza dolorida y zumbante.
—¿cómo que no sabes? ¿beber de esa forma y no recordar nada al otro día te parece bien?
—Por favor, Derek, me duele mucho la cabeza. No me regañes. —suspira con frustración y su mano sube hasta su nariz donde presiona para luego colocarla de forma que abarca la misma y sus dedos extendidos llegan hasta su barbilla.
—No me gusta que bebas y hagas eso. Mira está bien que salgas a divertirte y, ¿por qué no? Que ingieras alcohol, pero cielo, todo es con medida. Te pasaste. Tú no eres así —lo miro directamente a los ojos y me veo muy tentada a voltearlos, pero a último momento aparto la mirada avergonzada.
—Lo siento.
Derek asiente y se levanta de la mesa de centro hasta llegar a mí y ponerse de rodillas para llegar a mi altura, desde mi posición sentada en el sofá.
—Tranquila, no te agobies, solo no lo hagas de nuevo. Me asusté ¿vale? —me toma de la mano y me impulsa hacia arriba para ponerme de pie —ahora tú vas a descansar, vamos.
Nos guía hacia la habitación, donde me recuesto en la cama y él me arropa con las sábanas.
***
—¿¡Pero qué coño!?¡Este departamento está de puta madre! —es lo primero que digo cuando Danna me abre la puerta.
—Bueno, te he dicho que Steve es ambicioso y no se iba a conformar con uno de bajos recursos —sonríe contenta y yo sigo observando el lugar aún vacío pero que con un vistazo a la estructura ya te imaginas lo imperioso que es. Solo la sala de estar es del tamaño de toda la casa de mi tía, en la que antes vivía.
—¿y cuando comienzan con la mudanza? —pregunto y camino con paso firme hacia la pared que separa la sala de estar de la cocina, la misma tiene un tapizado con relieve en tonos marrones, paso mis dedos por él y sonrió.
—Mañana mismo, el casero ya nos permitió traer todo de una vez, para ahorrarnos tiempo más que nada —se coloca junto a mí y me señala la pared con un movimiento de cabeza —es bonita ¿cierto? —asiento en respuesta.
—¿no se supone que no los iba a dejar, al menos hasta que liquidaran el pago?
—Se supone, pero como ya no falta mucho, decidió permitirnoslo —se sobresalta como si hubiera recordado algo y siento su vista sobre mí —¿qué demonios significa tu mensaje? Explícate
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Avaricia ©
Narrativa generaleLa avaricia de Olivia Onoa siempre la ha impulsado a conseguir todo lo que quiere. A sus cortos 20 años de edad es una de las principales jefas al mando del banco de Nueva York. Pero no todo es tan perfecto. No todo lo hizo por mérito propio. Ella...