Cap. 7

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7. Una despedida agridulce.

James Potter era un hombre muy guapo, con un cabello desordenado del color de los cuervos, con grandes ojos color avellana. Un porte noble y musculoso. Alto, e intimidante.

Pero es un niño atrapado en el cuerpo de un adulto.

—¡CACHORRO, NO SABES CUANTO TE EXTRAÑÉ! -exclamó, mientras abrazaba a su hijo dando vueltas y saltos por el lugar.

Si bien Harry se sentía muy mareado, la forma en que este hombre demostraba su amor por él era embriagadora e hipnotizante. Así que le devolvió el abrazo con fuerza mientras reía a carcajadas.

—¡PAPÁ! -gritó-, ¡ME ESTOY MAREANDO!

James se detuvo abruptamente, con una mirada perdida en el horizonte. Dejo a Harry en el suelo y este temió haber herido sus sentimientos: —¿P-Papá...?

—¿Aún... Aún me consideras tu padre?

Harry no entendió la pregunta. Este hombre, a pesar de no ser su verdadero padre, lo había amado con locura. Tanto que dió su vida por él. Este hombre era, en todos los sentidos, su padre.

—C-Claro... Te amo como si fueras mi padre -susurró-. ¿Tu... No quieres?

James lo miro un momento, antes de dar paso a una gran sonrisa y abrazarlo de nuevo con fuerza: —¡HARRY! ¡ERES ADORABLE! ¡POR SUPUESTO QUE TE AMO COMO SI FUERAS MÍO!

Y Harry vio la verdad en sus palabras. Pero comenzó de nuevo con los giros y tuvo que pedir tiempo fuera antes de vomitar.

—Hijo mío, no tenemos mucho tiempo -explicó su madre, cuando James se fue a dar vueltas y volteretas por ahí cantando de alegría-. No perteneces a este lugar. Debes regresar.

—P-Pero mamá...

—Lily tiene razón, cachorro -su padre había vuelto, y esta vez tenía un semblante melancólico-. Aún no es tiempo. En un futuro tendremos todo este lugar para nosotros. Pero por ahora, tienes que vivir tu vida.

Entendió lo que sus padres intentaban decirle. Pero tenía tanto que contarles, y no tener tiempo...

—No pienses en eso Harry -dijo Lily- recuerda que siempre... -señaló su corazón-, estaremos ahí. Contigo. Yo... Harry escucha. Ya no voy a poder manifestarme como antes lo hacía -mencionó con lágrimas en sus ojos-, ahora que el Horrocrux se fué, cumplí mi misión de protegerte de esa cosa.

Mientras su madre se desmoronaba de poco en poco, Harry pensó. Sabía que debía estar triste, llorando con el corazón roto. Pero no podía. Se sentía en paz. Esta mujer le había protegido durante tanto tiempo, lo había amado cuando se sentía solo, lo había arrullado cuando no podía dormir. Estuvo en su vida desde entonces, y ahora parecía una despedida.

—Como dijiste mamá -Harry tomó sus manos-, siempre estarán conmigo. Y lo entiendo. Gracias por todo lo que hiciste por mí... -miró a su padre-, gracias por lo que hicieron por mi. Que sepan, los amaré por siempre. No existe nada en el mundo ni en el más allá que cambie eso.

Fue aplastado en un abrazo por sus padres, y pensó que tal vez no tenía que ser una despedida triste. Porque ahí, en ese momento, era feliz.

Una luz translúcida comenzó a aparecer por el cuerpo de Harry, y lenta e indoloramente comenzó a disolverse en el aire.

—Harry escucha, en la bóveda de fideicomiso encontrarás un baúl -dijo su madre-. Hay están las respuestas a varias preguntas que seguramente tienes. Debes revisarlo. Y Harry, se feliz.

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