Creí que me tomaba del brazo para guiarme.
Pero en realidad, lo hacia para calentar su mano.
Todos lo abandonaron y tras sentir la soledad que lo acompañaba día y noche, me escogió a mi para que su ego no se disolviera.
Y yo creyendo que era especial.
Diría que tuve una venda en los ojos, pero en realidad en donde debían estar, solo habían dos cuencas vacías.
Pensé que me estaba ayudando, pero él me utilizaba para ser ayudado por otros.
Lo peor no es equivocarte con una persona si no haber estado siempre en la razón, pero haberse negado a reconocerlo.
¿Tan buena guerrera cree que soy ese dios?