Cap. 6

1.8K 191 10
                                    

6. Campo de lirios.

—¿Estás listo? -preguntó Ragnuk.

Se habían trasladado a usa sala gigantesca, con extrañas pinturas en el techo y las paredes. El piso llevaba figuras que Harry no entendía, pero suponía que debían ser importante. Miró a un lado, y visualizó el anillo de Lord Slytherin, descansando en una caja de madera oscura cargada, por lo que podía sentir incluso desde su posición, de magia antigua.

—Supongo... -respondió Harry. Le habían dado un extraño libro para que leyera, "Las artes mentales - una guía a proteger tu mente" de Gorloq VI. Una versión creada por duendes con lo que sabían de oclumancia para principiantes. Lo iba a necesitar porque era Harry el que tenía que de alguna forma llevar su magia a la voz y otorgarsela.

Sabía lo que tenía que hacer. Más o menos. Recordaba la sensación de desgaste de cuando la presencia le roba descaradamente la magia para vivir. Solo debía intentar hacerlo, pero con la voz... Fácil, ¿No? Harry no lo sintió así.

—Bien, procederemos a la ceremonia de Lord Slytherin. Los presentes, por favor, pónganse de pie -los únicos que estaban en la habitación eran el banquero de antes y los guardias que acompañaban al rey. Con seguridad, levantó la caja que contenía el anillo-. Como no es una ceremonia formal, pasemos a lo importante. Tu, Harry James Evans-Potter, ¿juras llevar con honor la posición de Lord Slytherin?

—L-Lo juro -respondió Harry.

—Okay, ¿Juras...? -dió un vistazo a las palabras escritas dentro de la caja y se sorprendió-, ¡Oh!, en realidad es lo único que se necesita para proceder -informó-. Salazar definitivamente era un hombre extraño, solo requerir un juramento... ¡BAH! -murmuró entre dientes.

Con elegancia el rey acercó la caja a Harry, y este dió una reverencia antes de levantar el anillo. Lo observó un momento, admirando lo. Era sencillo, tal vez demasiado como para considerarse el anillo de un Lord, pero a Harry le gustaba lo sencillo, así que parecía hecho especialmente para él. Era de plata puro, sin ningún tipo de piedra o decoración. Un simple círculo gris, nada llamativo, pero elegante. Pero había inscripciones en el interior de este en un idioma que Harry no podía entender. Con cuidado, se lo puso en el dedo medio de la mano izquierda y esperó. Lentamente, el anillo se ajustó a su medida y una magia cálida lo bañó por completo.

—En hora buena, Lord Slytherin -felicitó Ragnuk-. Con alegría le informó que usted está oficialmente emancipado y ya no cuenta con el rastro.

—¿Rastro?

—Eso será para después, Lord Slytherin, ahora tenemos algo que hacer, ¿No? -dijo Ragnuk.

Harry asintió. Se sentó en el suelo y vació su mente. Ragnuk le dijo como debía suceder todo. Al poner toda su magia en la voz, los hechizos dentro del anillo impedirían que se convierta en un squib, lo que parece ser una persona mágica incapaz de hacer magia por razones variadas. El Horrocrux no podrá alimentarse de los hechizos del anillo al ser una magia ajena a Harry.  Con suerte, todo terminará sin incidentes, y podrá vivir su vida tranquila, sin tener que preocuparse nunca más por perder el control de sus emociones. Podrá ser libre de sentir.

Aclaró su mente y se esforzó en recordar el sentimiento de cuando su magia era absorbida por el Horrocrux. Listo.

Ahora viene la parte difícil. Con dificultad, imagino drenar toda su magia sobre la voz, que sabía que se encontraba por ahí, en alguna parte.

"Por favor" pensó Harry "te necesito, más que nunca. Te lo imploro, ayúdame"

De pronto se sintió terriblemente agotado. Estaba funcionando, o eso quería creer. Y la voz creció. Porque ya no solo la escuchaba Harry, sino los demás presentes. Y fue hermoso. Como el sonido de los pájaros al amanecer, como el río suave en el bosque, como la suave llovizna de primavera. Pero era más que eso.

Los cimientos del banco mismo se movieron. Magia poderosa recorrió los túneles, todos ellos, y el ambiente se cargó de una sensación electrizante. Con un fuerte estruendo, con el sonido del cielo partiéndose en dos para dar paso a la tormenta, la voz ya no susurró. Habló, con voz clara, imponente.

—Tu, que has causado dolor y sufrimiento, que trajo veneno al alma de un inocente. Tu, alimaña, que te escondes como un cobarde en el mundo de las sombras y esperas una vida eterna de maldición. No tienes voluntad, no tienes voz, no tienes derecho, y por lo mismo, te digo... Muere. ¡MUERE DE UNA VEZ POR TODAS!

Un terremoto arremetió en contra del banco, y sin que nadie lo notara, varias bóvedas explotaron, arrojando oro y joyas al vacío.

El cuerpo de Harry solo dió una sacudida de sorpresa, antes de que llamas ardientes comenzarán a correr por sus venas. Con un grito de dolor, se agarró la frente, en dónde su cicatriz sangraba y eliminaba un tipo de viscosidad negruzca. Retorciéndose en el suelo, lo último que Harry captó, antes de caer inconsciente, es a Ragnuk y los demás dar un grito antes de correr a auxiliarlo.

/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/

Cuando Harry despertó, no sabía dónde estaba.

Una luz lo golpeaba en los ojos. Brillante. Más brillante que el sol. Daba una sensación de calidez que mandaba un sentimiento de comodidad a los cansados huesos de Harry, y este solo quería recostarse bajo esa luz y dormir para siempre.

Pero debía levantarse. Así que con pereza, Harry se sentó. Solo para maravillarse con lo que vió.

Era un campo de hermosos lirios el que lo saludaba. Con un río de brillantes aguas cristalinas de fondo y enormes árboles que se podía visualizar a lo lejos. Era... Inexplicable.

—Lindo, ¿No es cierto? -mencionó una voz detrás suyo.

Con rapidez, Harry giró su cabeza. Solo para encontrarse con la mujer más hermosa que jamás había visto. Hermoso cabello rojo, que bajaba en ondas por su espalda. Un rostro cálido, que tenía implantada una hermosa sonrisa. Una túnica blanca, más blanca que la leche, sencilla y elegante. Y unos ojos, más verdes que la esmeralda. Y Harry ya había visto esos ojos antes, ya había experimentado ese amor. Ya sabía, sin conocerla, quien era la mujer que lo acompañaba. Después de todo, la había visto millones de veces en sus sueños.

—¿M-Mamá? -para este punto, el corazón de Harry lloró con él, pero no se sentía triste. Para nada. Era como si nunca hubiera conocido la felicidad hasta ese momento.

La mujer solo abrió sus brazos, y Harry no necesitó más invitación antes de lanzarse a abrazarla. Porque ahí es donde pertenecía, en la calidez de los brazos de esta mujer. No existe lugar en la tierra en donde se sienta más seguro que ahora.

—Harry... Mi Harry -su voz... esa voz. Harry con sorpresa levantó su cabeza, y con los ojos abiertos a más no poder, la observó-. No sabes cuánto he anhelado poder abrazarte una vez más.

Era ella. Por fin podía entender. Su madre murió, pero jamás lo abandonó. Siempre estuvo con él. Y quiso preguntar si ella misma era un Horrocrux. Pero la idea sola parecía muy incorrecta, muy fuera de lugar.

Con una suave risa, su madre le acarició la cabeza: —No Harry, esa es una magia muy oscura y jamás podría haberla hecho en vida. No, somos algo más.

Harry se quedó confundido: —¿Somos?

—Así es campeón -una voz vino detrás de él. Al girar, se encontró con la imágen de un hombre muy guapo con cabello desordenado y ojos color avellana y una sonrisa tranquila a la par que traviesa-. Los que nos aman... Jamás nos abandonan. No del todo. Eso somos.

Krypto-MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora