━ Capitulo 2

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|Mi vida llegará a ser pacífica, pero nunca será tan perfecta como la tuya...|

Si tuviera el don de controlar el clima por mis emociones estoy segura que en este momento habría un huracán.

Las campanas de la iglesia sonaban, me torturaban.
¿Moriría en este momento? Ganas no me faltaban.
Si existiera un premio a la sonrisa fingida, ganaría.

Todos los Madrigal y compañía se encontraban de trajes y vestidos de fiesta.

¿Tengo algo que festejar acaso?

La pareja perfecta salía de la iglesia con una sonrisa irradiante.

Todos festejaban y daban las felicitaciones a la familia.

A lado mío se encontraba mi abuela, se notaba ridículamente feliz. Mi madre se acercó y me aparto de ahí antes de fallecer.

—Dolores por favor, disimula tu cara mija, se que esto no es bueno para ti pero ya no podemos hacer nada— me dijo en susurros.

¿En serio mamá? Puedes pedirme disimular ahora. No podría. Yo no puedo actuar como lo hace Bruno.

Sin darme cuenta se había ido y ahora estaba a lado de mi hermano menor.

—Lo siento, se cual difícil puede ser—  puso su mano en mi hombro.
Camilo podría ser un tonto aveces pero nunca fue un mal hermano.

Recuerdo cuando era un niño y se peleaba con sus amigos o con Mirabel, lo consolaba y le daba consejos pues yo era un tipo de ejemplo a seguir. Ahora él ya me consolaba a mí.

—Vamonos a casita, aunque amo convivir ya fue mucha gente por hoy ¿que no?— empezó a buscar a la abuela con la mirada. —Aparte la abuela seguirá saludando a medio pueblo y que flojera— reí con su sinceridad.

—Tienes razón, solo voy a despedirme de mamá y avisarle a la abuela para que no se preocupe— asintió y empezó a caminar. —Ahí te alcanzo, mh— y me gire en busca de la mayor.

Dando algunos pasos a donde estaba divisé y oí a la madre de Mariano con la abuela.

No quería interrumpir así que le susurré a unos pasos. —Abuelita ya me voy— ni se inmutó. Repetí lo mismo tres veces, cada vez más alto hasta el punto que yo me aturdí del sonido, nunca se giró.

No me escuchó.

Cansada mentalmente me retiré, no creo que se preocupe, soy yo la que me fuí después de todo.

Me despedí de mamá y papá y me encaminé a casita, no sin antes buscar a Mariano con mi vista.
Me sorprendi cuando cruzamos miradas. Él también me estaba viendo.

Los tacones me mataban, los pies y los tímpanos.

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Pasé por aquella fuente que me dió mis mejores recuerdos infantiles. Cuando aún no notaba su preferencia hacia ella o cuando aún no tenía los traumas que tengo gracias a ella.
Moví el agua como hace años relajándome.

Subí la mirada y pude ver un recuerdo en tercera persona.
Mirabel tenía tres años al igual que Camilo, Luisa tenía siete e Isabela y yo teníamos nueve.
Todos corríamos en la plaza mientras los que ya contábamos con un don jugábamos con el.

—¡Luisa! aguas con Mirabel que ya casi se caía— decía la tía Julieta.

—Si mami.

Julieta y la señora Guzmán platican muy agusto, se les podía ver concentradas.

—Oye Isabela, cuando seamos grandes nos vamos a casar— decía un joven Mariano emocionado.

—¿porqué dices eso?— preguntaba una versión mía más joven.

—Por que mi mamá y tu abuelita lo estaban diciendo el otro día, dijeron que sería una buena idea.

—Ay pero aveces dicen bromas, no creo que sea cierto— comentó Isabela mientras peinaba su cabello.

—si, yo digo que es eso mh— comenté yo tratando de convencerlo.

Apenas tenía nueve y ya quería que todo fuera una broma.

No lo fué.

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—¿Todo bien?.

El tío Bruno y Mirabel estaban poniendo los últimos arreglos, algunos platos por aquí, acomodando sillas por acá.
Me vieron entrar y ahora estaban enfrente mío.

—Si, eso espero...

—La profecía al fin se cumplió— murmuró él adulto de cincuenta años hacia Mirabel, olvidando completamente mi don el cual me permitió escuchar perfectamente éso.

—No tienes que fingir con nosotros, somos tu familia.

Por favor Mirabel, no sigas. No quiero llorar hoy.

Pero me abrazó y me quebré.

—Se que puedo seguir adelante, pero es tan frustrante— sus cálidas manos sobaban mi espalda.

—Ya, ya. Calma, estamos para ti, llora todo lo que quieras. Yo te escucho, te escuchamos

Y si, Mirabel Madrigal me mostró que mi voz puede ser oída. No importa cuál bajo sea su volumen.

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 Una voz inaudible  ━Encanto  [Dolores x Mariano] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora