Capítulo 144: Vacío

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Pov 3ª Persona

La guerra seguía completándose con el favor de los cazadores divinos con dos seres celestiales derrotados. En el campo frontal, que se trataba de zonas rocosas donde la luna iluminaba con gran veracidad los enemigos, o mejor dicho, soldados demoníacos y divinos avanzaban con gran velocidad hacia el lugar donde se encontraba Izanagi, los cuales eran frenados principalmente por los semidioses y mortales al bando de la luz. Portaban armas de usos diferentes, desde cañones y armas de fuego como cuerpo a cuerpo, siempre con diversas respiraciones y habilidades divinas que, gracias a la propia estrategia se adelantaban a sus rivales.

--Vaya, parece que no tienen miedo en morir, que estúpidos son al enfrentarse a los guerreros más fuertes.--Se burlaba Thomas apuntando con su cetro al frente, donde disparaba gotas de vino que parecían inofensivas en lo absoluto, pero que en realidad funcionaban como bombas y creaban bombardeos gigantescos, basado en el estilo de batalla media distancia/cuerpo a cuerpo, donde reaccionaba con una gran agudeza fácilmente. En verdad él funcionaba como una de las defensas más férreas, donde no dejaba pasar a ninguno y no tomaba la delantera en ningún momento, que al contrario de varios guerreros se centraba únicamente en disparar y limpiar el terreno en susodicho caso que quisieran traspasarlo.

--No soy muy fuerte, pero...todo sea por ayudar a mis amigos, no quiero ser una inútil por siempre.--Aoi no podía soportar estar dentro del campo de batalla, más porque ella recordaba muy bien el horror que sintió cuando quiso hacer su primera misión, aunque por los sentimientos que le brindaba su maestra no quería ser más una inútil, por eso aceptó el trabajar en equipo en la guerra. Agarrando su espada divina que se parecía a una nichirinto con el filo cristalizado, la pelinegra se encargaba de lanzar ataques a plena distancia con cortes lineales y diagonales, pero que cruzaban en una estela blanquecina y congelaba a todo enemigo que entraba en su rango, podía decirse que no era muy fuerte, pero su aliento era una propia derivación de la respiración invernal de Hanae, por eso muchos temían al querer enfrentarse a ella.

--Malditos cazadores...se creen eo centro del mundo, pero no son más que simples escorias que no pueden aceptar la derrota. Nuestra líder pronto aparecerá, no temáis mis aliados, estamos destinados a ganar esta batalla, ¿no hemos sido brindados con la inteligencia suprema?--Repetía uno de los demonios con una voz imponente, el cual no tuvo miedo en salir disparado contra ellos, y de la misma forma los guerreros de la diosa suprema alzaron sus manos para seguir corriendo hacia sus rivales, que chocaban con sus armas y chispas de diversas técnicas explotaban entre sí.

--No os dejaré pasar, el legado de mi maestro me acompaña, y quien quiera romperlo lo destrozaré, mi hermano me ha enseñado mucho en este tiempo que fue salvado de Muzan.--Reaccionaba Nezuko con gran habilidad usando su aliento de agua para desplazarse hacia los demonios usando Calma para primeramente protegerse de los ataques de sus rivales, para luego usar su postura "Lago de las Corrientes" o "Corte de Marea", pero siempre mezclada con el chapoteo para cambiar la dirección y ser bastante fluida, lo que daba lugar a que ninguno pudiera calcular su trayectoria y fuera ejecutado sin ningún índice de victoria, en teoría una de las más fuertes era la cazadora de las corrientes, la tsuguko de Tomioka Giyu, Nezuko Kamado y la hermana del ser que hundió a todos en la desesperación. Con el tiempo aprendió las bases de la respiración solar, pero para no dejar las enseñanzas de su mentor las decidió combinar y así reforzar el aliento, volviéndose también más potente.

--No puede estar pasando, ellos...--No le dio tiempo a terminar a uno de los guerreros angelicales ya que fue decapitado sin ton ni son por uno de los semidioses. Al ser bastante mayoritaria la ventaja que tenían los cazadores, ellos empezaban a disminuir con rapidez, y algunos se acobardaron y decidieron mantenerse al margen, en resumen eran pocos lo que se lanzaban. Sin embargo al final los semidioses no dejaban ningún cabo por atar, por eso eran eliminados y destruidos con una derrota arrasadora con la gloria para el bando enemigo, quedando tanto con impotencia como una baja demasiado colosal.

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