🌹CAPITULO 4🌹

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Definitivamente yo era la prueba viviente de que el karma y la mala suerte si existen y se pusieron de acuerdo en mi contra. Para liar mi vida. El problema era que yo no había echo nada.
     
Sofoco un grito de horror.
     
Es el mismo chico de hace un momento atrás.
     
Y lo tengo en frente.
     
Antes de poder hacer otra cosa más, mi sentido de defensa se activa. Y me enderezó rápidamente para enfrentarlo. Jalo los bordes del gorro de panda hacia abajo para comprobar que todavía lo tengo puesto. Siento un alivio en mi corazón cuando se que ahí está. El chico se baja de la moto, comienza a quitarse su casco de seguridad seguido de un par de guantes de protección negro. Es alto y fornido, lo cual me hace preguntar si estoy en peligro.  Su cabello es un desastre de mechones negros despeinados los cuales le caen a la frente . Tiene un piercing de arito en la oreja y otro en el labio. 

Apoya la cabeza  entre la pared y su brazo. Se ve agitado. Su pecho sube y baja. Su cara tiene pequeñas gotas de sudor y las mejillas las lleva coloradas. Pues obvio que debe estar así. Venir a la universidad en un suicidio andante no es para nada bueno.
     
Mi modo defensivo se alerta aún más cuando veo que comienza a sacar algo de su bolsillo. Me recuerdo de las cosas que me decía mi madre de los chicos en motocicleta y de como se prefirió a él hace un momento. De como casi nos choca y de que soy muy confiada y estúpida a la hora de reaccionar en casos de extremo peligro. Sigo con la mirada cada uno de sus movimientos.
     
Mi cuerpo se relaja cuando veo que saca un cigarrillo.
     
Por fin dejo de escudriñarlo con la mirada. Y se que debo de estar mirándolo de una manera grosera, pero no puedo apartar los ojos de él. Se saca un mechero del bolsillo de su pantalón y enciende el cigarrillo. Cuando me mira aparto la vista rápido de él y la concentró en otro lugar. Me echa una mirada de reojo apática y vuelve su vista hacia otro lugar. No dice nada, ni me ayuda a levantar, tampoco se disculpa por todo lo que a causado. Y apenas son las siete de la mañana.
     
¿Qué tan desastroso puede llegar a ser este chico? No lo sé, pero tampoco me doy el tiempo de averiguarlo.
      
Por fin logro levantarme. Me cruzo de brazos en señal de indignación, pero no sirve de nada. Él sigue recostado en la pared terminando su cigarrillo. Ni se inmuta ante mí. Talvez no se habrá dado cuenta de mi creciente disgusto. Todavía tengo el coxis adolorido por el golpe contra el asfalto.
     
Me aclaro la garganta en voz alta.
     
—¡Oye!...— escucho como las palabras salen de mi boca sin mi consentimiento—…tienes que tener más cuidado a la hora de conducir ¿O no sabes la responsabilidad que eso implica?....podrías enviar al hospital a alguien o peor aún; matar a alguien y….—me interrumpo yo misma al ver que el chico no se da la molestia de mirarme y de seguro en prestarme la más mínima atención.
    
No obstante hace todo lo contrario. Le da un par de caladas a su cigarro antes de tirarlo. Saca su móvil del bolsillo de su pantalón y empieza a revisarlo. ¡Vaya estoy pintada aquí!. Se da la vuelta y comienza a caminar en dirección opuesta a mí.
     
¿Me está ignorando? O ¿Existe la posibilidad que sea sordo?
     
—¿Me has oído?— trato de decir con voz autoritaria, pero más bien sale como el alarido de un gatito con frio— ¡tienes que tener….
     
Se da la vuelta de golpe hacía mi. Lo cual me toma desprevenida. Jamás hubiera imaginado que me toparía con semejante loco, tan temprano por la mañana….
     
Despega la vista de su móvil sin el más mínimo apuro. Me mira con una ceja encajada. Nuestras miradas se encuentran bruscamente. Me encuentro con unos ojos grises con pequeñas tonalidades de azul alrededor del iris. Su mirada es pesada, como si llevara días sin poder dormir o algo demasiado grave lo mortificará. Lleva pequeñas ojeras que le dan un porte sombrío.
     
—¿Disculpa?— pregunta cortante. Su voz es áspera y ronca. ¡Sabía que no era sordo! Sólo me ignoraba, lo cual me enfada un poco más.
     
—He dicho que….
     
—La que necesita fijarse por donde va es otra— me interrumpe. Su rostro se contrae amargamente.
    
—¿Disculpa?—ahora la que pregunta soy yo.

LOST - Todo por ti..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora