CAPÍTULO 23

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Todos miraban asombrados las ruinas.

—Es una broma, ¿verdad? –cuestionó el lassat incrédulo.

—No te confundas, Zeb, los templos tienen muchas formas. Algunos están ocultos a plena vista –contestó Kanan tan tranquilo como siempre.

—Si vieras esto, dirías lo contrario. Si el templo no quiere recibirme... ¿esto no es como entrar a la fuerza? –Ezra se cruza de brazos manteniendo una mirada confusa.

—No, debe haber una forma para que puedas ingresar.

—¿Y es TAN importante que tenga un sable de luz otra vez?

—¿Qué intentas decir?

—Nada... pero... ¿por qué no me concentro también en disparar con un blaster?

—Ezra tiene razón, posiblemente aún no está listo para esa responsabilidad de nuevo –Hera se les acercó dando apoyo al menor.

—O no sea digno –interfirió Zeb casi riendo, dando un suave codazo a la mandaloriana a su lado.

—Zeb, no digas lo obvio –le siguió con un tono burlesco a pesar de no sentir lo que dijo.

Un nudo se formó en la garganta de Ezra, era probable que los dos tengan razón, ¿qué pasaría si así fuera?, ¿lo van a rechazar?, ¿Kanan se molestará con él?
¿Y si todo esto lo hace para probar que Ezra sigue siendo útil, porque si no, lo dejarán de regreso en Lothal cuando tengan la oportunidad?
Aunque se negaba a pensar en eso, su confianza decreció en cuestión de un respiro.

Casi adivinando, Kanan coloca una mano en el hombro del chico. Suspiró, preocupado por la presión que le imponía al menor.

—Tal vez sí estoy siendo muy rígido, Ezra, vas a entrenar con Rex a partir de ahora con un blaster, no significa que dejaremos de practicar con la fuerza. Aún sin importar que no tengas un sable de luz, no olvides que sigues siendo un jedi –apretó un poco el agarre, inundando de fortaleza el espíritu de Ezra.


Solo que aún estaba herido.




Regresaron a su nave, Ezra por delante, teniendo un conflicto en su interior.
Ni siquiera el calor de su habitación pudo alejarlo de sus fríos sentimientos.

El rojo holocrom brilló sintiendo esa negatividad.

—Estás tan molesto... fallaste, ¿verdad? –esa voz que tanto lo fastidiaba resonó en su cabeza.

—¿Ahora qué quieres? –replicó harto.

—¿Por qué no piensas en lo que te sugerí? Si necesitas poder, confianza, puedo darte todo eso. ¿Con qué más quieres proteger a tus amigos? –insistió con su "típica y venenosa voz", tal cuál pensó Ezra– No quieres fallarles, olvidas que un jedi sin sable de luz, no es un jedi.

Tú ni siquiera estás viva, ¿por qué debería hacerte caso?

Justamente porque no estoy viva, puedo darte el poder de alguien que sí lo estuvo. Solo deja que te muestre unos trucos, tú decide si sigues mi camino o no.

Lo que quieres es que use el lado oscuro y eso no está a discusión. Menos con Kanan, en su estado... le daría solo problemas.

Qué considerado eres con tu maestro, ¿él está haciendo lo mismo por tí?

¿De qué hablas?

—¿Qué no te ha estado presionando para que obtengas un nuevo sable? ¿no dejó de confiar en ti por esa niña?

—Kanan no dejó de confiar en mí, él se preocupaba por...

Por su rebelión. Lo único que él quería era que no los pusieras en peligro.

—Mira, tus intentos de ponerme en contra de mi maestro llegan hasta acá –dando media vuelta sale, aunque no esperaba comenzar a ver a Kanan de una forma distinta a partir de ese instante.

   Pronto llegó a la cocina, ni siquiera sabiendo qué hacía ahí. Tomó un vaso, lo llenó de agua, se lo acercó a la boca... y lo estrelló en el lavabo. Provocó un ruido muy sonoro, aunque alguien lo escuchara, él ya lloraba. Estaba frustrado, cansado, era como si tuviera que cumplir las expectativas de Kanan y las suyas al mismo tiempo, solo que no concordaban.

Respiró profundamente, cubrió su cara, usó la misma agua del lavabo para refrescar su rostro. Puso las cosas en su lugar y salió como si nada, encontrando a Sabine detrás de la puerta.

—Escuché... un ruido –aunque jamás fue tímida ante él, por esta vez sintió un poco de intimidación.

—Se me cayó un vaso. Nada más... –observó el lavabo– ¿Quieres... algo más?

—Amm... sí, sobre lo que dije hace rato con Zeb, sabes que no fue en serio, ¿no?

—Sí, Sabine, lo sé –arquea los labios en una leve sonrisa–. No tienes que decirlo.



"¡¡¡Chicos, más les vale sujetarse de algo!!!" Gritó Hera desde la comunicación en altavoces de la nave, tan rápido como lo dijo todo se movió en una sacudida abrupta.
Las luces parpadean mientras ambos jóvenes caen al suelo, uno al lado del otro. Se levantan como pueden, sin embargo otros bruscos movimientos los hacen llegar de nuevo al suelo.

—¡¿Qué sucede, Hera?! –Sabine enciende el comunicador, intenta parase, para ello recurre a sostenerse por la mesa de la cocina.

—¡¡Arena!! ¡Los motores están llenos de ella, Chopper no revisó antes de salir! Se está convirtiendo en cristal y el fantasma corre peligro de estallar. Ya estamos en el hiper espacio, así que tendremos que detener la nave.

—¿Como cuando Kanan y yo fuimos a...? –no terminó por observar a Sabine con preocupación.

—Exactamente, y esperemos tener el mismo resultado que ustedes –la twi'lek cortó comunicación mientras desde su asiento vaciló para apretar el botón que indicaría su salida del hiper espacio. Respiró profundamente, tocó, casi queriendo no hacerlo pero terminó presionando–. Que la fuerza nos acompañe...

Una sacudida peor que las primeras los llevó a todos a, desesperadamente, intentar sujetar cualquier cosa.
Sabine estaba por golpear el borde de la mesa, sin embargo Ezra se lanzó hasta su lugar, le dió la vuelta, obteniendo él el golpe. Un impacto que lo llevó a la inconsciencia al mismo tiempo que abrazaba a la mandaloriana por protección.

Varias vueltas más y todo se calmó, sin embargo, cuando Sabine se levantó y apartó de los brazos de Ezra, notó un hilo carmesí saliendo de su cabeza y goteando del borde de la mesa.





































—¡¡¡¡Ezra!!!

Star Wars Rebels: La nueva historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora