-¿Qué dijiste?-
Los ojos del doctor se abrieron como platos, la pluma resbaló de su mano dejando un trazo vacío en mi expediente médico.
-Lo que usted escuchó-
le contesté segura de mi decisión después de pensarlo desde hace mucho tiempo atrás. El doctor abrió la boca pero no emitió sonido alguno, se recargó en el respaldo de su silla y cruzó los brazos sobre el pecho.
-Es imposible hacer esa cirugía, linda-
Suspiré. Sabía que convencerlo no sería nada fácil, pero conocía su reputación como médico y creía que él era el indicado. Me llevé la mano hacia la cara, en un movimiento rápido me quité los lentes de sol. Al mirarme el doctor palideció al instante, seguramente por el color rojizo de mis ojos, las horribles ojeras o la cortadura debajo de mi ceja izquierda (donde investigué que se encontraba el lagrimal)
-¿Qué demonios hiciste?-
me reprendió, tragué saliva y hablé.
-Espero que le quede clara una cosa, doctor. Estoy dispuesta a pagar lo que sea para que me quite los lagrimales, pero si usted no quiere hacerlo habrá otros veinte médicos que harán lo que sea por mi dinero-
El doctor tragó saliva, presionó el botón negro del intercomunicador.
-Dígame, doctor-
dijo la voz chillona de su secretaria.
-comuníquese con el doctor Rocha, dígale que venga a mi oficina inmediatamente-
interrumpió el mensaje, crucé mis brazos en mi pecho.
-¿Qué?, ¿necesita a otro médico para tan simple operación?-
Me reí arrogantemente pero al doctor no le hizo mucha gracia-
-El doctor Rocha no es cirujano, es psiquiatra. Necesitas hablar con el urgentemente antes de que se te ocurra otra tontería-
me coloqué de nuevo los lentes, suspire y tomé mi bolsa
-¿Para qué?, para que finja escuchar mis problemas y al final decir "todo estará bien" como todos los demás. No quiero volver a llorar nunca y entiendo que fue un error venir con usted-
Me levanté del asiento, caminé hacia la puerta, el doctor me gritó algunas cosas que no recuerdo exactamente y salí rápidamente.
-¿ya se va, señorita?-
Me preguntó la secretaria de la voz chillona. Solo caminé sin decir nada. El elevador tardó unos segundos en llegar, después se abrió la puerta y de ella salió un hombre apuesto vestido con una bata blanca que llevaba un bordado que decía "Dr. J. Rocha", el doctor me dedicó una sonrisa y se hizo a un lado para que yo entrara al elevador. Cuando quedamos cara a cara, sonreí lo más alegre que pude y el elevador cerró sus puertas. Estoy segura de que pensó que tal vez yo era de esas mujeres a las que les acaban de informar que esperan a ese hijo que tanto deseaban o una mujer que acaba de sanarse de un cáncer de mama o algo parecido. Esa sonrisa era infalible, así engañé a muchas personas y el psiquiatra no fue la excepción. Pasaron cuatro meses y después de visitar a muchos médicos que no tuvieron reacciones muy agradables, encontré a un doctor de no muy buena reputación que aceptó el dinero que le ofrecí más un reloj de oro rosa. Entré a quirófano exactamente a las 4:24 p.m. un 29 de noviembre cuando el cielo lloraba a cantaros, me alegré de que nunca más me sentiría derrumbar como el cielo.
La operación fue exitosa en un 50%, perdí toda la visibilidad en mi ojo izquierdo, a todos les dije que había sufrido un accidente vehicular y por más triste que me sentía...jamás volví a llorar
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Lacrimosa
General Fiction¿Qué tanto dolor debe haber en una persona para decidir no llorar más? una mini historia sobre como dejar de llorar